En la actualidad, Nayib Bukele, presidente del Salvador, ha implementado políticas de seguridad que han logrado reducir los altos índices de delincuencia y violencia en el país de Salvador. En poco tiempo, su gobierno ha adoptado medidas estrictas, que, aunque efectivas, en términos de seguridad, han despertado inquietudes sobre la concentración de poder y restricción de los derechos humanos.
Bukele se ha ganado el apoyo de muchos salvadoreños, gracias a su enfoque de mano dura contra las pandillas, entre sus acciones. Destacan el endurecimiento de penas para los miembros de las maras (pandillas del crimen), facilitando la detención de sospechosos y estableciendo condiciones peores en las prisiones. Sale establecido nuevas cárceles de alta seguridad con restricciones de comunicación entre presos y una vigilancia muy grande que ha reducido la capacidad de las pandillas para organizarse desde la prisión, además, los bienes y armas confiscados a las pandillas pueden ser ahora de uso militar o uso de la policía Aumentando así, también el poder de las fuerzas de seguridad del Estado
Sin embargo, este éxito en la lucha contra la delincuencia tiene un alto coste en debido a que no se cumplen muchos de los derechos humanos, como, por ejemplo, la implementación del Estado de excepción desde el 27 de marzo de 2002 ha suspendido los derechos constitucionales fundamentales como la libertad de asociación el derecho a la defensa y la necesidad de autorización judicial para interceptar comunicaciones. Estas medidas permiten direcciones preventivas sin una defensa adecuada, generando una situación que se considera abusiva y represiva, tanto nacional como a nivel internacional.
Bukele también ha atacado a la prensa, aplicando la ley mordaza, esta ley sanciona a los medios que informen sobre las pandillas y establece penas de 15 años de cárcel para los periodistas, lo que representa una clara limitación de la libertad de expresión y prensa en el país. Esta ley ha sido interpretada como forma de controlar la información y silenciar a los críticos del gobierno.
Otro aspecto preocupante fue que Bukele sustituyó a los jueces, este proceso ha provocado protestas, ya que se percibe como un esfuerzo de limitar, cualquier forma de oposición dentro de la justicia, lo que le daría él todo el poder ejecutivo y a esto se le suma el aumento de fondos Destinados a las puertas de seguridad y el fortalecimiento de las instituciones democráticas.
A pesar de las críticas nacionales e internacionales, el apoyo a Bukele sigue siendo demasiado fuerte, aprovechado que muchos ciudadanos tienen miedo a las pandillas para buscar poder, por lo tanto, en las nuevas elecciones del 2024 tiene muchas posibilidades de éxito, además, ha cultivado su imagen describiéndose como un dios un líder fuerte y carismático, utilizando argumentos para atacar a los demás políticos.
Como conclusión, Bukele ha logrado bastantes
avances en la lucha contra la delincuencia y sus métodos han sido bastantes
fuertes. Sin embargo, esto podría derivar en un mandato autoritario debido a
que ya hoy en día hay numerosas restricciones de derechos humanos, control
sobre los medios a través de la ley mordaza, eliminación de los jueces, todo
esto nos advierte de que si la cosa sigue así
podría provocar perder los principios democráticos en los que se
fundamenta el país.
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