jueves, 25 de febrero de 2016

Las heridas no cerradas del franquismo



Nos olvidamos de nuestro pasado, nos olvidamos de nuestros antepasados. O ciertas personas quieren que lo olvidemos. El popular José Joaquín Peñarrubia acusó el pasado 8 de Octubre al PSOE de “dar la murga al exigir partidas presupuestarias para buscar a los desaparecidos de la Guerra Civil y Dictadura”. “No hay demanda para exhumaciones ni más fosas de la Guerra civil que descubrir” señaló también el popular.
Unas declaraciones dañinas para unos familiares que exigen cerrar heridas, pero explican que para poder cerrarse necesitan localizar y enterrar a sus familiares.


Unas declaraciones dañinas en un país que según la ONU es el segundo –tras Camboya- en número de desaparecidos que se encuentran en fosas comunes. En cifras más concretas, España tiene al menos 113.000 desaparecidos en fosas comunes, llegando a más de 200.000 desaparecidos, contando los que están en fosas comunes y sin localizar, como pueden ser los “niños robados del franquismo”.

En los últimos doce años tan solo se han abierto 332 de las más de 2000 fosas comunes –según datos del gobierno-. Una cifra que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Historia (ARMH) estiman en el doble, es decir más de 4.000.

Estos datos, son solo un ejemplo de que el señor Peñarrubia no debe estar ni mucho menos contento, sino que durante los cuatro últimos años del mandato de su partido deberían haber actuado.

Hay centenares de miles de familias que piden los cadáveres de los suyos, para poder cerrar las heridas. La derecha más rancia y trasnochada se ampara en “no reabrir viejas heridas”, pero resulta complicado reabrir una herida cuando esta aun no ha sido cerrada.

No puede ser cerrada si las familias no tienen una lapida a la que dirigirse, no puede ser cerrada si no existe un lugar con el nombre del familiar donde ir a llorar o a llevar un ramo de flores.

La herida no puede ser cerrada cuando nos rodean miles de calles de asesinos franquistas, la herida no puede ser cerrada cuando una víctima vive en una calle cuyo nombre es la del dictador, o la de otros generales o franquistas que tienen las manos manchadas de sangre.

La “vieja herida” no puede ser cerrada cuando tiene que ser la justicia argentina la que intente juzgar a torturadores franquistas, como el caso de Antonio González Pacheco, “Billy el niño”. Un cruel y sádico torturador que muy posiblemente podría estar relacionado con el asesinato de Enrique Ruano, y que se le relacionó con la conocida como “Matanza de Atocha”. Y más aun cuando la justicia española no para de poner trabas al proceso que lleva la jueza María Servini.

Recuerden para reabrir una herida primero tiene que estar cerrada, y el Gobierno de España no parece tener intención de cerrar las heridas.

Álvaro Saenz

Estudiante de historia y periodismo

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