Ángel
Trueba, Rubén Martín Crespo
La tala
masiva de árboles afectará irremediablemente a nuestro patrimonio y modificará
totalmente nuestra forma de vida.
Antaño los
peregrinos que cruzaban de España a Francia o viceversa, contaban que se podía
disfrutar en gran manera del paisaje que los rodeaba, en la medida que se iban
acercando más a su próximo destino.
Sin
embargo, también había otros obstáculos no tan deseables como la abrumadora
extensión y unos animales privilegiados, en cuanto a que podían observar todo
este paraje desde el cielo en una posición panorámica. En aquellos tiempos las
ardillas estaban capacitadas para hacer el mismo recorrido que los viajeros,
con la diferencia de que éstos lo hacían por el suelo y las ardillas podían ir
saltando de árbol en árbol, de arbusto en arbusto hasta llegar a Francia sin
tener que haber pisado el suelo en modo alguno desde el inicio de su periplo.
Esto es una
vaga ilusión que se desvaneció rápidamente en el tiempo, a medida que la
humanidad iba destruyendo esos bosques para impíos fines. Todo esto se
desarrollaba a un ritmo trepidante y sin la debida replantación; aunque en
algunos casos ni siquiera ésta se ponía en práctica. Esta gran pérdida no es
valorada ni siquiera por aquellos que han visto morir a la Madre Naturaleza
mientras ellos crecían. Este pensamiento engendra seres que como sus
progenitores carecen del suficiente ansia de restablecimiento natural, con lo
que se desarrollará, si no lo ha hecho ya, una especie humana que solo se
interesará por el medio en el que viven cuando éste pueda aportarle algo.
Si esta
abominación llegara a producirse el medio en el que vivimos probablemente
desaparecería.
Aun así
esta situación no se ha consumado gracias a que todavía hay contadas personas
que se puede decir ayudan a evitar la tala de árboles y demás acciones
destructivas propias del ser humano. Hay dos tipos de personas respecto de este
tema. Unos son aquellos que ayudan, ya sea en pequeña o en gran medida, al
restablecimiento de la naturaleza y a la consecución de un "mundo
verde" mejor. En el segundo grupo, se generaliza la idea de que el medio
solo sirve para extraer lujosas y exóticas maderas como la caoba y el ébano
para fabricar muebles. Ello supone un grave precio para la naturaleza que no se
puede pagar constantemente.
Otro
significativo y posible cambio es el de la repercusión en el calentamiento
global de la deforestación. Esto se causaría por la desaparición de los
bosques; los cuales son los principales almacenamientos de carbono, y sin ellos
las grandes cantidades de CO2 irían directas a la atmósfera. Ésta va acompañada
de una acción de degradación forestal, lo cual provoca también la erosión
continua del suelo sin la sujeción que ofrecen las raíces de los árboles
talados.
La
sistemática supresión de los bosques equivaldrá a destruir las especies que
allí habiten; de esta manera los vegetales desaparecen, lo cual supone la
desaparición del alimento de los animales herbívoros. Si éstos no comen mueren,
por lo que no pueden proporcionar alimento a los carnívoros y omnívoros (los
cuales somos nosotros).
Por eso hay
que tener mucho cuidado con lo que talamos, pues podríamos estar sesgándonos la
propia vida.
Imagen wwf
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