Eduardo
Izquierdo / EPE 2013 La Clave
Ya no suena
el rasgar de la madera en Carmona de aquellos albarqueros. Ni tampoco en Campoo
el retintinear de los martillos en el latón, para hacer aquellos campanos, que
ayudaban al sarruján a buscar los ganados entre los montes de Palombera. Ya no
suena el crujir de la madera de aquellos carros que antaño se hacían en
Cabuérniga, para su venta en Castilla. Ya las Panchoneras, no salen a vender su
pescado en los carpanchos, ni tampoco a arreglar las redes a las riberas. Ya
solo quedan vestigios del pasado entre las cabañas de la Vega de Pas, cuidando del
ganado y elaborando quesos, mantecas, sobaos y quesadas… Ya en el valle de
Trasmiera, no se ve a aquellos campaneros, que moldeaban las campanas de las
iglesias de toda la hispanidad.
En
Cantabria, como en muchos lugares de España, los oficios de antaño se están
perdiendo, bien sea por la modernización, por el abandono de los pueblos, por
el desuso de sus productos, o por la aparición de maquinaria más eficiente.
En muchos
casos, como en el de los albarqueros, es un cúmulo de circunstancias, ese
calzado tan típico, ha quedado en desuso, excepto en zonas rurales, y en
atuendo de trajes regionales, y es que
su tallado conlleva un gran trabajo artesanal, ya que en una buena albarca, no
se puede usar maquinaria moderna, siendo
herramientas como, la zuela, el barrenu y la legra, herramientas, que ya
no se fabrican, y que es el propio artesano el que las elabora.
En el caso
del Sarruján, la vida ha cambiado y el oficio se ha modernizado. El Sarruján
era un chaval, que subía al puerto de montaña con el ganado de su pueblo en
primavera y bajaba al acabar el verano, es decir, cuando en el monte había
pasto. De esta forma se criaba una variedad de ganado bovino, llamada Tudanca,
siendo famosa, por su resistencia y su exquisita carne. Ahora, el ganadero sube
y baja en grandes camiones al ganado, debido a que ya existen carreteras
transitables, vigila el estado del ganado cada poco tiempo, y las reagrupa,
siendo este su trabajo.
Ni que
decir tiene el caso de los pasiegos, que viven desperdigados por las montañas
en sus cabañas de pizarra, ya casi todas abandonadas, por el éxodo de los
pueblos a las ciudades. Dejando de criar vacas, en semilibertad, en
explotaciones extensivas y dando lugar al abandono del medio rural, fomentando
la ganadería intensiva.
El pescado
ya no se vende fresco por las calles de las villas marineras y solo las mujeres
de pescadores más mayores, saben arreglar las redes, un trabajo laborioso,
costoso, y no pagado, que no invita a las nuevas generaciones a coger el
relevo.
En el valle
de Trasmiera, ya solo queda un taller campanero, siendo zona que ha
conseguido denominación de origen,
y famosa en todo el mundo por la calidad del sonido de sus campanas, se
dice que en España, no hay Iglesia o Catedral que no tenga o haya tenido una
campana trasmerana. Como ejemplos están las campanas de las campanas de la
catedral de Lima o la campana más grande realizada en España, fundida en 1753 de 14 toneladas y media destinada
a la catedral de Toledo.
En
definitiva el mudo actual, ha optado por olvidar lo que le define, sus
costumbres, sus tradiciones, sus lugares natales… España y gran parte del mundo ha perdido su
identidad, los oficios que le distinguían del resto de la raza humana.
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