La División española de Voluntarios, conocida como "División Azul" fue una unidad militar de voluntarios españoles, que formó una división de infantería para cooperar con Alemania en su lucha contra la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial.
Se calcula que se alistaron a la División 45.500 hombres. ¿Por qué
miles de hombres dejaron sus casas y se fueron a una guerra lejana?
Principalmente fueron 2 razones: un motivo ideológico (estaban afiliados a la
Falange Española); el otro motivo fue la situación económica y el futuro
incierto en la España de la posguerra civil.
Nuestro protagonista Eugenio Ernenwein García fue un divisionario
voluntario cántabro con doble nacionalidad que marchó al frente ruso con el
Regimiento de Infantería nº 25.
El 13 de julio de 1941, Eugenio y sus compañeros salieron desde
Burgos en los primeros trenes de voluntarios hacia Alemania. Cuando llegaban al
territorio alemán los divisionarios se concentraban en el campamento militar de
Grafenwöhr (Núremberg) donde debían realizar un entrenamiento, antes de partir
al frente ruso.
El 31 de julio la División Azul desfiló y juró fidelidad ante Adolf
Hitler. Tres semanas después marcharían en tren hacia Leningrado.
En el trayecto hacia Suwalki (Polonia) sufrieron un ataque por
parte del ejército de la URSS. Lanzaron bombas al tren e hizo que el techo de unos
de los vagones se desprendiera. Este momento era de vida o muerte, muchos de
los soldados entre ellos Eugenio saltaron del tren, rodaron por una ladera y cayeron
a un río. Empezaron a correr. Este fue el momento en donde estuvieron más cerca
de morir. Los soldados corrían en todas direcciones y las bombas caían sin
parar, acabando con la vida de muchos soldados. Eugenio perdió ese día a varios
compañeros que le habían acompañado desde el principio del viaje.
Después de esto se reagruparon y tuvieron que seguir su camino
andando hasta Leningrado.
En el trayecto a pie hacia Leningrado, rodearon varias ciudades,
incluida Riga (actual Letonia) donde pudieron comprobar que se encontraba
totalmente destruida. Además, pasaron muchas desgracias tales como minas
antipersona, conflictos con los aliados alemanes y sufrimiento físico, entre
otras. Incluso pasaron por un campo de exterminio situado en Treblinka (Polonia).
Los judíos encerrados allí, en muy malas condiciones de salud, cuando pasaban
los soldados se subían a las vallas para pedirles comida y los alemanes para
bajarlos les pegaban con la culata de su arma.
Los divisionarios cubrieron casi 900 kilómetros a pie. Fueron 40
días que debían hacer entre 30 y 40 kilómetros diarios hacia el frente de
Voljov, que era donde se libraba la batalla por la ciudad de Leningrado. Esta
batalla fue un hito en la historia de la resistencia rusa ante el ejército
alemán.
La línea de combate se situaba en el sector de Novgorod, a orillas
del río Voljov y del Lago Lagoga.
Acamparon cerca de este lago, esperando las órdenes del ejército
alemán para entrar en batalla. Fue esperando a estas instrucciones, cuando
recibieron un ataque sorpresa del ejército mongol, que era aliado de la URSS.
En ese momento Eugenio y sus compañeros salieron corriendo del
campamento y consiguieron refugiarse en un cementerio cercano, dentro de los
nichos. Los mongoles pasaron de largo y los divisionarios estuvieron escondidos
una semana hasta que supieron que los mongoles se habían ido. Cuando salieron
de los nichos hubo compañeros que estaban completamente congelados por el frio
extremo que había en esa zona (había -40º) y a Eugenio se le congeló una
pierna.
Mientras esperaban a que llegaran los alemanes a ayudarles, les
acogieron unas familias rusas que vivían cerca del lago, que les dieron de
comer para sobrevivir.
Cuando llegó el ejército alemán, recogieron a los heridos y
enterraron a los soldados que no resistieron al frío. A Eugenio le hicieron
varios cortes para ver si circulaba la sangre en su pierna congelada. Al ver
que la sangre no fluía bien le ingresaron en un hospital militar en Berlín.
Allí estuvo aproximadamente cuatro meses. Mientras en España, al no
tener noticias suyas en tanto tiempo, le dieron por muerto y oficiaron su
funeral.
Eugenio volvió a España, al igual que muchos de sus compañeros.
Otros muchos no lo consiguieron.
Entre 1941-42 la División Azul perdió a 1032 soldados, 2200
heridos, 1200 congelados y 160 desaparecidos.
A finales de 1942, Leningrado todavía resistía los ataques y los
divisionarios fueron trasladados al este de la ciudad. En el año 1943, después
del ataque soviético en Krasny Bor, donde se perdieron 1125 vidas españolas en
un solo día, fueron llamados a retirarse del frente.
En octubre de ese año, Francisco Franco declaró la neutralidad de
España en la Segunda Guerra Mundial, por lo que se decidió la retirada de los
divisionarios.
Unos dos mil trescientos hombres quedaron allí, para forma la
llamada Legión Azul. Que fue una especie de parche del régimen de Franco para
justificarse ante Alemania por la retirada de la División azul.
Eugenio y sus más de 45.000 compañeros lucharon valientemente en el
frente contra varios enemigos desconocidos y fuertes; el ejército ruso y sus
aliados y el frío extremo.
Fuentes utilizadas;
-
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historiacontemporanea/20181103/47310729448/franco-division-azul.html.
Autor: Xavier Moreno Juliá. Barcelona. 22/03/2024
-
Cántabros en la División Azul (1941-1944)
Autor: José Manuel Puente Fernández. Editorial Librucos, Torrelavega, diciembre
de 2012.
-
Fuentes familiares directas. Entrevistas a
hijos de Eugenio Ernenwein. Torrelavega, octubre del 2024.
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