martes, 2 de mayo de 2017

El alzamiento del 2 de mayo

El levantamiento del 2 de mayo de 1808 es el nombre de la rebelión del pueblo madrileño contra la ocupación francesa de la ciudad. Es el origen de la Guerra de la Independencia.


Escribimos estas lineas para recordar las vidas de aquellas personas que murieron en ese trágico día, aprovechando que el 2 de mayo de este año se celebrará su bicentenario. No solo esto, creemos que es nuestra obligación como pueblo recordar en todo momento a quienes entonces, y más tarde, ha puesto su vida a disposición de todos quienes ahora vivimos en libertad, gracias a ellos.


Iremos por orden cronológico, empezando por los antecedentes, continuando por los hechos y finalizando con las consecuencias.


Todo comenzó con la entrada de las tropas francesas en España de camino a Portugal, y el Motín de Aranjuez. La ciudad de Madrid fue ocupada por el general Murat (noble y militar francés).


Fernando VII se vio obligado a abdicar, y tomo el poder José Bonaparte, hermano del proclamado emperador Napoleón Bonaparte.


El 27 de abril Murat solicitó el traslado a Bayona de la reina Etruria, hija de Carlos IV.


Tras esto, el pueblo madrileño comenzó a reunirse delante del Palacio Real gritando "que nos lo llevan", y penetrando en el susodicho palacio.


Murat, aprovechando el caos, y con idea de acabar con el tumulto, ordeno que los granaderos que formaban la Guardia Imperial atacasen con artillería al pueblo madrileño. Esto provocó que las ansias de vengar la muerte de sus compañeros, se uniesen a las de impedir que trasladasen a los infantes y a la de deshacerse de los franceses. La rebelión había comenzado.



 


Los madrileños descubrieron que su mejor arma contra las tropas francesas era la lucha callejera, impidiendo la llegada de refuerzos a la ciudad, ocupando las puertas de esta. Pero nada pudieron hacer contra los hombres de Murat, que rompieron las defensas del pueblo (aunque con más dificultades de las que previó el noble francés).


Poco a poco la resistencia fue debilitándose, soldados franceses, mamelucos y lanceros aumentaron la crueldad contra el pueblo madrileño, crueldad que se refleja en el cuadro de Goya titulado “La carga de los Mamelucos”.


Cientos de personas, de los dos bandos murieron ese día, la parca no hacia distinción entre hombres y mujeres...


Grandes figuras de esta batalla (considerados hasta héroes) fueron Luis Daoíz y Torres, y Pedro Velarde Santillán nacido en Muriedas, Cantabria.


El primero asumió el mando de los insurrectos por ser el más veterano y junto a Velarde, idearon un plan de levantamiento popular general, que finalmente fracasó.



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El 2 de mayo, se produjeron los primeros ataques de los solados imperiales contra el pueblo madrileño. Daoíz y sus hombres les hicieron frente en una lucha cruel que duró unas tres horas.


La desigualdad entre los dos bandos hizo que el bando francés tuviese la batalla ganada desde su comienzo, aún así, el foco español no se rindió. Luis Daoíz, aunque herido de un muslo, siguió luchando, hasta que falleció debido a heridas más graves recibidas.


En esa misma batalla, Pedro Velarde murió por un disparo a quemarropa de un oficial de la guardia polaca.


Se pueden encontrar monumentos de estas dos personas en distintos puntos de España, Velarde conserva su imagen en una estatua situada en Santander y uno de los leones que decora la entrada del Congreso de los Diputados en Madrid lleva su nombre. A su vez, el otro león posee el nombre del militar Daoíz.


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Tras estos considerados héroes, también vuelan en el olvido grandes heroínas que murieron defendiendo su vida, como bien podría ser la de las dos mujeres llamadas Manuela Malasaña o Clara del Rey.


La primera de profesión bordadora, que como muchos otros jóvenes, se reveló contra las tropas francesas. Fue arrestada y ejecutada bajo la acusación de que poseía armas, estas armas eran unas tijeras. Su retrato se puede encontrar en la Sala de las Heroínas del Museo del Ejército. No solo esto, si no que un barrio de Madrid conserva su nombre, una calle y una línea de metro, en honor a esta joven tejedora de 17 años.


La segunda, Clara del Rey, estuvo animando a las tropas españolas junto a su marido y sus tres hijos. Se supone que murió por la metralla de una bala de cañón que le alcanzó la frente. Esta heroína consta como una de las víctimas del 2 de mayo, en el Archivo Municipal de Madrid, también consta que parece que murió su marido y dos de sus tres hijos en esa batalla.


En la fachada de la iglesia de la Buena Dicha, tiene Clara del Rey una lápida conmemorativa, además de poseer una calle su nombre en Madrid.


No solo estas fueron las personas que murieron ese trágico día, como ya hemos comentado, cientos de personas anónimas fallecieron, pero las muertes continuarían hasta el siguiente día (3 de mayo de 1808), hechos que vamos a comentar seguidamente.


Murat no conforme con haber acabado con el levantamiento español, se planteó tres grandes objetivos: controlar la administración y el ejercito español, aplicar un riguroso castigo a los rebeldes y afirmar que era el quien gobernaba España.


Se condenó a sentencia de muerte a todos aquellos que hubiesen sido cogidos con armas en la mano, y se declaró ilícita cualquier posesión de arma, ya fuesen blancas o de fuego, además de prohibirse las reuniones en sitios públicos.


El número de personas fallecidas aumento con los fusilamientos provocados por estas ideas.


Esto se puede observar en el cuadro de Goya de nombre “Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío”.


Murat pensaba convencido que había acabado con los levantamientos revolucionarios de los españoles tras haber infundido un miedo pavoroso, pero este derramamiento de sangre provocó una mayor unificación de los españoles, tras oír las noticias de los supervivientes de ese día que escaparon de la capital, y la lucha contra los invasores darían comienzo en todo el país. Se llamó a las armas a todos los españoles para el socorro de la ciudad de Madrid.


Esto es un resumen de lo ocurrido antes y después del trágico 2 de mayo de 1808, esperamos que con este bicentenario las vidas de los que lucharon no sean borradas de nuestra historia.


Ernesto Valle, José Antonio Uribarri
Colegio La Paz, Torrelavega (Cantabria)

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