Mucha gente conoce al Antonio Camacho ministro o secretario de estado o abogado de Begoña Gómez, pero
¿como es Antonio Camacho ahora, fuera de la política?
Como
el resto de los ciudadanos de este país, tengo una familia, una hija, amigos.
Intento enfrentarme al momento en que estamos, porque los políticos no dejamos
de ser ciudadanos y los ciudadanos no dejamos de ser políticos, aunque no
tengamos un cargo. Soy “político” porque tengo amigos que están en el paro,
tengo amigos que no pueden afrontar su hipoteca, tengo conocidos que no pueden
mandar a sus hijos a la universidad gracias a la política de becas del PP y por
tanto cuando te enfrentas a esa realidad tienes casi la misma responsabilidad
desde un cargo o desde tu posición de ciudadano.
Pregunta. ¿Cree que, a los políticos, solo por
el hecho de serlo, la sociedad les cataloga como responsables de todo, aunque
haya situaciones que no pueden controlar o no generen por sus acciones?
Respuesta.
Sí, y es lógico. Los ciudadanos exigen responsabilidad a los que gestionan los
asuntos públicos, a aquellos en cuyas manos han dejado la gestión de muchos
aspectos de su vida. Con argumentos o no los ciudadanos tienen derecho a esa
exigencia otra cosa es la crítica feroz, destructiva, descalificadora del
político. Pero esa no suele venir de la mano de los ciudadanos, sino de grupos
de influencia o de presión.
P.
Uno de los grandes asuntos de su etapa en el ministerio tuvo que ver con ETA y
con el caso Faisán. ¿Tuvo algo que ver la cúpula del ministerio con el
chivatazo a ETA en aquel caso?
R.
Nunca he contestado a preguntas sobre este tema, pero a vosotros os diré algo.
Soy juez y fiscal y sé por ello que ante un proceso judicial se debe hablar
cuando el juez lo requiere y callar en cuanto a la tramitación del
procedimiento. Con respecto a la pregunta, ningún responsable del Ministerio
del Interior tuvo algo que ver con el caso Faisán
P.
En los últimos tiempos, los casos de alarma social han crecido y es frecuente
ver a portavoces judiciales, jueces y fiscales en los medios. ¿Cree que es
correcto?
R.
Yo siempre he creído que los jueces deben relacionarse con la sociedad, jueces
y fiscales necesitamos explicar lo que hacemos en general, para que comprendan
que nuestro trabajo es serio, es riguroso y así se eviten las conjeturas y las
ideas erróneas sobre el por qué de algunas decisiones judiciales. No veo mal
que intervengamos ante los medios para explicar nuestra labor. Lo que creo que
es negativo es intervenir en los medios en relación a un asunto de los que
lleve, por eso nuestras intervenciones deben seguir un especial rigor y
cuidado.
P.
¿Cree que en estos momentos el PSOE es una alternativa real y seria de
gobierno?
R.
Si acudimos a la historia hemos sido una alternativa real de gobierno. De
hecho, desde el principio de la democracia, hemos sido el partido que más hemos
gobernado este país. Somos el partido que creo la sanidad universal, la
educación universal, que reformó las pensiones.
Todas
las cuestiones importantes de este país han nacido de la mano del PSOE.
Hoy
seguimos siendo alternativa. No es cierto que el PSOE este fragmentado o
debilitado. Lo que ocurre es que hay determinados medios de comunicación que
creen conveniente decir esto continuamente para erosionarle. Pero fuera de eso
hay que entender que dentro del partido pueden convivir distintos puntos de
vista y que la lucha por el liderazgo es algo sano y normal en la vida de los
partidos, que ha pasado en el PSOE, pasa en el PP (recordemos el congreso de
Valencia en el que se impuso con apuros Rajoy) y pasa en los demás.
P.
¿Cree que la radicalización del voto, la irrupción de partidos que cuestionan
el sistema y hacen suyo el famoso “no nos representan” pone riesgo nuestro
sistema democrático?
R.
Yo creo que aquí hay un problema de base. Creímos en su momento que la nuestra
era una democracia madura, pero si es posible que un gobernante presente a la
nación un programa electoral, gane unas elecciones y luego, en el gobierno,
incumpla todos y cada uno de los puntos de su programa electoral, recorte todos
los pilares del estado del bienestar y mienta aduciendo que desconocía la
realidad del país, cuando eso no es cierto, igual es que nuestra democracia no
es tan madura.
Porque
una de las falacias del PP cuando llegó al gobierno en 2011, Para justificar su
política es que desconocía la situación del país, y eso no es verdad. La
oposición conocer perfectamente la situación del país. Nosotros conocemos ahora
la situación del país y el PP la conocía entonces estando en la oposición.
Si
ante todo eso no se produce una reacción importante en nuestra sociedad es que
nuestra democracia es inmadura.
Un
gobernante no puede mentir tanto. No puede decir que iba a solucionar la crisis
en dos meses, que era una crisis española y no europea, que los mercados
exigían solo un cambio de gobierno, que el anterior presidente del gobierno era
el que había generado esta crisis. En definitiva, una persona que miente tanto
no puede estar al frente de un país con tantos problemas como el nuestro.
P.
¿Y Zapatero no mintió cuando negó la crisis?
R.
Siempre se saca este tema a modo de ejemplo, cuando es una excepción en su
labor de gobierno. Tengamos en cuenta que ninguna institución, ningún organismo
internacional, ni el FMI, ni
Pero
si miramos, incluso, la trayectoria del PP después de su elección todo es
criticable. Porque “solucionar” la crisis dejando a medio país sin universidad,
solucionar la crisis rebajando en términos reales las pensiones, solucionar la
crisis reduciendo el gasto en sanidad, excluyendo del sistema a diversos
colectivos (como los inmigrantes con problemas) estás tomando una opción que
presentas como única opción, cuando eso no es verdad. Ni en Italia ni en
Francia ni en otros países se ha tomado esa opción de rebaja drástica de
presupuestos sociales.
Y
había otra opción, como es la elevación del impuesto de sociedades, que en
España es uno de los más bajos del continente. Cabía la posibilidad de recortar
a los que más mueven dinero y no a los más desfavorecidos. Es cierto que había
que tomar medidas, pero no es cierto que estás debieran ir contra los más
débiles.
P.
¿Pero España podía aplicar otras medidas teniendo una situación tan distinta a
otros países?
R.
El problema de la crisis española se inicia con la modificación de la
legislación en materia de urbanismo en 1998 que genera un descontrol absoluto,
permitiendo urbanizar prácticamente todo generando una gran burbuja
inmobiliaria que no es pinchada en su momento.
P.
Pero ustedes conocían esa circunstancia, ¿Por qué los gobiernos de Zapatero no
pusieron remedio?
R.
Si, si se sabía y se intentó actuar. Se creó una agencia estatal de alquiler y
se tomaron ciertas medidas, pero es muy difícil que un país que crecía de la
manera que lo hacia el nuestro, que era la envidia de potencias como Alemania
pueda frenar ese crecimiento y pinchar esa burbuja, porque hay una inercia de
costumbres y de circulación de dinero lo impiden. Es muy difícil que un país
pinche esa burbuja destrozando las expectativas de miles de personas que han
encontrado empleo (nadie como aquellos gobiernos generaron empleo) que han
encontrado un empleo con una remuneración alta y frenar también las
expectativas de empresas que crecen al rebufo de esa situación, como es el caso
de los bancos, que han prestado dinero y cuyo fracaso puede afectar a todo el
sistema. Se intentó y no tuvimos éxito, pero la oposición también lo sabía.
Luego estalla la crisis financiera en EE.UU. que plantea un problema de
restricción brutal del crédito por las dudas que genera.
Y
solo esa frase de “Zapatero negó la crisis” ha servido de discurso al PP
mientras estuvo en la oposición y desde entonces en su acción de gobierno.
Si
acudes al programa del PP de 2008, ya en plena crisis, no hay ninguna
referencia a la crisis, ninguna idea, ninguna medida. Pero aun así es un
argumento tan fuerte el de esa frase que hace mella incluso en los votantes
socialistas, cuando es el presidente Zapatero el primero de los líderes
europeos que comparece en 2010 para decir que el problema es grave, y que hay
que adoptar unas medidas que van en contra de su ADN, hasta el punto de que él
sabe que con ellas su vida política ha terminado.
P.
Pero siempre se ha dicho que todo eso no estaba en conocimiento de la oposición
y que a la llegada del PP al poder en 2011 es cuando se descubre.
R.
Pero eso es mentira. El PP tenía antes de llegar al gobierno un gran poder
autonómico y municipal, está en las instituciones. Mariano Rajoy tenía acceso a
todos los datos sobre nuestra situación económica, datos que estaban en el FMI
presidido por el señor Rato, en
Todo
eso nos lleva a una conclusión. En 2011 el PP, siendo consciente de la
situación económica no dijo la verdad e impidió que la gente tomara una
decisión, teniendo en cuenta los datos reales, adecuada.
P.
Con todo lo que ha pasado, ¿cree que las políticas de crecimiento hubieran sido
una buena medida contra el déficit?
R.
Sí, y fue un debate en el seno de Europa en el que diversos países como
Francia, se opusieron a las contra políticas austeras de Alemania. Lo que pasa
es que el PP ha admitido el discurso de la inversión para crecer, pero no la ha
aplicado, antes bien ha mantenido sus recortes. Lo último y lo más grave es la
situación de las pensiones. Fijémonos que en solo en estos años, la pensión
media de 800 euros puede perder en términos reales 1500 euros. Da la impresión
de que el partido popular no tiene miedo a recortar aspectos esenciales de
nuestra democracia porque nunca ha creído en ellos.
P.
Llevamos años oyendo hablar de financiación ilegal de partidos y connivencia de
ellos con poderes de nuestro país. ¿No es posible depurar responsabilidades y
acabar con esta situación ya?
R.
Sí, por supuesto. Creo que deberían adoptarse medidas efectivas. Creo que la
experiencia nos ha demostrado que instrumentos como la ley de financiación de
los partidos, algunas competencias municipales, como las de urbanismo o el
Tribunal de Cuentas no han sido barreras efectivas para evitar casos como los
que se juzgan en estos momentos en nuestros tribunales. Y creo que sobre esto
no hemos reflexionado ni actuado suficiente.
P.
¿Por qué durante la transición fueron posibles tantos pactos y ahora estamos en
una situación de parálisis del dialogo y acción política en temas como la
reforma de la justicia, ley educativa, ley de mercados energéticos …?
R.
Yo creo que en el momento en que comienza nuestra democracia había una gran
ansia de libertad y una gran altura en los políticos del momento, tanto en la
izquierda como en la derecha, que dejaban al lado algunas de sus
reivindicaciones tradicionales para alcanzar objetivos de interés común. Ahora
necesitaríamos tener políticos de igual altura, pero también hay que tener en
cuenta que las distancias programáticas y las distancias de talante ahora son
mayores que en aquel momento de la transición. Es muy difícil aceptar la
política educativa o social que el gobierno defiende, políticas que no acepta
nadie de los afectados (educadores, sanitarios, etc). Hay que tener en cuenta
cuando se habla de la necesidad de dialogo que las posturas del gobierno tienen
un inusual consenso en contra. Se están tomando medidas en contra de sectores
importantes de la población. Y quien promueve eso es el primero que carece de
voluntad de dialogo, hasta el punto de que se aprueban leyes clave con tramites
parlamentario rapidísimos.
P.
¿Qué hace falta para recuperar una clase política con más altura de miras?
R.
Los políticos son resultado de la sociedad de cada momento. A mí lo que da
miedo, de todas formas, es una crítica excesiva hacia la política, porque eso a
lo que lleva a alternativas que no contemplan nuestras libertades y derechos.
Debemos cambiar muchas cosas, pero debemos defender nuestro sistema.
P.
¿Quién se ha portado peor, Zapatero con España o España con Zapatero?
R.
Zapatero cuando gobernó solo tenía en la cabeza mejorar la vida de los
ciudadanos. Yo entiendo que los ciudadanos sean críticos con los gobernantes,
pero yo que le conocí antes y después de su llegada al poder puedo deciros que
fue un político bien intencionado. Creo que toda su labor se ha resumido en su
acción inicial contra la crisis y que se olvidan muchas cosas, como que se alcanzó
en su mandado el mejor nivel de empleo de nuestra democracia, que redujo la
deuda del país (mientras que le PP la ha elevado después hasta cifras
escandalosas) y que no redujo ninguno de los pilares del estado del bienestar,
hasta el punto de legar elementos positivos como la hucha de las pensiones
luego agotada por el gobierno del PP. Por eso es bueno hacer pedagogía para que
los ciudadanos acudan a los datos, valoran objetivamente las situaciones y no
se dejen manipular no guiar solo por emociones.
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