Cerrada
desde 2013, la empresa Cántabra Sniace, que intenta encontrar todavía un plan
de viabilidad para la fábrica de Torrelavega y las más de seiscientas familias
a las que dejó sin empleo, ha desatado en los últimos días una sería amenaza
ambiental sobre la ciudad.
Poco antes
de declararse en quiebra, la papelera había puesto en marcha un ambicioso plan
de tratamiento de aguas industriales, en base a un reactor biológico de última
generación.
Se trataba
de una estación de depuración de aguas residuales industriales (EDARI) capaz de
depurar 48.000 m3
al día (2.000 por hora) procedentes de los procesos industriales de la planta
fibra y celulosa, uno de los elementos más destacables de la planta era su
nuevo reactor biológico trataba las aguas mediante bacterias y microorganismos,
generando residuos (lodos) de utilidad en la agricultura” como nos ha explicado
Marta Revilla responsable técnico del EDARI.
La planta
permitió en su momento reducir hasta el 7% los vertidos contaminantes de la
década anterior.
Sin
embargo, el cierre de la fábrica, y las elevadas pérdidas de la compañía
llevaron a la parada del EDARI. La empresa argumento en ese momento que no se
disponía de personal cualificado que pudiera realizar el mantenimiento de la
planta o hacer frente a cualquier avería o riesgo producido por los lodos
acumulados. Para la empresa, la situación de concurso de acreedores de Sniace
hacia imposible la contratación de personal cualificado, recuperar al despedido
o realizar cualquier trasiego u operación de mantenimiento. Aun más, se
planteaba una situación de riesgo, bien por escapes o bien por que los lodos
que se encontraban en la instalación obstruyeran o inutilizaran para siempre la
instalación, valorada en varios millones de euros.
Las
gestiones de los trabajadores y de las instituciones han estado encaminadas,
desde entonces, a intentar reabrir la fábrica, llegar a un acuerdo con los
acreedores (entre ellos, hacienda, ayuntamiento y Confederación Hidrográfica
del Norte) y conseguir nuevos inversores que den futuro a la compañía. En esa
circunstancia, preservar esa valiosa instalación se hacia imprescindible. Ello
llevó a la dirección de la compañía a solicitar el permiso para vaciar el
reactor, vertiendo los lodos a la cuenca del río Besaya cerca de su
desembocadura, en un paraje de alto valor ecológico, conocido como la Ría de San Martín, muy cerca
de las turísticas playas de la villa de Suances. La negativa del gobierno a
permitirlo desencadenó una batalla judicial que ha acabado estos días con una
sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, denegando la
autorización a Sniace para vaciar el reactor biológico de fangos activos de su
EDARI.
La
sentencia establece que no se pueden superar los límites de la autorización
ambiental (de vertidos) que tiene una empresa, especialmente cuando se trata de
verter lodos sin procesar, por motivos exclusivamente económico.
Es una
victoria para quienes han defendido que no se puede preservar la actividad
económica a cualquier precio, especialmente cuando este tiene que ver con
aspectos tan delicados como la gestión de residuos y la salud.
Una
solución podría haber sido el traslado de los fangos a la planta de tratamiento
y secado térmico de los fangos provenientes de las depuradoras cántabras que la
empresa Valoriza (filial de Sacyr) mantenía en régimen de concesión hasta este
verano en la localidad de Reocin, muy cerca de Sniace. Sin embargo, la
elevación de los cánones de tratamiento de fangos, la caída de la actividad
económica y la mala gestión de la empresa pública de residuos (que en opinión
de los sindicatos se quedó con la mejor parte del negocio, la generación de
energía, lo que impedía la rentabilidad de la planta) llevó a la empresa a
renunciar a la concesión, despedir al 90% de la plantilla y cerrar la planta.
Desde
entonces, los lodos de las depuradoras de la región también se acumulan en
terrenos y balsas. “Es una cuestión de dinero "Se están limpiando los ríos
para ensuciar la tierra. Tratar y secar una tonelada de lodos cuesta unos 300
euros, tirarlos en un prado cuesta 13", nos denuncian los sindicatos.
La
sentencia de Sniace abre dos importantes interrogantes. Para los trabajadores,
si el reactor biológico no se mantiene se perderá una instalación esencial para
la posible reapertura de la fábrica y para la ciudad que podría emplearla. Pero
además. ¿Qué va a ocurrir con los lodos que se están generando en Cantabria?. ¿Y
si hay un vertido?.
Diego
González, Ángel Alonso
Estudiantes
de bachillerato, La Paz ,
Torrelavega (Cantabria)
EPE15/Enredados
Imagen Balsa
del reactor biológico del EDARI de Sniace en Ganzo (Torrelavega). Gloria Balbás,
Soraya Cuesta
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