martes, 17 de marzo de 2009

Los colores de la Tierra




El centro social e intercultural conocido como “LaCampa” comenzó a gestarse como idea en la Parroquia de la Asunción, en el barrio torrelaveguense de la Inmobiliaria hace aproximadamente cinco años.






Voluntarios de Cáritas se dieron cuenta de que no existía un lugar donde además de prestar primeras ayudas a inmigrantes con problemas como ya se venía haciendo, se pudiesen compartir experiencias y vivencias así como cultivar la convivencia entre diferentes culturas.





Djiby, de Senegal. Foto/Nilo Merino.



El aumento de la inmigración debido a diversas causas (como pueden ser el subdesarrollo o las malas condiciones de vida en el país de origen, así como la falta de seguridad o de un futuro digno) es una realidad; cada vez más personas se van de su país natal y llegan al nuestro o a cualquier otro trayendo su cultura, su historia personal, sus proyectos y sobre todo sus ilusiones de mejoría. Llegan intentando hacerse un hueco en nuestra sociedad de “bienestar”, aunque se encuentran con que ese mundo idílico imaginado en la realidad no es así.



Ralia, de Benin. Foto/Nilo Merino.



La sociedad debe concienciarse de esta nueva situación, adaptarse y dar una respuesta a este fenómeno para que juntos podamos construir una sociedad más abierta y solidaria.





Maribel e Isabella, de Colombia. Foto/Nilo Merino.



LaCampa nace de esta necesidad, ya que los inmigrantes en muchas ocasiones no son bien recibidos, tanto por miedos y prejuicios como por el choque cultural que se crea, relegándoles a la soledad o a la creación de guetos o barrios marginales.



Salanch, del Congo. Foto/Nilo Merino.



Según los miembros de Cáritas responsables del proyecto “LaCampa”, la comunidad que recibe la inmigración puede asumir diferentes posturas:

- Indiferencia, que suele equivaler a marginar por miedo a que destruyan su identidad.
- Asimilación, los inmigrantes tienen que olvidar sus raíces y adoptar nuestra cultura.
- Multiculturalidad, conviven en el mismo espacio pero no hay mezcla cultural, manteniendo cada uno su idiosincrasia,
- o interculturalidad, las culturas se melclan, comparten y se enriquecen, reconstruyen su identidad en lugar de perderla.
Ésta última resume el objetivo del proyecto.





Analili y Jose, de Colombia. Foto/Nilo Merino.



Para ellos, los pilares básicos son la necesidad de relacionarse que tienen todos los seres humanos y la identidad cistiana del proyecto; al considerarnos a todos hijos de Dios se sitúan en un plano de igualdad y fraternidad. De igual forma, cuentan, nos exige plantearnos un compromiso en medio de la sociedad, colaborando en la construcción de un mundo más humano y denunciando lo que menoscabe la dignidad e integridad de la persona.

Intentando dar respuesta a este reto aquí, en Torrelavega, surge “LaCampa”.
El nombre hace referencia a un espacio físico en el barrio donde está situado, donde cada día se hace realidad esta mezcla de culturas.





Shihong, de China. Foto/Nilo Merino.



El proyecto se apoya en la creación de un centro social de reunión en el que inmigrantes y autóctonos comparten un lugar en común donde realizan deversas actividades con el fin de fomentar la interculturalidad. Por supuesto, va más allá de los límites de un espacio físico.





Sala de oratoria de LaCampa. Foto/Nilo Merino.



Tambien favorece una mayor sensibilizción de los autóctonos hacia los inmigrantes al conocer más de cerca sus problemas, cultura y costumbres y convivir con ellos.

El proyecto está gestionado desde la parroquia de La Asunción y se enmarca dentro del programa de inmigrantes que Cáritas lleva a cabo.





Recibidor del local. Foto/Nilo Merino.




Tienen muy claro su objetivo principal, la INTEGRACIÓN.


Nilo Merino Recalde
estudiante de secundaria, Colegio La Paz, Torrelavega (Cantabria)


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