Eduardo
Izquierdo / EPE 2013 La Clave
Ya no suena
el rasgar de la madera en Carmona de aquellos albarqueros. Ni tampoco en Campoo
el retintinear de los martillos en el latón, para hacer aquellos campanos, que
ayudaban al sarruján a buscar los ganados entre los montes de Palombera. Ya no
suena el crujir de la madera de aquellos carros que antaño se hacían en
Cabuérniga, para su venta en Castilla. Ya las Panchoneras, no salen a vender su
pescado en los carpanchos, ni tampoco a arreglar las redes a las riberas. Ya
solo quedan vestigios del pasado entre las cabañas de la Vega de Pas, cuidando del
ganado y elaborando quesos, mantecas, sobaos y quesadas… Ya en el valle de
Trasmiera, no se ve a aquellos campaneros, que moldeaban las campanas de las
iglesias de toda la hispanidad.