Ricardo
Fernández Herbosa
Las
crónicas que cada mañana nos remite el enviado especial de RNE en Palestina,
Fran Sevilla, nos trasmiten reiteradamente la imagen de un paisaje
espeluznante, donde el hombre ha sido reducido a uno de sus estadios más
inferiores. Y no nos referimos a las víctimas. “La humanidad ha acabado en
Yenín,” espetaba un preocupado filósofo estos días. Pero la humanidad no solo
está acabando en Yenin. La locura colectiva, unida a la voraz represalia de la
naturaleza también sigue actuando en Afganistán. Y la avidez de poder
y odio del
hombre sigue campando en Zimbabwe o en Venezuela.¿Queda un palmo de terreno
para la esperanza?. Eso es lo que una mente joven se pregunta, no sabiendo si
hallará respuesta.