Las elecciones presidenciales de 2016 tuvieron un impacto muy grave en la política estadounidense y mundial. En términos de la dinámica electoral estadounidense, esto presagia no solo una grave ruptura, sino también una brecha de bostezo en la forma en que la política se había llevado a cabo en su forma tradicional. La ideología del presidente Donald Trump era en gran medida de populismo, nacionalismo económico y el escepticismo más profundo hacia las instituciones tradicionales; resonó con millones de votantes.
Uno de los principales pilares de su
ideología ha sido America First, un eslogan que se asocia con prioridades
políticas nacionalistas y proteccionistas. Esta idea enfrente las prioridades
políticas para los Estados Unidos en todos los ámbitos, desde el comercio y la
inmigración hasta la política exterior.
Trump criticó los acuerdos comerciales
multilaterales por supuestamente perjudicar a los trabajadores estadounidenses
e impulsó medidas para proteger las industrias nacionales. El stand incluyó una
política migratoria endurecida, entre otras cosas, la construcción de un muro
en la frontera mexicana que servirá como monumento a su promesa de detener el
flujo de inmigración ilegal.
Además, su estilo político fue polémico
al cuestionar lo que era políticamente correcto. Arraigado en las redes
sociales, especialmente en Twitter, Trump parecía sugerir una relación directa
con su electorado que generalmente eludía los filtros de los viejos medios de
comunicación. Su estilo no solo estableció la narrativa pública a su favor,
sino que también creó quizás el entorno político más polarizado de la historia
de la política estadounidense.
Pero la ideología del Turismo sería casi
invisible sin las circunstancias: decepción general a través de los estratos
sociales con la globalización, la pérdida de empleos en la industria y la
sensación de que las élites políticas no defendían los intereses de la gente
común. De esta manera, capturó las frustraciones de aquellos que se sintieron
decepcionados por el sistema con su retórica anti-establecimiento y promete
"drenar el pantano" en Washington.
Trump ya
había sacudido tal base con el lenguaje divisivo que
usaba y sus posiciones controvertidas durante casi dos años en el poder. Si
bien muchos criticaron tal retórica y tomaron una fuerte relación con sus
controvertidas posturas, no había duda de que su efecto en el panorama político
estadounidense era palpable. Causó una reorganización de la identidad dentro
del Partido Republicano más en la línea de su visión nacionalista-populista,
desafiando algunas de las corrientes más sólidas del conservadurismo. Si ese
legado es bueno o malo es una cuestión de debate: para algunos, atestigua cuán
poderosas pueden convertirse las voces que fueron excluidas; para otros, ha
sido la destroza de los valores democráticos y la cohesión social. Lo que está
claro es que su influencia ha cambiado la conversación política, marcando un
punto indeleble no en la historia contemporánea en los Estados Unidos, sino en
todo el mundo
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