sábado, 4 de octubre de 2025

Una historia lejana


Cuando era pequeño, estaba muy feliz con toda mi familia. Mi padre trabajaba para nosotros y tenía una propiedad la cual mi tío quería vender, aun sabiendo que mi padre no estaba de acuerdo y por ello fue a la casa de mi tía, que vivía en otro sitio, para hablar con ellos y preguntar qué hacían con esa propiedad ya que mi tío no es una buena persona y solía trabajar con gente que hacia trabajos ilegales y también, a veces, trabajaba con los talibanes. Cuando mi padre quería salir dijo que yo también quería salir del lugar donde estábamos para hablar con otras personas a las cuales también pertenecía la propiedad.

A nuestro alrededor viven los talibanes, mi padre fue a hablar con sus hermanos porque no iba a vender la propiedad y ellos aceptaron. Más tarde mi tío y mi padre salieron, y este último me dijo que iba a hacer una cosa y nunca volvió mi padre, y hasta ahora no sabemos nada de él ni de con quien esta. La persona que conducía el coche en el que iba mi padre me dijo que los talibanes lo han cogido y que estaba desaparecido. Cuando mi tío llego a casa y mi madre pregunto por mi padre y el la respondió diciendo que no sabía nada. Mucha gente decía que era culpa de mi tío ya que mi padre no tenía buena relación con él. Como mi padre trabajaba para que nosotros tuviéramos dinero y que pudiéramos estudiar y ahora no estaba mi tío me dijo que tenía que trabajar yo.

En mi familia somos cinco, cuatro hermanos y mi madre.

Después de todo esto, yo empecé a trabajar en las tierras de mi padre como agricultor. Mi madre también quería hacer algo, pero mi tío no la dejaba, le decía que teníamos que trabajar nosotros, ya que mi padre no estaba ya que no estaba mi padre con nosotros, por eso mi madre a solía entrar en casa y lloraba mucho, porque no podía aguantar más. Por eso un día, cuando estábamos en casa, un vecino le explicó a mi madre que quería salir de este sitio. Cuando yo me cabreaba decía que no quería trabajar más, pero ellos me decían que era mi futuro, al igual que mi padre. Mi madre solía estar muy nerviosa por ese motivo porque no quería que me pasara lo mismo que a mi padre.

Un día mi madre empezó a hablar con gente para solucionar este problema, hasta que un día, finalmente, salimos de nuestra casa. Solamente con la ropa que vestíamos en ese momento y un poco de dinero, y así fuimos a la casa de mi tía. Esta llamo a mi tío que se enteró que estábamos con ella, por lo que tuvimos que irnos rápidamente de allí, porque sino tendríamos que trabajar para ellos todos mis hermanos, mi madre y yo, y de esta forma ganaban dinero.

De allí tuvimos que salir a Pakistán, porque era el lugar donde vivíamos antes aunque había muchas guerras y tampoco era un buen lugar para vivir, las tierras estaban cerradas, era muy difícil encontrar otro trabajo a parte del de mi tío,… Teníamos muy mala vida. Por eso salimos de Pakistán y fuimos a la casa de mi tío materno, pero él nos dijo que allí no teníamos un buen futuro, que podíamos morir, porque era una zona donde había atentados y que debíamos volver a nuestra casa, aunque él nos buscó una persona para que nos sacara de allí. Un día, mi tío, me dijo que tenía que comprar ropa para mi madre y para mí, y yo le pregunte qué era lo que pasaba y él me dijo que teníamos que salir de allí, también nos dijo que debíamos pedir dinero prestado a otras personas hasta recaudar treinta mil dólares solo para mi madre y para mí y me dio un pasaporte. Me dijo que teníamos que ir hasta Egipto, el Cairo, pero allí otra persona nos dijo que no podíamos vivir allí porque había muchos policías y te podían preguntar, además mi madre no sabía nada de inglés, solo yo sabía un poco, y era muy pequeño. Yo hablaba con los policías, en los controles de aduana,… Todas las personas se dirigían a mí, y claro, yo no sabía muy bien que decir porque si decía algo incorrecto podríamos tener problemas.

A la hora de salir de Egipto nos preguntaron por el pasaporte y de dónde veníamos y tuvimos un pequeño problema con eso, pero después de arreglarlo todo pudimos salir de allí sin problemas.

De Egipto fuimos a Barcelona. Después de pasar allí alrededor de veinte días, en noviembre de 2012, la cruz roja nos dijo que podíamos solicitar asilo en algún punto de España, por lo que decimos venirnos a Torrelavega, donde llevamos un año y medio.

Al llegar aquí empieza el trámite de solicitud de protección internacional, que es un trámite un poco complicado y como todo lo que tiene que ver con lo legal, lento, pero después de seis meses nos le dieron. Después de conseguirle, nuestro principal objetivo era traer junto a nosotros a mis hermanos, porque ellos se quedaron en Pakistán y allí no es un buen sitio para vivir, sobre todo estábamos preocupados por mi hermana.

Mientras intentábamos que mis hermanos vinieran yo iba al instituto a estudiar, ya que poco tiempo después de llegar aquí me matriculé en 4º ESO. Mi madre solía hablar con la abogada de la cruz roja, para solucionar el problema y que pudieran venir. La abogada llamaba todos los días por teléfono a Madrid para ver qué es lo que pasaba con nosotros, hasta que llegó a la embajada española en Pakistán, y mis hermanos consiguen contactar con la cónsul española, que ya sabía cuál era la situación, y después de muchos meses se consigue la autorización para que se puedan pagar los billetes de avión de mis tres hermanos hasta España y la embajada española les da un visado para que puedan viajar desde Islamabad a Doja, de Doja a Madrid y de Madrid hasta Santander.

Un martes nos llamaron y nos dijeron que ya estaban los billetes y que mis hermanos ya estaban en la embajada española con la cónsul, que se involucró mucho en este tema y nos ayudó en todo lo que podía, y fue ella misma la que,  el martes, con su chófer, los lleva hasta el aeropuerto para asegurarse de que embarcan sin problemas.

Mi madre estaba encantada, ya no era la misma que hace unos meses, la que no paraba de llorar por mis hermanos. Pero el jueves por la tarde nos llaman, y nos dicen que mis hermanos siguen en la embajada, porque en sus pasaportes no consta la entrada a Pakistán, por lo que no pudieron embarcar en el avión. Afortunadamente habían ido el cónsul y el chófer con ellos, porque si no, no sabemos qué hubiera pasado con ellos, pero lo que sí sabemos es que ese día no pudieron embarcar porque les faltaba ese matasellos de entrada, afortunadamente, no les retuvieron, creemos que era porque estaban con el representante diplomático español.

Imaginaros el bajón, que después de año y medio os digan que ya les tenéis aquí, que ya están yendo al avión, y que te llamen para decirte que siguen allí y no sabes por cuánto tiempo más, y ahora hay que conseguir que Pakistán les selle el pasaporte con el sello de entrada, porque ellos estaban en un campo de refugiados en Keta, entre Pakistán y Afganistán. Tuvieron que volver a Keta, mil kilómetros de vuelta, y al final, consiguieron el sello, todo esto con la cónsul española con ellos, tardaron un mes en conseguir el sello y otros billetes de avión.

Ya hace un mes y medio que estamos todos juntos, mis hermanos pequeños están en el instituto y mi madre está haciendo un taller de costura y estamos todos felices, a veces mis hermanos lloran por todo lo que hemos tenido que pasar para llegar a este punto de seguridad y protección. Hace ya más de tres años que no sé nada de mi padre. Actualmente, yo sigo estudiando, y pienso seguir estudiando porque es mi sueño y también era el sueño de mi padre y, aunque no esté tengo que cumplir su sueño, y estudiar. A mí me gusta la ingeniería.


Imagen: Lynsey Addario Imagen propiedad de: Edit by Getty Images

Copyright: 2014 Lynsey Addario

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