“La
educación ha hecho por la justicia, el equilibrio y la igualdad en este país lo
que nada ni nadie hará jamás”. Unas palabras tan firmes y llenas de convicción
no podían pertenecer a otro que Ángel Gabilondo, un acérrimo defensor de la
educación como pocos quedan en nuestro país. Licenciado en Filosofía y Letras,
su vida ha girado en torno a dos ejes en apariencia dispares: la docencia y la
política.
Sin embargo, él tiene muy clara la conexión entre ambos. “La docencia
también forma parte de mi modo de entender la relación y la comunicación con
los demás”, afirma. “Los pocos conocimientos que uno tenga, los tiene que
compartir con los demás. Y eso es un compromiso social, al igual que la
política”. Entregado a dicho compromiso, llegó a la cartera del Ministerio de
Educación en 2009. Y es ese el compromiso que sigue intentando alcanzar hoy en
día, tras casi tres años como ministro y su posterior (y actual) andadura en el
PSM.
Nunca ha
apartado la educación de su mente, y es por eso que se ha convertido en su
principal preocupación. Lógico, en tiempos como estos en los que estudiantes y
profesores se ven obligados a salir a la calle para luchar por sus derechos. En
los que el dinero de las arcas públicas destinado al sistema educativo se
considera un gasto, en lugar de una inversión. Algo impensable para Gabilondo.
“Si usted cree que invertir en educación es malgastar, pruebe usted a invertir
en ignorancia. Se va a enterar de lo que es en verdad gastar y
malgastar”.¿Existe una solución, pues? Por supuesto, y como siempre, está en
los países nórdicos, que se convierten casi en una utopía divina. Pero
Gabilondo está convencido de haber encontrado su fórmula secreta: la
estabilidad legislativa. En España nos cuesta concebir un sistema educativo que
no se modifique prácticamente de arriba a abajo con cada cambio de gobierno.
Esa es precisamente nuestra lacra, que, según el ex-ministro, hay que paliar lo
antes posible. “Yo no soy partidario tanto de que se quite la LOMCE para poner una ley de
otro partido, sino que se quite para ser sustituida por un gran acuerdo social
y político”.
El acuerdo.
Otra palabra que acude con presteza a la boca de los políticos estos últimos
meses. Gabilondo también tiene en cuenta el difícil panorama de gobernabilidad
que se presenta con la pluralidad política que hemos empezado a descubrir en
España, pero, sorprendentemente, se muestra más que contento ante la situación.
Le alegra que todos los partidos por fin hablen de un pacto por la educación,
pero teme la relación que muchos establecen entre el término “nacional” y una
centralización del sistema, pues defiende fervientemente una educación
descentralizada. Pero eso no significa que le tenga miedo a enfrentarse a las
diferencias de puntos de vista. Al contrario. “El acuerdo es eso, ponerse de
acuerdo con alguien que no piensa como tú”, declara: “Yo lo hago por
convicción, pero quien no lo haga por convicción, que se prepare, porque lo va
a tener que hacer por necesidad. Yo estoy enfermo de consenso”.
Candela Marcos, Carlos Edilla,
estudiantes de 2º de bachillerato
Imagen Candela Marcos
estudiantes de 2º de bachillerato
Imagen Candela Marcos
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