Laura Álvarez
Desgraciadamente,
la percepción de que una nueva epidemia está amenazando la salud, e incluso la
vida de los adolescentes españoles, es unánime. Estamos hablando de la anorexia
y la bulimia. La situación es tan preocupante que ni siquiera hay camas suficientes
para hospitalizar a tantos enfermos, y lo que es peor, no es posible hacer un
seguimiento adecuado de los pacientes cuando vuelven a sus casas y esto provoca
la recaída de muchos de ellos. La atención sanitaria no es adecuada y no se
sabe exactamente como tratar estos problemas.
Han bastado
sólo diez años para que las cifras sobre la incidencia de dichas enfermedades
en España se igualen a las del resto de los países europeos, convirtiéndose así
en la tercera enfermedad (tras el asma y la obesidad) más frecuente entre los
adolescentes. Aproximadamente una de cada 100 adolescentes de entre 14 y 18
años cae en la anorexia, mientras que un 2,4% desarrolla bulimia. Aunque la
anorexia nerviosa afecta 15 veces más a mujeres que a hombres, las estadísticas
muestran cómo los varones han empezado a verse afectados cada vez más por estas
patologías.
Pero, ¿qué empuja a la gente joven hacia estas enfermedades? Las
causas son muy diversas, pero las más importantes son las siguientes. En las
últimas décadas, para triunfar socialmente, una condición indispensable es
estar delgado.
La
publicidad, principalmente, se encarga de transmitir que éste es el único medio
de obtener la felicidad y el éxito. Además, la incorporación de la mujer al
mundo laboral ha facilitado que muchos adolescentes que comenzaban a hacer
dietas dejasen de ser controlados por la familia y acabaran transformando esa
mala alimentación en una enfermedad grave.
Tengamos en
cuenta que si los padres no llevan una alimentación equilibrada y adecuada, sus
hijos no van a hacer más que adquirir una mala conducta alimenticia.
La
competencia entre las amigas por perder unos kilos de más. Entre unas y otras
se influencian gravemente. Incluso se apoyan y respaldan para seguir ayunando y
perdiendo peso.
El divorcio
de los padres, la sobreprotección de los hijos, la muerte de un familiar,
antecedentes familiares de anorexia o depresión e, incluso, ser el primero o el
último de los hermanos son otros factores precipitantes.
El perfil
tradicional de las víctimas es una chica de edad comprendida entre 14 y 18 años
(aunque los estudios sitúan las edades de riesgo entre los 12 y 25 años), de
clase media-alta. Sin embargo, debemos admitir que la enfermedad afecta ahora a
todas las clases sociales y empiezan a presentarse casos de personas mayores de
30 años que sufren este trastorno.
La
diferencia entre anoréxicas y bulímicas es que a las primeras se las descubre
antes debido a su delgadez extrema, mientras que las otras suelen mantener el
mismo peso.
Las consecuencias
son la amenorrea (pérdida de menstruación) que puede verse relacionada con la
aparición de osteoporosis, la reducción del tamaño del corazón y otras
alteraciones.
Y, ¿cómo
combatirlo? No hay discrepancias.El tratamiento de los trastornos de la alimentación
debe ser multidisciplinario: aspectos nutricionales, psicoterapia, terapia
familiar, farmacoterapia... Desde luego, la detención precoz siempre juega a
favor del paciente. Pero lo más importante es la concienciación y la
disposición de información suficiente. Y para ello, introducir una asignatura
sobre nutrición en escuelas, para que los pequeños aprendan cuáles son sus
necesidades alimenticias y lleven siempre un estilo de vida sano.
Imagen nutriicionarmonia.blogspot.com
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