Tres
miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, guías caninos, que
durante diez años han trabajado en la detección de explosivos, drogas, búsqueda
de personas… tenían una inquietud, dar a los perros un valor social alejado de
la policía. Tras analizar varios estudios de detección de enfermedades, se
decantaron por el diagnóstico del cáncer.
Según los
estudios, todo objeto, organismo o célula deja una huella, un olor. En el caso
del cáncer, esto se produce porque sueltan partículas, que generan un olor
anormal al de células sanas que se transfiere por todo el cuerpo y se intenta
eliminar. Cualquier enfermedad puede ser descubierta a través de un perro, por
lo tanto, esta técnica se aplica en la diabetes, en el cáncer y otras muchas
enfermedades. Gracias al desarrollado olfato de los perros, se puede captar ese
olor que dejan las células cancerígenas.
Esta
iniciativa de detección del cáncer a través del olfato de los perros es pionera
en España, aunque está en fase de desarrollo en otros países. El adiestramiento
canino consiste en asignar un olor a una enfermedad y que los propios perros,
con el tiempo, acaben perfeccionando su capacidad de detectar estos olores. Una
parte importante del proceso de aprendizaje es el llamado doble ciego, que
consiste en hacer pasar pruebas, tanto a los perros como a los técnicos, en las
que analizan ciertas muestras sin saber cual corresponde a gente sana o
enferma.
Las
ventajas que esta técnica tiene sobre las demás, es que a diferencia de las
tradicionales biopsias o colonoscopias, no es invasiva, evita las radiaciones
de los TAC, causando un mínimo impacto en el paciente, es rápida, ya que el
perro es capaz de oler muchas muestras en poco tiempo, además sus reacciones
son fáciles de interpretar. Aunque sea el oncólogo el que finalmente decida el
diagnóstico, la prueba con los perros es una herramienta viable, que puede
agilizar la detección sensiblemente, ya que si los síntomas aparecen tardíos, y
la detección no es rápida, la enfermedad puede avanzar hasta el tercer o cuarto
estadio, es decir, que aparezca la metástasis. Por otro lado, este sistema de
detección abarata los costes, ya que un escáner o TAC, puede rondar lo
seiscientos euros. Eso en una comunidad como Cantabria, en la que un tercio de
la población es fumadora, hace que no se puedan realizar las suficientes
pruebas a cada paciente, en cambio, la detección canina, sin contar el
adiestramiento, costaría en torno a cinco euros cada prueba, además de que en
un mismo día tres perros pueden realizar cien pruebas por los apenas tres TAC
que se realizan actualmente.
A día de
hoy, se desarrolla este proyecto en el hospital Marqués de Valdecilla en el
que, junto a numerosos oncólogos y veterinarios, se está llevando a cabo la
labor de adiestramiento de los perros y pruebas eficaces sobre pacientes con
cáncer. Son diez perros, cinco se adiestran para la detección del cáncer de
pulmón y otros cinco para cáncer de colon, para ello se realiza un proceso de
selección sobre cien perros, de los cuales, finalmente, solo se adiestrarán
quince, quedando así cinco perros en reserva. Estos perros vivirán con
familias, y estarán en el hospital, ya sea en adiestramiento o realizando
pruebas, durante siete horas al día.
Tras
desvincularse de una farmacéutica, esta iniciativa buscó financiación estatal y
fondos privados. De momento, han conseguido el compromiso de la Consejería de sanidad
de Cantabria para ayudarles, la aportación de quinientos euros del Ayuntamiento
de Santander y la fundación “Luchamos por la vida”, que ha donado seis mil
euros a la causa, sin olvidar el apoyo desinteresado de los médicos de
Valdecilla. Todo este apoyo hace que esta iniciativa tan peculiar pueda seguir
adelante.
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