Gema Sánchez
Cuevas
Mi abuela,
apasionada de lo natural y amante de la discreción y la sencillez, solía
acercarse a mi cama, a ofrecerme calor y a traerme a María. Cuando la recibía,
se oía un suspiro, mi abuela me acercaba la leche caliente, y entre las dos me
sanaban. Pero María no sólo ha estado junto a mí en las tardes grises de gripe
y varicela. En los días de sol, en las tardes de playa, en las noches de
invierno y chocolate. Ha sido mi amanecer y mi merienda, el entretenimiento de
mis manos, cuando nerviosas desmigaban su piel sobre el suelo, como intentado
tupir de harina y trigo tostado mis pies. Hoy echan a María de su casa, y su familia
desespera con su ausencia. Yo no entiendo de capacidad instalada, ni distingo
inversiones netas de emitidas. Solo sé que María nunca será tan bonita como
entre sus vecinos, tan dulce como en sus tierras palentinas, y tan propia de
alguien como de las gentes que desde siempre y en Aguilar de Campoo han hecho
nuestros días de niño más redondos
PD. María:
Torrelavega te quiere palentina.
Imagen
Elpais.com
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