El
diccionario de la Real
Academia Española define los derechos humanos como “aquellos
que son inherentes a la dignidad humana y resultan necesarios para el libre
desarrollo de la personalidad”. Pero, en pleno siglo XXI, parece que aún no
tenemos claro cuáles cumplen esta condición. Fijándonos en gente con nombre nos
perdemos historias como la de Hugo que, sin duda, son un verdadero ejemplo de
esta realidad. Un chico como cualquier otro que decidió luchar por ser feliz,
¿y no es eso lo que todos perseguimos?
Pregunta:
¿Cuándo te diste cuenta de que eras transexual?
Respuesta:
Cuando yo tenía tres años ya le dije a mi madre que quería mear como mi padre,
pero yo todavía no conocía el término de la transexualidad. Con doce años
seguía sin conocerlo, pero con la familia y los amigos, que vi que lo
aceptaban, empecé a comportarme como yo me sentía, como un chico. Me costó
porque aunque desde pequeño no me sentía cómodo con mi sexo, estaba confuso:
como no sabía ni que eso existía, ni si era raro o qué era lo que me pasaba… Ya
a los trece años descubrí lo que era la transexualidad. El mayor miedo fue
contárselo a mi familia, porque al fin y al cabo son las personas con las que
convivo día a día. Hay familias en las que, por cosas como esta, te echarían de
casa. Primero se lo conté a mi padre y reaccionó muy bien, y después a mi
madre, a la que le costó más. Luego a mis amigos. Yo siempre he sabido muy bien
con quien juntarme, y mis amigos siguen siendo los mismos desde 1º de primaria
hasta día de hoy. Todos lo aceptaron y me apoyaron.
P: ¿Cuál ha
sido tu mayor apoyo?
R: Tengo
claro que no he tenido un sólo apoyo, sino varios, porque podría decir que mi
padre, al igual que mi madre, al igual que una amiga o al igual que un amigo.
Todos me han apoyado por igual. Pero si sólo pudiera decir uno, tendían que ser
mis padres, porque al final son los que me han llevado a médicos, al psicólogo,
a cirugías…
P: ¿Por qué
tienes que ir a un psicólogo? ¿Por ser transexual?
R: Cuando
fui la primera vez tenía doce años, y entonces no sabía muy bien a dónde iba.
Sinceramente, iba al psicólogo pero no sabía para qué. Luego ya me di cuenta de
que yo nunca había necesitado un psicólogo, es decir, no he tenido un problema
de “estudio”. No necesito que una persona me reafirme lo que ya sé que
realmente soy.
P: Hoy en
día está claro que la transexualidad se admite mucho más que antes, pero ¿crees
que es más por pasotismo que por conocimiento? ¿Siguen existiendo prejuicios?
R: Yo creo
que sí se acepta mucho más que antes, pero sigue habiendo gente que te insulta
por la calle por el mero hecho de lo desconoce totalmente. Otros pasan
absolutamente de ti. Si la gente tuviese un mínimo de conocimiento de cómo se
pasa siendo transexual, gay, lesbiana… Yo creo que lo aceptarían mucho más
todavía y dejarían de ser tan ignorantes.
Por otra
parte, las personas que tienen que vivir esta realidad en su día a día son
admirables. Hay una asociación de transexuales en Santander a partir de la cual
yo he podido conocer a más personas, tanto padres como niños. Hubo una reunión
hace poco y había niños incluso de seis años, cuyos padres los aceptan y apoyan
al cien por cien. Creo que es una alegría para todos que ya no tengan que
esperar a tener diecisiete o dieciocho años para sentirse contentos consigo
mismos.
P: ¿Sirve
internet para informarte o te desconcierta más?
R: Internet
está bien, porque es una plataforma guay, en la que todo el mundo puede
descubrir cosas, pero hay muchas burradas también. Lo que hay que saber es con
qué página y persona dar.
P: ¿Cómo te
definirías? Nosotros pensamos que hay que ser valiente para reconocer lo que se
es y mostrárselo a los demás.
R: Hay
mucha gente que me dice que soy muy valiente, pero yo creo que tampoco hay que
verlo así. A mí me da mucho apuro que me lo digan, porque no es que sea
valiente, simplemente quiero ser feliz. Cuando lo conté tenía miedo, porque
vivo en un pueblo pequeño. Pero al final no es valentía, sino tener orgullo
para ser feliz. Y mi forma de serlo es así, cambiándome de sexo.
Carmen Buendia
estudiante de 4º de ESO
Colegio La Paz (Torrelavega)
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