Alfonso
Peña, Miguel Gómez
Con la
eclosión de la nueva perla del fútbol español, Sergio Canales, se muestra la
cara amable de la juventud en el deporte. Un chico de la cantera surge y toma
protagonismo: gusta por ser de la casa y es un ejemplo a seguir por los demás
canteranos. Pero, ¿es oro todo lo que reluce? Por cada Sergio Canales hay miles
de jugadores a los que se les promete la gloria, desechando otras
oportunidades, para acabar desechados ellos mismos por el club que tanto les
había ilusionado.
Centrándonos
en el caso concreto de nuestra región, el deporte base de Cantabria está más
bien poco cuidado, siendo una de las peores regiones a nivel nacional en todas
las disciplinas. Esto hace que cualquier oferta tentadora por parte de otras
regiones seduzca a cualquier jugador, que cree que con ello tiene la vida
resuelta. Sin embargo, se dan de bruces al ver que todo lo que habían soñado se
desmorona sin solución alguna. ¿Pero es problema de los clubes? Imaginemos un
club grande, que busca jugadores por toda España. Su intención es encontrar a
una nueva estrella, aunque tengan que captar muchos jóvenes, es su trabajo el
prometer la fama y el éxito. Es cometido del jugador discernir entre estudios y
deporte, porque ese es el tema clave: la mayoría de los equipos no tienen en
cuenta el deseo de los jugadores de compaginar tanto estudios como deporte. Se
ven obligados a escoger y se decantan por lo fácil, cometiendo el grave error
de hipotecar su futuro.
A pesar de
la sonoridad del “boom Canales”, hay miles de casos antitéticos a éste, pues no
llegan a triunfar como su compañero. No se hace más que tapar una carencia del
deporte base en nuestra región, un campo cada vez menos cuidado debido a la
falta de fondos y facilidades para los jugadores, que deben buscarse la vida de
club en club. ¿Cual es el resultado? Cantabria no deja de arrastrarse en
competiciones nacionales, estando a un nivel bajísimo. No se debe tan solo a la
falta de calidad, sino al poco trabajo al que se someten los jugadores. Salvo
excepciones como el Racing, no se trabaja la cantera, lo cual deriva en el
problema principal: cualquier chaval que despunta se va en busca de ese trabajo
que aquí no se realiza, lo que le lleva a dejar sus estudios. Es un círculo
vicioso cuya causa principal es la poca y mala inversión que se realiza en el
deporte base de nuestra Comunidad.
Es de
extrema necesidad buscar una solución a este problema. Se están llevando a cabo
iniciativas, que aunque bienintencionadas, no son suficientes, como la creación
de distintas escuelas de tecnificación para que los chicos jueguen y mejoren.
Pero la raíz del conflicto no es solo esa, hay una carencia de instalaciones,
de encargados, de árbitro y entrenadores, en definitiva, de dinero. En el caso
puntual de nuestra zona, se dan casos de equipos que promocionan de categorías
pero que no pueden comprar la plaza por falta de dinero. La solución a este
problema es complicada, pues ese dinero invertido no es rentable hasta que
mejore la estructura de las categorías inferiores, por lo que el primer paso
debería ser establecer una organización coherente con campañas de cursos de
entrenador y creación de escuelas para futuras generaciones, que mejoren el
rendimiento regional. Se busca conseguir revertir la cadena para que los chicos
no necesiten renunciar a nada y puedan ser educados tanto en valores como
deportivamente en nuestra región. Por lógica sucesiva mejorará el rendimiento
de nuestros equipos de primeras categorías, y se multiplicarán los casos
Canales.
En
definitiva, la nueva perla del racinguismo debe sentar las bases de una
política renovada de canteras que impulse los jugadores y tenga como bandera la
educación de éstos, no teniendo que renunciar a nada por jugar al deporte que
aman, ya sea fútbol, baloncesto o cualquier otro deporte de equipo. Es una
empresa dura que debemos conseguir todos, con esfuerzo, trabajo y con una
organización depurada.
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