martes, 1 de abril de 2014

El enfoque del tomavistas

Caminamos por el Sardinero cuando nos percatamos de un hombre a lo lejos fotografiando las vistas. Nos pica la curiosidad, nos acercamos, y ante nuestro asombro nos topamos con el famoso “Tomavistas Santander”, mejor dicho, con quien pone cara a sus historias: Miguel Ángel Miguélez, un hombre encantador que invierte sus días de jubilado captando la esencia de su maravillosa ciudad, Santander.


Ni fotógrafo ni periodista, sino un hombre que mira al mundo con buenos ojos, observa, enfoca y dispara para sorprendernos con sus maravillosas fotos que, sin experiencia alguna en fotografía, parecen tener un carácter profesional. Día a día, nos muestra una gran cantidad de detalles que nosotros no apreciamos o que quizá no tenemos tiempo de estimar. Él tampoco lo veía, pero ahora que puede los capta al echar un ojo a su alrededor.


Lo que empezó por azar o por suerte se ha convertido en una rutina diaria: se levanta bien pronto, coge el iPad y empieza a captar amaneceres de punta a punta de Santander. Eso sí, sin olvidar en ningún momento  cuidar a sus padres, los mismos a los que tal vez deba esta afición suya. Miguel Ángel dejó su oficio en la construcción para dedicarse a cuidarles, y con el tiempo fue picándose a este “pasatiempo”.


Para él un hobby y para muchos un favor, sobre todo para aquellos que añoran su tierra y que gracias a él pueden disfrutarla cuando quieran. Y para aquellos que desconocen esta tierra y que quieren conocerla y así animarse a visitarla, hay un hombre, cámara en mano, en el Sardinero.


Ni fotógrafo ni periodista, sino un hombre que mira al mundo con buenos ojos, observa, enfoca y dispara para sorprendernos con sus maravillosas fotos que, sin experiencia alguna en fotografía, parecen tener un carácter profesional. Día a día, nos muestra una gran cantidad de detalles que nosotros no apreciamos o que quizá no tenemos tiempo de estimar. Él tampoco lo veía, pero ahora que puede los capta al echar un ojo a su alrededor.


Lo que empezó por azar o por suerte se ha convertido en una rutina diaria: se levanta bien pronto, coge el iPad y empieza a captar amaneceres de punta a punta de Santander. Eso sí, sin olvidar en ningún momento  cuidar a sus padres, los mismos a los que tal vez deba esta afición suya. Miguel Ángel dejó su oficio en la construcción para dedicarse a cuidarles, y con el tiempo fue picándose a este “pasatiempo”.


Para él un hobby y para muchos un favor, sobre todo para aquellos que añoran su tierra y que gracias a él pueden disfrutarla cuando quieran. Y para aquellos que desconocen esta tierra y que quieren conocerla y así animarse a visitarla, hay un hombre, cámara en mano, en el Sardinero.


 

 

 

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