Cuando vemos a los jóvenes actores y actrices en la televisión o en el cine siempre desearíamos tener esas vidas llenas de caprichos y diversión que creemos que hay detrás de las cámaras, pero no es así.
En realidad, sus vidas son muy distintas a lo que nos
pensamos, y seguramente ellos preferirían una vida como las nuestras, en la que
después de nuestras obligaciones tenemos tiempo de ocio para disfrutar y estar
con nuestros amigos en casa o en un bar tomando algo.
Estas “miniestrellas”, después de una jornada repleta de
trabajo grabando un disco, rodando una serie o una película, firmando
autógrafos, haciendo una entrevista etc, tienen que seguir preparándose, bien
sea el guion para su siguiente película, la letra para una nueva canción y
paralelamente continuar con sus estudios y por supuesto no en su casa, si no en
una caravana o en el hotel donde se hospeden en ese momento. Cuando tienen
tiempo libre, si lo tienen claro, pueden llegar a tener la suerte de ver a sus
familias o de visitar a algún amigo.
Ellos son únicamente objetos que producen una inmensa
cantidad de dinero y que solo funcionan cuando tienen un mínimo de talento con
respecto al baile la música o la interpretación; se les consideran instrumentos
de publicidad para diversas marcas, industrias o sellos, como por ejemplo
DISNEY, o los llamados niños prodigio de Hollywood, la mayor fábrica de sueños
del mundo, que antes de que el público pierda interés por sus estrellas,
directamente los reemplaza por otras para no perder dinero en ningún momento,
como la persona que fabrica hojas de papel sin parar y sin pensar en las
consecuencias.
Estas industrias se dedican a hacerles creer a estas
personas que son los mejores y que van a llegar muy alto, y posiblemente en
algunos casos sea así, pero muchos sueños se rompen sin que nosotros nos demos
cuenta porque en dos días tendremos a otra “estrella” sustituyendo a la
anterior, es decir, que cuando estas personas dejan de generar un beneficio
económico ya no son útiles para estas empresas y tienen que ganarse la vida de
otra forma, lo que supone un cambio en su vida que muchas veces no pueden asumir.
La mayoría de los jóvenes que salen adelante en este
mundillo, van evolucionando en lo profesional, pero van decreciendo en lo
personal, tanto en su forma de vida como en su forma de pensar y en sus
relaciones con los demás. Transformados en pequeños mitos vivientes, marcan a
las generaciones con su forma de vestir o con sus peinados, pero su físicos van
cambiando y en muchas ocasiones, lo que parecía un futuro prometedor se ve
abocado al fracaso, al no poder con las exigencias de la fama y con el duro trabajo
que tienen que afrontar sin tener la madurez necesaria, lo que les hace caer en
adicciones al alcohol, las drogas, la violencia y la depresión, porque piensan
que es la vía más rápida para la solución de todos sus problemas, ya que no
tienen a sus familias ni a sus amigos al lado prácticamente en ningún momento
del día y las únicas personas con las que mantienen un contacto directo son con
sus productores de marketing y con sus asesores de imagen, por lo que dejan de
ser promesas del cine para convertirse en adolescentes problemáticos y adictos.
Muchos de ellos han empezado sus carreras animadas por sus
padres, que tentados por el dinero, por el reconocimiento o porque ven que sus
hijos tienen algún talento que destaca por encima de los demás, piensan que
este mundo le puede ofrecer algún beneficio a sus hijos y que están haciendo lo
mejor para ellos, sin valorar las consecuencias negativas que se pueden
producir. Eso sí, hay un reducido número de niños prodigio que, gracias a su
propia perseverancia y a la de sus padres, han acabado convirtiéndose en buenos
actores y actrices, a pesar de que empezaron como pequeñas estrellas, ocupando
un lugar destacado en el difícil mundo de los artistas.
Una vez que hayas leído este texto, me gustaría que
reflexionaras sobre ello y seguidamente, hacerte una pregunta, ¿te gustaría ser
una joven estrella?…….
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