Cuando en
2002 llegaron los primeros restos del petrolero Prestige a Cantabria, nadie
podría haberse imaginado que semejante catástrofe pudiera tener también
consecuencias positivas. Por extraño que parezca, de no ser por el hundimiento,
hoy no podríamos apreciar en su verdadera dimensión una de las zonas protegidas
más valiosas de nuestra región: Costa Quebrada.
Así nos lo
cuenta Gustavo Gutiérrez, miembro del Grupo por la Recuperación de Costa
Quebrada (GRCQ), esa franja del litoral occidental de Cantabria, comprendida
entre la Isla de
la Virgen del
Mar y las playas de Canallave y Valdearenas, en el Parque Natural de las Dunas
de Liencres: “Estamos ante un espacio de costa muy singular, en el que
encontramos elementos de muchísimo valor geológico en un espacio lineal y
reducido”. Sin embargo, en los inicios de la agrupación, la valoración no era
la misma. Tuvo que ser un pequeño colectivo de desconocidos el que, de manera
voluntaria, se ocupara de la limpieza de los restos de petróleo en este área.
“El desastre sirvió para juntarnos y para empezar a reclamar que se trabajara
más en esta zona, porque tenía un valor altísimo”, afirma.
La
importancia ecológica de Costa Quebrada trasciende lo geológico, y se basa en
la biodiversidad. “Aquí tenemos una gran variedad de rocas: caliza, arenisca,
arcilla... Todo eso da lugar a que diferentes especies se asienten, cada una sobre
la roca que le corresponde” explica Gutiérrez. A esto se le añade el hecho de
estar en un medio litoral, por lo que coexisten distintos ecosistemas: el
terrestre, el marino, el costero, el intermareal... Creando un espacio
excepcional.
El objetivo
del GRCQ, a partir de este punto de partida, estuvo claro: proteger y preservar
la zona. ¿Cómo? En primer lugar, a través de la “educación ambiental”, es
decir, la toma de conciencia de la valía del patrimonio natural. Las
actividades organizadas en torno a este concepto son muy diversas, orientadas
tanto a grupos escolares como al público en general. Las principales son los
itinerarios de sensibilización por ciertas partes de Costa Quebrada, entre las
que destacan, por ejemplo, las visitas nocturnas al intermareal. Gustavo
Gutiérrez recuerda como pusieron en marcha esa iniciativa en 2007. “Tiene un
éxito tremendo, por las noches se ven cosas muy diferentes que por el día y la
gente lo disfruta mucho”
Su segunda
vía de trabajo es, como no podía ser de otra forma, el voluntariado.
Restauración de dunas, habilitación de pasos, limpiezas de residuos... Estas
actividades tienen una gran aceptación, y la lista de espera, recalca el
activista, es siempre bastante larga.
Y, por
último, está la parte administrativa. Buscar acuerdos con las administraciones,
y especialmente, con propietarios particulares, para proteger un territorio o
mejorarlo, no siempre fue tarea fácil. “Llevamos desde el 2005, que fue cuando
la marea negra dejó de ser una prioridad, centrados en la gestión de la zona.
Al principio ninguno era muy partidario de nuestras ideas” dice. Tenían sus
razones: por aquel entonces se aprobó el Plan de Ordenación del Litoral, que
impedía a los vecinos de Liencres poder edificar a su antojo. Y por supuesto,
comenzaron a identificar a la organización con esta nueva ley. Ellos se
defienden: “Construyendo sin medida ponemos en riesgo los bienes y la vida de
las personas, por no prestar un poco de atención a cómo funciona la
naturaleza”. Con el tiempo, han conseguido cambiar la situación, y ahora la
relación es muy buena. Por fin cuentan con convenios con tres ayuntamientos
clave (Santander, Bezana y Piélagos) y el proyecto va sobre ruedas.
Lo que es
realmente extraordinario de Costa Quebrada es que parte de la ciudadanía, ya
que es una asociación la que impulsa la iniciativa. “Los geoparques en general
vienen de las universidades, los investigadores o del gobierno. Es muy muy
raro, creo que único en el mundo. Es la propia ciudadanía la que reclama a las
autoridades que estos espacios se protejan. Entonces, claro que se puede
trasladar este proceso a otros lugares de interés, siempre que haya interés por
parte de los habitantes.”
Su última
iniciativa ha sido una exposición, inaugurada hace escasas semanas, en el
Centro de Interpretación del Litoral situado en Santander. Con ella buscan, de
nuevo, darse a conocer y concienciar sobre el valor de este lugar único. Los
contenidos son variados: explican el origen de Costa Quebrada, su historial
erosivo, los riesgos geológicos que existen para su conservación, su
biodiversidad... Presentados tanto en forma de paneles informativos, como de
fotografías y maquetas.
“Costa
Quebrada cuenta una historia” concluye Gutiérrez. “Una historia de más de 120
millones de años escrita en unas rocas, con presente, pasado y futuro”. Y por
el momento, podemos asegurar que seguiremos disfrutando del privilegio de ser
espectadores de este relato que, a día de hoy, continúa escribiéndose.
Candela
Marcos, Araceli Barategui
Imagen Eduardo
Rucandio
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