Paula
Puente Lloreda.
La carrera
armamentística de los países desarrollados comienza a tomar un impulso bastante
peligroso, despegando en países o potencias (nombre más adecuado) como EE.UU.,
Rusia, China, y Francia. Estos “gigantes” incrementaron sus gastos militares en
las últimas décadas, a partir de la Guerra Fría , época en la que comienzan las
transferencias de vastas cantidades de equipos de defensa a las regiones del
Tercer Mundo; los conflictos internos de los países en desarrollo, así como las
luchas entre ellos se convierten en un mercado muy atractivo en el que las
superpotencias por acuerdos políticos y económicos hacen "su agosto".
Irónicamente
los territorios con menos ingresos económicos, pero sí en materias prima, como
puede ser el petróleo, plutonio, carbón, diamantes, plata, son los mayores
demandantes de armamento.
Esto es debido al desarrollo internacional del
militarismo que es la estructura del desarrollo del imperialismo, de la
división del trabajo y del abuso del "Tercer Mundo", de la carrera de
armamentos y de la economía guerra y de la separación mundial en dos bloques:
el oprimido y el opresor, teniendo en cuenta la amenaza de destrucción nuclear
del planeta. Ejercen un control organizado estructuras militares como la ONU. Esto significa que
la manera de poderles controlar es sumirles en la banca-rota. Son peones en una
partida en la que el objetivo no es dar jaque mate sino acumular más masa de
dinero y poder. Como el gasto militar no es productor de “riqueza”, la carga
económica es acumulativa. Lo que conlleva que pasados ciertos años, el arsenal
tenga que ser repuesto. El problema que se puede plantear es si el presupuesto
será viable. El panorama ante estas perspectivas no deja de ser alarmante y
bastante negro.
No es desdeñable, sin embargo, la función
económica que la industria ejerce en el desarrollo social y tecnológico. Así la
investigación con fines militares supone el control ideológico y económico de
la investigación a nivel mundial y del desarrollo científico, y el control de
la tecnología por parte del ejército. Como último apunte cabe citar que los
aparatos militares consumen una gran cantidad de recursos económicos y humanos.
Esto implica que a medida que se renuevan, profesionalizan y especializan los
ejércitos se produce un aumento en el presupuesto que implica la disminución
del dinero destinado a los gastos sociales.La función política de los gobiernos
sería la de regular y no permitir abusos sobre las regiones pobres, actuar de
intermediarios y reguladores, sin dejarse dominar por los poderosos. Lo malo es
que esto raras veces sucede ya que se dejan prevaricar y no lo condenan.
Existen algunas organizaciones internacionales ( Naciones Unidas, UNESCO), y
organizaciones no gubernamentales (Amnistía Internacional) que intentan
trabajar en este campo con mayor o menor acierto. Desde ahí cabe pensar en una
esperanza, no encaminada hacia la resolución únicamente de los problemas, sino
más hacia un cambio en los esquemas y estructuras gubernamentales de los
gobiernos occidentales con economías capitalistas.
Los grupos antiglobalizacion y antimilitarismo
son conjuntos de personas que piden una resolución de la situación global y las
relaciones internacionales; Así que deciden revindicarse y pedir sus derechos
ya que consideran que sus gobiernos no hacen ni harán en un futuro cercano nada
por cambiar; manifestaciones, creación de sindicatos o protestas en régimen más
violento son algunas de las actividades que realizan.
Imagen http://vida-tecnology.blogspot.com.es
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