El Partido
Nacionalista Vasco es un partido centenario, que desde su fundación a fines del
siglo XIX por Sabino Arana Goiti ha defendido una ideología democristiana y
nacionalista, dirigiendo las instituciones autónomas vascas durante todo este
periodo. De su seno se han desgajado varias formaciones que nunca han
conseguido representar a la sociedad vasca nacionalista e integrar un discurso
modernizador, tan distante de la violencia como el suyo.
Tras la
larga etapa de Xavier Arzalluz, Josu Jon Imaz, el destinatario de nuestra
primera entrevista dirige el PNV desde hace 2 años y medio, siendo el
presidente mas joven en alcanzar este puesto en el partido, y siendo el
discreto impulsor de una importante modernización y proyección internacional
del PNV.
De poco mas
de 40 años, Imaz, es doctor en Ciencias Químicas por la UPV , con premio extraordinario
fin de carrera. Realizo sus estudios becado por la Universidad de Navarra
y trabajando desde los 14 años para cubrir sus gastos, en una familia de cuatro
hermanos, donde su madre cobraba una modesta pensión de viudedad, tras la
muerte de su padre, cuando apenas contaba 8 años. Desde entonces ha crecido sin
detenerse, forjando uno de los curriculums más impresionantes de entre los políticos
vascos. Un hombre hecho a si mismo con tres grandes ingredientes: vocación, tenacidad
y dialogo. Nacido en Zumárraga en 1963, ingreso en el PNV a los 15 años. Comenzó
su carrera política como concejal en Zumárraga, en temas financieros. Tras
ello, ha sido consejero de Industria, Comercio y Turismo y portavoz del
Gobierno vasco, diputado por Guipúzcoa, diputado europeo y en la actualidad
presidente del EBB. Habla euskera, castellano, francés e ingles. Casado en
1995, tiene tres hijos de algunos meses y 5 y 7 años, y se jacta de haber
formado un hogar plural, donde no todos comparten sus ideas. Su mayor afición,
el montañismo.
Luís
Aramberri "Amatiño", arriba, cuarto por la izquierda, con más
periodistas
El
reportaje que ofrecemos se fraguó entre el 15 y el 29 de abril, gracias al
trabajo periodístico de Pablo Arce y Alvaro Serrano, iniciandose con una serie
de contactos con el departamento que dirige Maite Azkarate. Tras ello, una
provechosa conversación con Amatiño dio este resultado. Amatiño, el hombre que
mas nos ha ayudado es Luís Aramberri Mendizabal, responsable de prensa y
campañas del PNV, periodista, erudito, pensador y conocedor como pocos, desde
una mente privilegiada de la realidad y la historia del Pais Vasco.
Nacido en
1945 en Eibar, ha trabajado como periodista, editor y coordinador en Deia; ETB
y Eguna entre otras publicaciones, siendo columnista de varios medios a lo
largo de los últimos 30 años.
Responsable
de promoción cultural del Consejo General Vasco (1979), Director de Promoción Lingüística
del Gobierno Vasco (1980), Director de asuntos parlamentarios de la Presidencia del
Gobierno (1995), Director de relaciones de la Consejeria de Comercio,
Industria y Turismo (1999) y desde 2004 director de Comunicaciones del EAJ-PNV,
la ejecutiva del PNV. Esta en posesión de numerosos premios por su labor periodística
y en defensa de la lengua vasca. Ha sido testigo excepcional de la historia
reciente del País Vasco, estando considerado como un hombre culto, de gran
capacidad de análisis, dialogante y reflexivo, cuya presencia en los medios de
información vascos es constante.
De estos
dos hombres ha surgido esta primera mirada de paz.
¿El fin de
los atentados y la ausencia de victimas mortales, significa que en el País
Vasco, en este momento no hay violencia ni extorsiones, que hay libertad?
El 22 de
marzo se ha iniciado un camino. Nos toca verificar que esa voluntad expresada
por ETA en su comunicado se corresponde con los hechos. El nuevo tiempo
político nos exige compartir criterios y valoraciones sobre la validez del
abandono de la violencia. Y vinculamos nuestra valoración a una verificación
compartida entre las instituciones y partidos acerca del abandono de la
violencia y de su autenticidad. Una vez verificada esta voluntad con los hechos
(y ello exige a nuestro criterio la universalidad del alto el fuego, es decir,
que desaparezca de forma total la violencia y la amenaza para todos los
colectivos), se cumplirán las condiciones establecidas en la resolución que
aprobamos en mayo del 2005 en el Congreso de los Diputados, y se podrá proceder
a los contactos necesarios entre ETA y el Gobierno del Estado al objeto de
alcanzar un final dialogado de la violencia.
¿Qué
presenta este momento histórico que permita pensar que estamos ante el paso
definitivo hacia la paz, y en treguas anteriores no?
Las
expectativas de pacificación que ahora se abren son posibles porque, de hecho,
la sociedad vasca y las instituciones democráticas han demostrado su fortaleza
y superioridad frente a la violencia. Es la victoria de los principios éticos,
aun cuando queda, sin duda, un trabajo delicado por hacer. Hay muchos elementos
que han contribuido a dibujar y a vislumbrar un final definitivo para la
violencia en Euskadi, y que han actuado como factores propiciadores de la paz.
Cambios en el contexto internacional, cambios profundos en la sociedad vasca,
en su mentalidad, sensibilidad, concienciación, movilización en torno a las
víctimas que a lo largo de los últimos años han ayudado a achicar el espacio de
la violencia en el País Vasco, la transformación en el mundo de la izquierda
radical que durante años ha dado cobertura política a la violencia... Pero, sin
género de dudas, entre todos estos factores destaca la madurez de nuestra sociedad.
¿Qué es en
opinión de su colectivo, lo mínimo que se debe conseguir para consolidar la
paz?
No hay
mínimos. Paz es paz. EAJ-PNV plantea precisamente, como exigencia democrática,
que el diálogo resolutivo para el final del proceso no sea consecuencia de la
violencia, sino de su cese. El respeto a lo que los vascos, representados por
sus fuerzas políticas, decidan es incompatible con la vigilancia o el
condicionamiento que pueda ejercer una organización armada. Los partidos
políticos y las instituciones representativas son los únicos encargados de
garantizar el carácter democrático de los acuerdos que en todo momento se
alcancen, y ningún grupo armado puede pretender tutelar el proceso político. La
paz es la prioridad. Y en el diálogo con ETA, el futuro político de la sociedad
vasca no debe ser abordado. Hacerlo, vincular la paz a un proyecto político
determinado, por legítimo que sea, sería tanto como reconocer la validez del
uso de la violencia para alcanzar objetivos políticos.
¿Hasta
donde esta dispuesto su partido a ceder para conseguir la paz?
En el
momento actual todas las formaciones políticas asumen que una paz justa ha de
basarse en el principio de que, en democracia, las decisiones están únicamente
en manos de la ciudadanía. Lo contrario sería éticamente reprobable,
socialmente inaceptable y políticamente contradictorio. Un proceso de paz
debería de ser entendible, asumible y plausible para la opinión pública
democrática, tanto vasca como española. Cuando EAJ-PNV ha defendido un final
dialogado de la violencia lo ha hecho desde la experiencia histórica de que
este tipo de conflictos termina en una fase de diálogo y acuerdo, algo bien
distinto que conceder a una organización armada un derecho de decisión que sólo
compete a los vascos y a las vascas.
¿Quiénes
pueden ser los mejores mediadores para el proceso que se inicia?
Final
dialogado significa separar con nitidez el diálogo con una organización
terrorista del diálogo político sobre el que se construya el futuro de la sociedad
vasca. En este sentido, la propuesta de constituir dos foros de diálogo --uno
de ellos, llamado de pacificación, en el marco de la resolución del Congreso,
por los poderes competentes del Estado con aquellos que muestren una voluntad
inequívoca de poner fin al terrorismo al objeto de propiciar un final dialogado
de la violencia, y otro foro bien diferente, de normalización política, entre
los representantes políticos legítimos de la sociedad vasca-- permite dar
garantías democráticas a un proceso de este tipo.
Deberemos
marcar una clara separación conceptual entre ambos foros, como elemento de
higiene y garantía democráticas. Así, nuestras decisiones futuras, los acuerdos
políticos a los que los representantes políticos llegar, no estarán condicionadas
por una ETA que no ha sido capaz de aceptar ni la voluntad mayoritaria de los
vascos ni la legitimidad democrática de las instituciones que nos hemos dado.
Desde estas consideraciones, tenemos la certeza de que la ciudadanía vasca, y
también la ciudadanía española, estarán dispuestas a trabajar e impulsar con
generosidad las vías para hacer posible la reconciliación y la convivencia.
¿Qué
demanda su colectivo de cara a las negociaciones políticas que se avecinan?
Con
respecto al proceso de normalización política, demandamos que sea respetada la
decisión de la sociedad vasca y proponemos la asunción de un doble compromiso:
No imponer y no impedir. No imponer un acuerdo de menor aceptación que los
actualmente vigentes, y no impedir un acuerdo de mayor aceptación que los
actualmente vigentes. No imponer garantiza la aceptación, en clave de
aportación social e integración política, de la voluntad de la sociedad vasca;
no impedir evita el veto de las Cortes españolas. Se trata de aceptar, por
principio, la fórmula más democrática y más integradora.
¿Es
políticamente admisible para ustedes un País Vasco sin Navarra e Iparralde?
EAJ-PNV
aspira democráticamente a una articulación política entre los tres ámbitos
jurídico-políticos de Euskal Herria. Los nacionalistas de EAJ-PNV trabajamos
por la unión política de todos los vascos y nuestras convicciones democráticas
nunca nos permitirían aceptar una modificación de las decisiones políticas que
tuviera su origen en el chantaje o la imposición. Son los ciudadanos y ciudadanas
de cada uno de los diferentes territorios vascos y sus legítimos representantes
los únicos que deben poder decidir sobre la posibilidad de formar una única
comunidad político-institucional o sobre la articulación de cualquier otro
mecanismo de relación, de modo que, en todo caso, ha de garantizarse el respeto
y ejercicio efectivo de dichas decisiones, tal y como ya se establece en la Propuesta de Nuevo
Estatuto aprobado por el Parlamento Vasco.
¿Y si ellos
no quieren integrarse, que pasará?
¿Ellos?
¿Quiénes son ellos? Aquí no hay ni ellos ni nosotros. Todos somos igualmente
vascos, independientemente del ámbito político-administrativo en que residamos.
Un vasco ciudadano francés se ofendería si los de este lado de la frontera nos
pretendiéramos vascos auténticos o vascos de primera. EAJ-PNV tiene sedes,
afiliados, simpatizantes y cargos electos en los tres ámbitos, y todos ellos
están representados tanto en la Ejecutiva Nacional del partido como en la Asamblea Nacional.
Dicho esto, es evidente que la voluntad de los ciudadanos de cada uno de los
tres ámbitos del pueblo vasco debe ser en todo momento respetada.
Ciudadanos
vascos de distintas ideologías viven fuera de su país por motivos políticos.
¿Deben volver los presos, y además amnistiados?.¿Podrán regresar los no
nacionalistas y vivir en su tierra en libertad?
El daño
causado por la violencia es de tal envergadura que la normalización de la vida
social no será completa incluso desaparecida la violencia, porque quedan
heridas en las personas y en el tejido social. Por ello, en un proceso de este
tipo los partidos políticos y los agentes sociales deberemos velar por el
reconocimiento y la reparación de las víctimas. Y más allá de la solidaridad
personal, se hace imprescindible hacer constar el reconocimiento social del
sufrimiento injustamente padecido. Sin él, no será posible que la deseable
reconciliación se abra paso entre nosotros. Además, entre los objetivos a corto
plazo, el cumplimiento de las penas en cárceles próximas a su entorno social y
familiar de las personas privadas de libertad, la consideración de sus
familiares y allegados como potenciales agentes de paz y de reconciliación --y,
en ningún caso, como personas colateralmente culpables-- son, hoy mas que
nunca, elementos imprescindibles al servicio de la pacificación. Está llegando,
por lo tanto, el momento de dar, definitivamente, una nueva orientación,
consensuada, dinámica y flexible a la política penitenciaria y reitero el
compromiso del Partido Nacionalista Vasco con este reto. La resolución aprobada
en el Congreso de los Diputados en octubre de 1998, a las pocas semanas
del alto el fuego, puede ser un adecuado marco de referencia.
¿Esta en
marcha un proceso similar de dialogo en Francia?
Similar,
no. Pero portavoces autorizados del Gobierno francés han declarado públicamente
que, consolidada la paz, el diálogo político puede y debe ser posible en todas
sus manifestaciones. En el País Vasco ubicado en el Estado francés estaba
ampliamente generalizada la consideración de que la violencia de ETA
dificultaba cualquier reivindicación política. El fin de violencia favorece las
relaciones “transfronterizas” en el marco de la Unión Europea y deja
sin coartada a los defensores del “no”.
¿Cabría argumentar
que estamos ante un conflicto más cultural que político?
No es fácil
dirimir la frontera entre lo estrictamente cultural y lo exclusivamente
político. Basta remitirse a la autoridad de la Enciclopedia Británica
para atestiguar la existencia de una comunidad cultural y lingüística asentada
a ambos lados de los Pirineos a través de la historia. Es, también, un
conflicto político-económico-social que se remonta cuando menos 120 años
anterior al nacimiento de ETA. Y de todo ello da prueba fehaciente la propia
Constitución española de 1978 cuando, en su Disposición Derogatoria, deroga las
leyes abolicionistas de los fueros vascos de 1839 y 1876. Son muchos los
ciudadanos españoles que creen, equivocadamente, que los vascos disponemos de
determinadas competencias conseguidas bajo la amenaza de la violencia. Nadie
les ha explicado que, por ejemplo, los vascos hemos dispuesto
ininterrumpidamente de competencias en materia fiscal desde siempre, es decir,
desde antes de que se constituyera el propio Reino de España. Y esto no está
reñido con la solidaridad, es simplemente una forma distinta de gobierno, de
autogobierno en nuestro caso. La solidaridad y la buena vecindad no están
reñidas con la descentralización La dictadura de Franco fue mucho más
centralista que la democracia actual, pero la España de las autonomías es mucho más justa y
solidaria con Extremadura, por ejemplo, que lo fue la dictadura unitaria y
centralista.
Conseguidos
sus fines por los grupos nacionalistas, ¿Qué pasara en Euskadi con los no
nacionalistas?.
La
solución, tanto en la
Comunidad Autónoma Vasca como en la Comunidad Foral de
Navarra, pasa por alcanzar un acuerdo integrador entre todos. EAJ-PNV respeta
el pluralismo de la sociedad vasca. Queremos que el derecho de los vascos a
decidir su futuro se conciba como un espacio de encuentro, plantearlo de manera
que todos lo sientan y reconozcan como un derecho compartido. Respetar la
voluntad de los vascos incluye el respeto a los diferentes sentimientos
identitarios, tratando de integrarlos en un esquema de pacto y compromiso. Todo
ello debe ir acompañado necesariamente de un compromiso activo por parte del
Estado a favor de su plurinacionalidad. Sólo así será posible superar la
convicción instalada en determinados ámbitos sociales según la cual las
aspiraciones nacionales vascas encierran alguna ilegitimidad democrática.
En su
opinión ¿quien debe dirigir por parte vasca el proceso negociador, el
lehendakari, un parlamento elegido para tal ocasión, una mesa paritaria de
partidos o el gobierno central español?
Tanto los
partidos, cada uno en proporción a su representación popular, como las
instituciones, democráticamente elegidas, tienen su propia función que
desarrollar. Es evidente que nadie puede escapar a la responsabilidad de participar
e intervenir en la resolución del problema que en mayor medida ha afectado a la
sociedad vasca durante las últimas décadas. Pero los árboles no deben evitar
ver el bosque. La cuestión de fondo es el respeto a los derechos humanos, al
pluralismo, a la voluntad popular, a la aceptación de medios exclusivamente
democráticos y pacíficos, al diálogo sin exclusiones y al compromiso de aceptar
que todos los proyectos políticos defendidos democráticamente deben encontrar
las vías para la incorporación en el ordenamiento jurídico.
Se ha dado
un gran paso político para la paz, pero ¿existen las condiciones sociales que
permitan pensar que los odios y el rencor acumulado en algunos sectores
sociales no serán un obstáculo insalvable a medio plazo?
La convivencia
política es el reto. No es posible construir una nación cohesionada e integrada
ni sobre el enfrentamiento entre identidades ni sobre la imposición de un
proyecto ajeno a la voluntad de la sociedad vasca, expresada mediante una
consulta libre y democrática. Los conflictos de derechos, de valores y de
intereses entre unas y otras identidades en juego son permanentes e inevitable,
y de lo que se trata es de establecer compromisos y acomodos viables entre las
partes. El valor del pluralismo de la sociedad vasca es, en este contexto, no
un mal menor, sino un elemento consustancial, enriquecedor y positivo de
nuestra sociedad.
¿Qué
similitudes cree que existen con el proceso de paz norirlandés?.
Euskadi no
es ni Irlanda, ni Québec, ni por supuesto Cataluña. Euskadi tiene su propia
historia, sus propias reivindicaciones y su propia problemática. EAJ-PNV
entiende que la consulta a la ciudadanía, en ausencia de violencia, es una
exigencia política y democrática siempre que se propone una modificación
sustancial del marco de convivencia. Y en eso estamos. Euskadi debe buscar y
conseguir su propio modelo de pacificación y normalización política dentro de
un Estado plurinacional. No solo Euskadi es plural. También lo es España.
¿Qué
ocurrirá si, Dios no quiera, incidentes como el reciente de Navarra, dan al
traste con el proceso?.
Por de
pronto, los hechos han demostrado que incidentes como el de Navarra, aún siendo
totalmente rechazables y condenables, no han dado al traste con el proceso.
Adelantar los acontecimientos es, cuando menos, imprudente y, en todo caso, es
algo que prácticamente nadie lo desea en el conjunto de la sociedad vasca.
Imágenes de vicentvercher.wordpress.com, elcorreo.com
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