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jueves, 15 de marzo de 2018

Allí donde nacieron los cántabros



Silencio. Es lo único que se oye a día de hoy en los pasillos de La Residencia Cantabria, popularmente conocida como `La Residencia´. Su figura, imponente, se alza en el alto de Cazoña con una visibilidad casi única de la ciudad de Santander. Doce pisos de altura albergan el gran servicio que este hospital ha proporcionado a los cántabros. La edificación antaño vio nacer a casi 250.000 cántabros, y hoy en día somos 580.000, así que casi la mitad nacieron allí, cerró sus puertas hace ya unos meses, tras 47 largos años al servicio de la comunidad de Cantabria.


El motivo de su cierre es que el edificio ya no puede servir a la población como antaño, la realidad es que desde fuera ya se aprecia su desgaste, producto de los muchos años que lleva en pie, y seguramente de no haber recibido el suficiente nivel de mantenimiento, según fuentes cercanas a un servidor ya hace 16 años, en su interior, se apreciaba una falta de mantenimiento, nos describen: ``Tenia el suelo con baldosas levantadas, incluso las del baño, tropecé un par de veces con ellas, hasta que decidieron cambiarme de habitación, para los años que corrían cuando yo estuve allí (Años 2000) ya se notaba que tanto el equipo médico como la propia habitación necesitaban una actualización importante´´.

En un acto organizado hace pocas fechas, varios profesionales comentaban que los avances de la medicina y la demanda de asistencia requieren una actualización de las instalaciones. ``Ya no aguantaba más, teníamos que arreglar esto sí o sí, no había otro remedio, porque este centro no soportaría otro invierno. Por la seguridad de nuestros pacientes estos meses que quedan (mejor dicho, quedaban) por delante han de ser los últimos´´ Reconoció en su momento Julio Pascual y recogió El Diario Montañés.

Siguiendo con las confesiones, una enfermera, encargada de atender y revisar las habitaciones en las que se hospitaliza a los operados además de ayudarles a ir al baño y demás, y que actualmente trabaja en Valdecilla, nos relata que trabajó en la residencia hasta su cierre en 2015 y textualmente nos comenta ``Que las escaleras parecían cataratas, todos los días, aunque aquello se acentuaba los días en los que llovía: trabajaba en la sexta planta, si subía a la doce por algún motivo y había viento temblaba todo, y no poco precisamente, además lo de llevar a los enfermos al baño era como jugar al Tetris.´´ ahí termina su confesión, que termina por convencernos de que había una ignorancia bastante alta en lo que ha mantenimiento se refiere.

Como comentamos no da la sensación de haber estado muy cuidada, más bien parecía un parche para cubrir las necesidades médicas que Valdecilla no podía atender. Aunque en cierto modo es así, no es tan textual como se escribe, no fué un hospital-parche, pues la lógica nos dice que no tiene sentido construir y equipar un edificio para cubrir las carencias de otro hospital en una determinada época, pero viendo el envejecimiento sí parece que nadie estuvo muy de acuerdo en realizar un buen mantenimiento, a no ser que ya estuviera en los planes de Sanidad centralizar todo en Valdecilla, que es donde ha acabado el equipamiento de La Cantabria.

No acaba ahí la historia: una posibilidad es derrumbar el edificio, que como decimos no está ya en condiciones de nada, y poder hacer ahí algo nuevo aprovechando que el IDIVAL (Instituto de Investigación de Valdecilla) está pegado a la residencia, por ejemplo llevar a cabo una ampliación. Pero ya no solo eso, si eso se cae sin previo aviso puede herir o incluso acabar con la vida de algún viandante, el derrumbe evitaría semejante tragedia, pero no todo es tan bonito como parece. La misma enfermera que antes nos relata el tema de las cataratas en las escaleras vuelve a la carga diciéndonos que el derrumbe de esa edificación supondría una contaminación muy grave para Santander, pues está construido ni más ni menos con amianto, también llamado asbesto, un material, aislante, que se usaba hace bastantes años para hacer casas y edificios, hasta que se descubrió que era altamente cancerígeno, no afecta por contacto físico, solo cuando es inhalado: sus cifras se desprenden con bastante facilidad y pueden, incluso, evaporarse, contaminando amplias zonas en poco tiempo.

Pues La Cantabria, que está posicionada en un lugar con vistas a toda Santander, está construida con ese asbesto, lo que significa que un derrumbe ordinario crearía una situación en la que toda Santander estaría respirando un componente altamente cancerígeno. Es decir, es más barato dejarla tal cual está. Pero claro está, quién sea el responsable del edificio sabrá, o al menos se habrá planteado, que eso no puede estar así, o será demasiado tarde y las consecuencias serán peores que un simple gasto económico.

Mientras tanto la realidad es que los días siguen pasando por encima de `La Residencia´ y el asbesto, las goteras, el riesgo de derrumbe y los malos y buenos recuerdos siguen esperando un desenlace que ponga final al edificio, el mismo que vio nacer a gran parte de los cántabros que hoy pasean por la calle.



Imagen Diario Alerta

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