viernes, 14 de agosto de 2015

Costa Quebrada, un paraíso de agua y sal


Cuando en 2002 llegaron los primeros restos del petrolero Prestige a Cantabria, nadie podría haberse imaginado que semejante catástrofe pudiera tener también consecuencias positivas. Por extraño que parezca, de no ser por el hundimiento, hoy no podríamos apreciar en su verdadera dimensión una de las zonas protegidas más valiosas de nuestra región: Costa Quebrada.
                           

Así nos lo cuenta Gustavo Gutiérrez, miembro del Grupo por la Recuperación de Costa Quebrada (GRCQ), esa franja del litoral occidental de Cantabria, comprendida entre la Isla de la Virgen del Mar y las playas de Canallave y Valdearenas, en el Parque Natural de las Dunas de Liencres: “Estamos ante un espacio de costa muy singular, en el que encontramos elementos de muchísimo valor geológico en un espacio lineal y reducido”. Sin embargo, en los inicios de la agrupación, la valoración no era la misma. Tuvo que ser un pequeño colectivo de desconocidos el que, de manera voluntaria, se ocupara de la limpieza de los restos de petróleo en este área. “El desastre sirvió para juntarnos y para empezar a reclamar que se trabajara más en esta zona, porque tenía un valor altísimo”, afirma.

La importancia ecológica de Costa Quebrada trasciende lo geológico, y se basa en la biodiversidad. “Aquí tenemos una gran variedad de rocas: caliza, arenisca, arcilla... Todo eso da lugar a que diferentes especies se asienten, cada una sobre la roca que le corresponde” explica Gutiérrez. A esto se le añade el hecho de estar en un medio litoral, por lo que coexisten distintos ecosistemas: el terrestre, el marino, el costero, el intermareal... Creando un espacio excepcional.

El objetivo del GRCQ, a partir de este punto de partida, estuvo claro: proteger y preservar la zona. ¿Cómo? En primer lugar, a través de la “educación ambiental”, es decir, la toma de conciencia de la valía del patrimonio natural. Las actividades organizadas en torno a este concepto son muy diversas, orientadas tanto a grupos escolares como al público en general. Las principales son los itinerarios de sensibilización por ciertas partes de Costa Quebrada, entre las que destacan, por ejemplo, las visitas nocturnas al intermareal. Gustavo Gutiérrez recuerda como pusieron en marcha esa iniciativa en 2007. “Tiene un éxito tremendo, por las noches se ven cosas muy diferentes que por el día y la gente lo disfruta mucho”

Su segunda vía de trabajo es, como no podía ser de otra forma, el voluntariado. Restauración de dunas, habilitación de pasos, limpiezas de residuos... Estas actividades tienen una gran aceptación, y la lista de espera, recalca el activista, es siempre bastante larga.
Y, por último, está la parte administrativa. Buscar acuerdos con las administraciones, y especialmente, con propietarios particulares, para proteger un territorio o mejorarlo, no siempre fue tarea fácil. “Llevamos desde el 2005, que fue cuando la marea negra dejó de ser una prioridad, centrados en la gestión de la zona. Al principio ninguno era muy partidario de nuestras ideas” dice. Tenían sus razones: por aquel entonces se aprobó el Plan de Ordenación del Litoral, que impedía a los vecinos de Liencres poder edificar a su antojo. Y por supuesto, comenzaron a identificar a la organización con esta nueva ley. Ellos se defienden: “Construyendo sin medida ponemos en riesgo los bienes y la vida de las personas, por no prestar un poco de atención a cómo funciona la naturaleza”. Con el tiempo, han conseguido cambiar la situación, y ahora la relación es muy buena. Por fin cuentan con convenios con tres ayuntamientos clave (Santander, Bezana y Piélagos) y el proyecto va sobre ruedas.
Lo que es realmente extraordinario de Costa Quebrada es que parte de la ciudadanía, ya que es una asociación la que impulsa la iniciativa. “Los geoparques en general vienen de las universidades, los investigadores o del gobierno. Es muy muy raro, creo que único en el mundo. Es la propia ciudadanía la que reclama a las autoridades que estos espacios se protejan. Entonces, claro que se puede trasladar este proceso a otros lugares de interés, siempre que haya interés por parte de los habitantes.”

Su última iniciativa ha sido una exposición, inaugurada hace escasas semanas, en el Centro de Interpretación del Litoral situado en Santander. Con ella buscan, de nuevo, darse a conocer y concienciar sobre el valor de este lugar único. Los contenidos son variados: explican el origen de Costa Quebrada, su historial erosivo, los riesgos geológicos que existen para su conservación, su biodiversidad... Presentados tanto en forma de paneles informativos, como de fotografías y maquetas.

“Costa Quebrada cuenta una historia” concluye Gutiérrez. “Una historia de más de 120 millones de años escrita en unas rocas, con presente, pasado y futuro”. Y por el momento, podemos asegurar que seguiremos disfrutando del privilegio de ser espectadores de este relato que, a día de hoy, continúa escribiéndose.

Candela Marcos, Araceli Barategui

Imagen Eduardo Rucandio


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