Por sorpresa cogió a todos sus seguidores, la ruptura inesperada del grupo La Oreja de Van Gogh, hace unos años. Si, fue una noticia impactante que sin lugar a dudas conmocionó a sus fans, que para nada esperaban esa noticia. Tras 11 años, 5 álbumes y más de 6 millones de discos, Amaia «plantaba» a La Oreja de Van Gogh y lanzaba su carrera en solitario.
Tras la ruptura nos enteramos de que, aunque no se mostraban
en público, la banda tenía grandes diferencias internas, razones para dar este
paso y decidir separarse. Según las declaraciones del batería del grupo se
puede deducir que ya hace tiempo había problemas en el seno de LODVG: “la situación
era insostenible desde hace medio año. Teníamos desavenencias -aclaró el
músico- a la hora de componer los discos, aunque Amaia simplemente se limitaba
a escribir las letras y los demás componíamos la música. De un tiempo a esta
parte ha habido una serie de problemas dentro del grupo que al final han
desembocado en que Amaia haya tomado la decisión de abandonar el grupo y
emprender su carrera en solitario”. Y es que las letras de la donostiarra
hipotecaban, a decir de sus compañeros, con su oscurantismo y melancolía, la
línea musical del grupo, que ellos deseaban más pop y desenfadada.
Por su parte Amaia, la solista, emitió un comunicado en la página
oficial de grupo donde decía algo que contradecía estas declaraciones: “He
escuchado muchas tonterías sobre la relación que tengo con los chicos de LOVG y
sólo puedo decir que en estos últimos años he convivido más con ellos que con
nadie y que los quiero como a hermanos. Mucho de lo que soy como persona lo he
aprendido con ellos.”
Tras las declaraciones y la sorpresa, el resto de los
componentes permitieron que corriese la noticia de que Paulina Rubio sería la
nueva voz, ya que ellos querían continuar con el grupo que, además, tenía ya a
estas alturas muchos compromisos firmados, de gira y de grabación. “La voz en
el próximo disco la pondrán nada menos que la "chica dorada" del pop
mexicano, Paulina”. Esto es lo que se oía en casi todos los medios de
comunicación, que reproducían las declaraciones del convertido en portavoz de
lo que quedaba del grupo: el batería.
Afortunadamente para todos los fans de la Oreja, y
desgraciadamente para otros suponemos, la noticia de que Paulina seria la nueva
vocalista del grupo quedó desmentida en un comunicado de Sony-BMG a través de
la página oficial del club de fans: “La chica dorada no sustituirá a Amaia
Montero como vocalista de La Oreja de Van Gogh”.
La decisión de la ruptura ha acarreado no solo sorpresa e
incomprensión, sino muchas críticas. Muchos fans se sienten traicionados Esta
noticia a traído críticas hacia el grupo, puesto que los fans se quejan del
tiempo, el cariño y el dinero depositado en La Oreja. Muchos seguidores,
incluso, ya poseen en venta anticipada entradas para conciertos ahora, en
cierto modo devaluados, por la falta de Amaia Montero, no sabiéndose aun la
postura que ante este problema plantearan los productores de esos eventos.
Al parecer, el motivo principal de la ruptura arranca de la
mala relación entre Amaia Montero, la vocalista, y Pablo Benegas, el
guitarrista, discrepancias de raíz política, de gustos y de comportamientos,
que vienen de bastante tiempo atrás y que en la actualidad se habían hecho ya
insoportables. De hecho, ya desde principios de 2007, Amaia había tanteado la
opinión de la discográfica, recabando apoyo para una hipotética carrera en
solitario, que ahora ya no tiene vuelta atrás.
Algunos medios ya se habían hecho eco de esta situación con
anterioridad, lo que choóo con el hermetismo de la banda que había intentado
que la situación interna no trascendiera. Hasta que el año pasado, en un
festival benéfico celebrado en Perú, Amaya mantuvo una gruesa discusión con su
grupo, que llevó a que saliera al escenario sin sus compañeros, actuado con la
compañía de la banda de Alejandro Sanz. Ahí ya saltaron las alarmas.
Una segunda llamada de auxilio surgió cuando a raíz de la
publicación de “guapa” (vaya ironía de título), el País realizó un elaborado
reportaje sobre el grupo, que más que analizar este disco, ofrecía una imagen
ronca del grupo, muy alejada de la que el público tenía hasta ese instante,
dulce e idílica. En la entrevista, titulada ‘Otra ración de Oreja’, el
periodista Manuel Cuellar (que tal como está el mercado, habia osado desafiar a
un gigante como Sony BMG, manchando la imagen de uno de sus productos estrella),
presentaba un grupo dividido en dos mundos, el de una chica bien y ordenada,
rodeada de una banda de porreros infantiles, colgados de los videojuegos. Dos
mundos de intereses, ideas y gustos, difíciles de casar.
La sesión de fotos había comenzado en el Reina Sofía. Amaya apenas había aguantado, nerviosa ante la imposibilidad de fumar en el interior. Ya en la calle, la solista sacaba nerviosa su reluciente de Louis Vuitton, ante la mirada crítica de sus compañeros. Una negativa de Pablo a sujetarla el bolso, ante un “¿No me puedes ni aguantar el bolso?, había revelado, en dos pasos, la mala leche que flotaba en el ambiente. Puestos ya a fastidiar, y antes de que el fotógrafo saliera de su asombro, Pablo hurgaba más en la herida con una pregunta lacerante, “Ese Vuitton está hecho en Hong Kong, ¿no?”. “Todos mis Vuitton son verdaderos, ¿qué te piensas?”, responde medio ofendida Amaia”. Empezar así una entrevista no sirve nada más que para revelar la insoportable levedad de la convivencia del grupo, una acidez impropia de sus compañeros para con Amaya, y un alarde de señoritismo por parte de ella, innecesario (criado para soportar el bolso, incapacidad para soportar sin fumar, alarde de bolsos y su autenticidad…). Y todo en un minuto.
Fue una entrevista reveladora en la que se dibujaba a una
Amaya sofisticada y coqueta, compradora compulsiva que va por libre, fuma en
exceso y se encuentra más pendiente de su maquillaje que de sus compañeros. Los
otros tan poco salen muy favorecidos en el retrato de marras. Un grupo de
niñatos, que gastan el tiempo de los viajes en liar porros y en jugar
incesantemente a la PSP, abstraídos de un mundo y de una compañera a la que
ignoran. Tal cual.
En un pasaje de la entrevista, Manuel Cuellar llega a dudar
de las capacidades musicales de la cantante, ante su falta de capacidad para
definir un tema de Police que sirve de música de fondo a la furgoneta en que el
grupo se traslada para culminar la sesión de fotos, todo ello mientras “de la
parte trasera de la furgoneta llegan efluvios de marihuana… Uno de los tres
chicos se está preparando un porrito”.
El resto de la elaboración de esta entrevista revelaba no
solo las desavenencias del grupo, sino la discordancia de su imagen real con la
que transmiten a sus fans. Amaia estaría aquella mañana más pendiente de las
compras que del trabajo, dejando al grupo y a los periodistas varias veces
solos por Madrid. Y esos defectos y falta de madurez han erosionado al grupo,
que ya no rinde pleitesía a su diva, como cuando eran adolescentes. Pero es que
ellos tampoco están para ser sacralizados. Se supone que un músico, escucha
música, pues bien, en medio de una charla sobre la evolución de la música, y su
posible vuelta a los orígenes del punk, el rock o el pop de los ochenta, apenas
saben de qué están hablando, y mucho menos conocen a grupos emergentes, números
uno de las listas británicas, como Arctic Monkeys, y eso desespera a Amaia, lo
poco al día que están sus compañeros.
Los coqueteos conservadores de Amaia, y la manifiesta
radicalidad política de Pablo, son solo añadidos a un problema de
incompatibilidad de personalidades, como vemos más profundo.
El grupo había comenzado, solo por afición, en 1996, durante
su etapa universitaria en San Sebastián. Ya formado se incorporó Amaia Montero,
que fue reclutada tras leer unos carteles colocados por el campus, en los que
se pedía una solista para completar la formación, ante la innegable falta de
voz de los otros cuatro. Sus primeros pasos fueron poco prometedores, tocaban
en los bares de sus amigos. Su destino cambio otras presentarse al V concurso
pop rock Ciudad de San Sebastián. No ganaron, pero su maqueta fue oída, y su
salto a las emisoras locales les abriría el camino de la fama. Su triunfo en la
VI edición les permitiría grabar con Epic/Sony Music en los estudios Ashram de
Nacho Cano en Madrid, y con Alejo Stivel como productor. Así nacía "Dile
al Sol", su primer disco y su primer gran éxito. De público (más de 150
conciertos en un año) y de critica (premio al mejor artista revelación y el de
mejor autor revelación en los premios de la música de 1999). Un año después
llegaba su consagración con "El Viaje De Copperpot”, producido en Londres
y Paris por Nigel Walker. Después vendría "Lo que te conté mientras te
hacías la dormida" (2003), y “Guapa” (2006), un nuevo éxito de ventas en
España e Ibero América. Y tras él, el final, “Más guapa”, una celebración de
una década de éxitos, dirigido especialmente a sus fieles, que incluía las
canciones de “Guapa” y algunas rarezas.
Su composición clásica, la que ahora se rompe ha estado
formada por Amaia Montero (voz), Pablo Benegas (guitarra), Álvaro Fuentes
(bajo), Xabi San Martín (teclados) y Haritz Garde (batería).
Hoy Amaia vuelve. Y Pablo se va, juzgar vosotros por que el
grupo se rompe.
Imgen ElPaís


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