lunes, 24 de octubre de 2011

Nostradamus y sus profecias

Muchos de nosotros habremos oído hablar de Nostradamus, gracias a las innumerables profecías que este personaje escribió, ya sean aquellas en las que acertó, las que no lo hizo, y las más importantes, las que están por venir; ¿Pero, que sabemos de este personaje, en realidad?


Bien, antes de hablar de las profecías, cabe decir quien fue este personaje, como vivía y como llegó a escribir las susodichas profecías.


Su nombre real era Michel de Nôtre-Dame; Nació el 14 de Diciembre de 1503 en una región del sur de Francia. Su familia, de origen judío, tuvo que convertirse a la religión católica cuando las autoridades de la Provenza forzaron a todos los judíos a “convertirse”. De niño, Nostradamus ya demostraba grandes aptitudes para las matemáticas y la astrología, pero con ciertos aires revolucionarios para la época, pues apoyaba las teorías de Copérnico.


Tras aprender los rudimentos de la medicina con uno de sus abuelos, estudió en Aviñón y en la Escuela de Medicina de Montpellier. La peste de 1525-1529 le obligó a salir de aquella ciudad y a ejercer como médico (aunque no había obtenido todavía de forma oficial su título), en Narbona, Toulouse y Burdeos. Mientras se hallaba viajando encontró e intercambió información con varios doctores, alquimistas, cabalistas y místicos renacentistas en la clandestinidad. Sus conocimientos como apotecario le fueron de utilidad para crear la "píldora rosa", la cual fue muy aclamada en la época por ofrecer una solución médica para la peste al contener aparentemente una fuerte dosis de vitamina C.


Cuando Montpellier quedó liberada de la epidemia de peste, regresó a esta ciudad, donde por fin obtuvo el título de doctor, y a continuación se estableció en Agen. En esta otra ciudad se casó y tuvo dos hijos, pero muy pronto fallecieron ambos, al igual que su mujer, lo cual le llevó a emprender un largo viaje de más de diez años en que procuró olvidar sus desdichas familiares y profundizar en sus conocimientos médicos y astrológicos.


En el año 1544 volvió a casarse, con una bella heredera de Salon, ciudad en la que fijó su residencia. Cuando al año siguiente volvió a estallar la peste, sus servicios fueron requeridos en diversas ciudades francesas. En Lyon fue donde cosechó sus mayores éxitos y donde mayor fama ganó, aunque diversas rivalidades con varios colegas celosos de su fama le obligaron a volver a Salón, donde se dedicó a escribir diversas obras médicas. En su refugio, profundizó todavía más en bibliografías astrológicas y adivinatorias, y comenzó a redactar él mismo sus célebres Prophéties ("Profecías"), cuya primera edición,( que incluía siete "centurias"), vio la luz en el año 1555.


Pero, ¿Por que escribió estas profecías, y lo más curioso de todo, como podía deducir que todo lo que el “veía” ocurriría?


La gente de Salón se había acostumbrado a verle pasar por calles y plazas cubierto con su larga capa negra agitada por el viento. No dudaban en detenerle pare consultarle los más diversos problemas. Tal era realmente su fama que todos le tenían por un gran sabio en el más completo sentido de la palabra; y así cualquier asunto que se desease aclarar, cualquier problema que les preocupase, le era expuesto inmediatamente para escuchar sus sabios consejos. Siempre tenía la respuesta más exacta y el remedio más apropiado para todos los males. Pero después completamente solo, en el silencio de la noche, Nostradamus se acomodaba en el sillón, rodeado de los instrumentos que utilizaba para observar los astros. Después, (Según explica el propio adivino en la primera centuria), su técnica adivinatoria se basaba en sentarse delante de un trípode frente al cual había un recipiente de cristal con agua, hasta que llegase, en forma de llama luminosa, la inspiración profética. De esta forma, Nostradamus leyó, por primera vez, un futuro doloroso para sus seres más queridos: la esposa y sus dos hijos pronto morirían.


Y cuando se cumplió puntualmente aquel trágico vaticinio, Nostradamus, impotente, se vio obligado a aceptar la decisión de un destino que se le había dado a conocer, pero en el que no podía intervenir para detenerlo.


En 1558 publicó una nueva edición de su obra, con tres centurias añadidas, que no hicieron sino acrecentar su fama. En el año 1564 le visitaron en su casa de Salon Carlos Manuel de Saboya, la princesa Margarita y el mismo Carlos IX, que le nombró su médico personal.


Pero, ¿Deberíamos creer a estas profecías? Algunas de estas ya se han cumplido, como por ejemplo:


Una de las predicciones más trágicas e inmediatas del sabio francés se relaciona con la muerte del rey Enrique II:


"El león joven vencerá al mayor en una palestra y en un solo combate. Le atravesará los ojos en su jaula de oro. Dos heridas en una, luego morirá de muerte cruel."


Cuatro años después, en 1559 el rey -cuyo símbolo heráldico era el león- se presentó a un torneo amistoso con el oficial Montgomery. La lanza que este potaba atravesó sin querer la visera del casco del rey Enrique lo hirió en un ojo y la garganta, lesiones que le produjeron la muerte.


Quizás la más famosa sea la que se refiere al atentado terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, que distribuirse en foros, listas de discusión y correo electrónico. En el mensaje dice lo siguiente:


"En la ciudad de Dios habrá un gran trueno.


Dos hermanos destruidos por Caos.


Mientras la fortaleza resiste


el Gran Líder sucumbirá


La Tercera Gran Guerra comenzará cuando la Gran Ciudad arda.”


Ya depende de nosotros el como queramos analizar sus profecías, pues al estar escritas en un lenguaje metafórico, no sabremos con certeza a que se refieren; pero si la gente quiere seguirlas literalmente, los fanáticos del fin del mundo, están con suerte, según Nostradamus el fin de la humanidad no será hasta el año 3797.


 

 

Manuel Rueda
Colegio La Paz – Torrelavega Cantabria)
Imagen Guru.com

 

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