Ucrania
centra el interés de la comunidad
internacional desde febrero de este mismo año. Los sucesos que están
teniendo lugar en el sur mantienen en vilo a los principales líderes políticos
mundiales. La península de Crimea se debate entre tres opciones: seguir
perteneciendo a Ucrania, como venía siendo hasta el mencionado mes de febrero;
independizarse y constituirse en República independiente; y finalmente,
anexionarse a Rusia.
El origen de
los hechos es la suspensión del por entonces líder ucranio Viktor Yanukóvich
del Acuerdo de Asociación y Libre Comercio entre Ucrania y la Unión Europea.
Yanukóvich de tendencias prorrusas provocó una reacción de la población de la
zona noroccidental del país. Se sucedieron manifestaciones a favor del
acercamiento a la Unión
Europea. El lugar elegido para escenificar el desacuerdo fue la Plaza de Maidán en Kiev.
Pero esta reacción de la población fue rechazada por la zona suroriental
compuesta en su mayoría por rusos étnicos y ucranios rusófonos.
Ucrania
presentaba todos los síntomas de una guerra civil.
Yanukóvich
es derrocado el 22 de febrero y se proclamó un nuevo gobierno liderado por
Arseny Yatsenyuk no reconocido por las autoridades rusas y rechazado con
protestas que se concentraron en la Península de Crimea.
Pero,
normalmente, los sucesos tienen una explicación que va más allá del tiempo en
el que suceden. La Península
de Crimea ha sido lugar donde históricamente se han librado batallas entre distintos
imperios: ruso, turco, británico… En 1921 se funda la República Autónoma
Socialista Soviética de Crimea perteneciente a la recién creada Unión Soviética
tras la
Revolución Bolchevique de 1917. Así se llega a la Segunda Guerra
Mundial. Al finalizar la misma Stalin deroga la autonomía a Crimea y deporta a
los tártaros a Asia Central acusados de colaboracionismo con los nazis. Crimea
es poblada entonces por rusos étnicos. En 1954 el presidente ruso Jrushchov
transfiere la Península
de Crimea a la
República Socialista Soviética de Ucrania, manteniendo
Sebastópol bajo administración rusa ya que allí reside la flota del Mar Negro.
Tras la desaparición de la
Unión Soviética , Ucrania se independiza manteniendo a Crimea
dentro de su territorio.
El censo de
la población después de todos estos acontecimientos arroja la siguiente
composición: 64% rusos, 24% ucranios y 10% tártaros. Estos porcentajes pueden
haber variado sensiblemente por el regreso de miles de tártaros. No obstante,
el dato más significativo es la gran presencia de rusos étnicos y por tanto
prorrusos lo cual nos puede dar una idea de por dónde empieza a originarse el
conflicto que nos ocupa.
Los
acontecimientos se precipitan con enfrentamientos armados entre civiles, toma
de edificios emblemáticos, declaración de independencia de Crimea y Sebatópol y
unión de ambas a Rusia.
Pero este
conflicto es visto por la Comunidad Internacional como una violación del
derecho internacional.
Vladimir
Putin, líder ruso, pidió la autorización del Senado para intervenir
militarmente si fuera necesario. Esto lo justificó porque entendía que los
rusos que habitaban la
Península de Crimea debían de ser defendidos. En ningún
momento desautorizó las auto anexiones a su país y permitió que banderas rusas
fueran ondeadas en edificios públicos crimeos. Su ejército traspasó las
fronteras e incluso invadió el espacio aéreo ucranio. Armó a la población prorrusa y a la hora de
la verdad da a entender que la mejor manera de defender las fronteras es
expandir las fronteras. Con su actitud parece que quisiera volver a la gran
Unión Soviética de tiempos pasados. La Península de Crimea podría ser el primer paso.
Tanto
Estados Unidos como la UE
han condenado los sucesos que están teniendo lugar en Ucrania. Pero sobre todo
han censurado la actitud del líder ruso. Consideran que cuanto ha acontecido y
la reacción de Putin están fuera de la legalidad. Han mantenido conversaciones
bilaterales y multilaterales donde se ha llegado a amenazar con sanciones a
Rusia, algo que parece no haber asustado a Vladimir Putin.
El líder
ruso se siente fuerte por la dependencia energética que tiene Europa del gas
ruso. Esto ha hecho que Alemania haya tenido una postura ambigua consciente de
la importancia que tendría en su economía una negativa rusa al suministrarles
gas. En este caso parece que tiene más importancia la cuenta de resultados que
la legalidad internacional.
La
administración estadounidense ha
liderado las conversaciones con Vladimir Putin con Barack Obama a la cabeza. La
situación que se vive en estos momentos recuerda a la vivida en tiempos de la
ya superada Guerra Fría.
Las
consecuencias de una guerra tanto desde el punto de vista humano como económico
hacen pensar que el desenlace será pacífico y negociado porque a ninguna de las
potencias implicadas en el conflicto les interesa otra vía que no sea esa.
Inés García
Manuz
Estudiante
de secundaria, Colegio La Paz ,
Torrelavega (Cantabria)
Imagen NBC News
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