Ricardo
Fdez Herbosa
En estos
programas la intimidad de las conciencias es diseñada a golpe de mercado. Todo
vale. Todo es consumible, practicable, intercambiable, opinable, reducido así a
mero objeto de manipulación y consumo.
Gran parte
de la sociedad española ha "fisgoneado" alguna vez por alguno de los
proliferantes espacios televisivos en los que un grupo de individuos muestran
los diferentes aspectos de su vida en común al público. Hacinados en un
reducido espacio, viven de forma tribal, siendo observados por decenas de
cámaras que muestran a los telespectadores la vida y, sobre todo, las
relacciones personales que se establecen entre los " personajes" de
esta parodia de la vida real, durante las 24 horas del día.
Aunque la crítica es unánime al negar la
utilidad pública y la aportación educativa de estos programas, es indudable la
capacidad que tienen de entretener a las personas que cada día los siguen y que
se mantienen pegados a la pantalla de su televisor. Hay división de opiniones
al explicar el fenómeno por el cual estos programas tienen tan escandalosos
éxitos de audiencia. Muchos defienden la postura de que este tipo de programas
son producto de la telebasura y que no tiene que ver con ningún experimento
sociológico de cuyo análisis se pueda sacar alguna conclusión.
Tratando de
descubrir los entresijos de esta cuestión hemos consultado a una especialista,
Yolanda García Lecue, licenciada en psicología por la Universidad de
Salamanca. De sus palabras se deduce que el principal motivo del exito de estos
programas estriba en la tendencia natural de las personas a la curiosidad. Las
escenas fuertes han hecho de estos programas una explosión de altos ratings y
de altas ventas para los anunciantes. A ello se añade en la actualidad, y
debido a nuestro desarrollo económico, una cierta saturación de las emociones y
de los miedos a perder nuestras conquistas. que lleva a los individuos a un más
difícil todavia: vivir la vida de otros... pero sin riesgos.
Aunque existe un gran dilema, que se establece
en la línea divisoria entre lo que es moral y lo que no, entre lo que es la
vida privada y lo que es vida pública de las personas. Los personajes de estos
programas están dispuestos a vender su vida privada, por lo que la intimidad de
las conciencias es diseñada a golpe de mercado. Todo vale. Todo es consumible,
practicable, intercambiable, opinable, reducido así a mero objeto de
manipulación y consumo.
Imagen
granlinces.blogspot.com
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