"Junto
a la destrucción del presente, la guerra siria está destruyendo el futuro con
cada escuela y cada maestro que mueren"
Ella soñó
con construir una vida en paz y transmitir sus ideales a niños que solo tenían
el sueño de ser libres en la tierra, pero se topó con una guerra. Esta es la
historia de Nesrin Ouis, exprofesora de la Universidad de
Damasco. Ouis estudió periodismo y trabajó en ello desde los 20 años en
diferentes revistas, webs, periódicos e incluso tenía un blog propio donde
escribía artículos diariamente. Lleva viviendo en España desde hace 6 años,
donde está haciendo su doctorado en educación y tecnología, y realizando un
Master de TIC en el aula.
Ella desde
pequeña quería ser periodista, pero su padre la dijo que tenía la lengua muy
larga para trabajar de ello. Como dice ella, “digo las cosas a la cara, como
debe de ser”. Su padre la dijo que podía ser profesora para así formar a miles
de niños con sus ideas y no meterse en problemas. Desde ese momento, su vida
profesional cambió.
Ella nos
cuenta como, hasta la guerra, Siria era un país “avanzado”: las mujeres podían
ir a la universidad, tener altos cargos, los niños iban al colegio… Pero la
tecnología tardaba más tiempo en llegar. Cuando daba clases allí no la gustaban
las malas organizaciones ni las rutinas desordenadas. En Siria, los niños
tratan más educadamente a los profesores, “el profesor es alguien que tiene un
tesoro y has de respetarle para que lo comparta contigo”, afirma Ouis.
Nesrin vino
a España en el 2011 gracias a una beca que la ofreció el Gobierno sirio para
poder ampliar sus conocimientos. Se decidió por venir a la península para poder
aprender una nueva lengua, y ahora se encuentra trabajando en la Universidad de Salamanca
donde realiza charlas y congresos.
Según sus
ideas, el sistema educativo de España es muy diferente al de Siria. Nos cuenta
como, allí, los niños y niñas empiezan a ir al colegio con un año. Llevan los
mismos uniformes para que no surjan desigualdades entre chicos y chicas, ni
envidias como puede suceder en España.
La
profesora narra la división de Siria y el modo de vida de cada parte del país a
día de hoy. En la parte de Siria que está en manos del gobierno, los niños
reciben una educación normal, aunque con menos materia y una menor cantidad de
libros, “pero al menos hay enseñanza…” reflexiona. "En esta parte, puedes
entrar a un aula y encontrarte más de cien niños dentro de una clase",
describe la joven siria. En la zona que está tomada por el yihadismo, los niños
reciben muy pocas horas de educación a la semana, y las pocas que reciben lo
hacen con “la historia de la humanidad completamente cambiada”, asegura. En la
zona del DAESH, no se recibe ningún tipo de educación, los niños solo se forman
en una asignatura, a la que ella suele llamar “asignatura del odio”, en la que
aprenden a odiar a todos los que no son como ellos. Debido a todo esto, en
Siria, cada niño tiene conocimientos diferentes al resto. “La guerra está
destruyendo la humanidad y su historia. La memoria y el dolor ya están hechos,
y no se pueden borrar”, se lamenta.
Nesrin
tiene actualmente a su familia viviendo en Siria, con los que no habla desde
hace más de una semana. La familia de la joven vive en condiciones pésimas, con
una hora de agua y otra de luz al día. Se levantan a las 5 de la mañana para
poder ver la luz del sol en algún momento del día. Esta última temporada, han
pasado mucho frío y tuvieron que recurrir a la Asociación Media
Luna, la cual reparte mantas y ayudas a los más necesitados. Ella nos cuenta la
dura historia diaria de su familia con lágrimas en los ojos por el dolor y la
impotencia.
Hace un
tiempo que puso en marcha con sus amigas un pequeño proyecto por el cual
mandaban libros electrónicos para que los niños pudiesen adquirir conocimientos
y compartirlos con sus compañeros. Asegura que hay una generación perdida
totalmente por la guerra, pero nosotros, personalmente, no podemos hacer nada
para mejorarlo.
“Si algún
día el mundo deja de comprar armas será la forma más fácil de terminar con la
guerra. La compra-venta de armas hace que se sigan construyendo armas y haya
tráfico ilegal de ellas. Todo esto hace que se continúe destruyendo el mundo
poco a poco. Si las armas desaparecieran, viviríamos en un mundo más
feliz”, explica Nesrin.
Mario
Pisano. Imagen Lucas Criado
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