Buenas noches Antonio

 

Anochecía en Madrid….esa ciudad privilegiada por haber visto nacer y morir a aquel magnífico músico que un 12 de Mayo se escapó de nuestras vidas y echó a volar. Puede que siempre le catalogaran como aquel solitario incorregible, pero sin embargo, Antonio Vega esa noche del 9 de Abril no estaba solo. Ha pasado quince años desde que un cáncer de pulmón se lo llevara de este mundo, pero la herida está lejos de cicatrizar en los que soñábamos y soñamos con todas sus letras.

Organizado por su hermano Carlos, y su primo Nacho García Vega, el Palacio de Deportes se llenaba de unas 10.000 almas con el corazón en su mano, y unos 30 músicos amigos, todo para demostrar que realmente sigue muy vivo. Un gran homenaje para demostrar quién era Antonio; uno de los autores más importantes del pop español.

Era poco más de las diez cuando una proyección dio el espectáculo por iniciado. Los presentes no apartaron su vista del vídeo que repasó en imágenes la trayectoria de Antonio Vega, una sucesión de instantáneas que bailaron al ritmo de ¨La última montaña¨, una canción de su disco ¨No me iré mañana¨ de 1991.

Hacia aparición en el escenario esa banda tan maravillosa que acompaño a todos los invitados durante la noche. Ellos fueron, Basilio Martí a los teclados, Luismi Baladrón al bajo, Toni Jurado a la batería, y Ricardo Marin y Jorge D’amico a las guitarras. Especial mención a Ricardo, aparte de calificarle de gran amigo, lo califico como el segundo protagonista de este homenaje, justo después de Antonio, por supuesto. ¡Grandiosa tu guitarra Marín!

Todos los presentes derrochaban sonrisas mientras hacían del concierto un gran recuerdo en su honor. Hubo muchos, los cuales se dedicaron al Antonio de Nacha Pop, Antonio el de antes, aquel que aparecía con pantalones pitillos apretados y el pelo bien cortado al aire. Wyoming lo intentó con ¨Antes de que salga el sol¨, Germán Coppini rescató aquel mito ¨Enganchado a una señal de bus¨; Mamá acertó con ¨Persiguiendo sombras¨, los viejos Burning llenaron de rock el ¨Relojes en la oscuridad¨ y Cómplices hizo realmente suya una versión de ¨Una décima de segundo¨, una de esas canciones que hacen volar al cielo con el mismo Antonio; a piano y con la voz de Teo, (el cuál tuve la suerte de encontrarme por Serrano a la mañana, con unos pelos de espanto y unas rayban de aviador, a su rollo) acompañado de fondo por María. Quique González se dejó llevar por el rock esa noche, con el tema ¨Con tal de regresar¨, y como decía su versión, tuvo que volver al escenario, ya que se marchó sin presentar al siguiente músico. Llegó Coque Malla, y le dio un toque reggae a la noche, ¡qué buen ambiente! De vez en cuando miraba al suelo, allí tenía la letra de ¨Seda y hierro¨, que olvidó en varios compases. Antonio diseñaba unos tonos tan difíciles para sus canciones que más de uno tembló al interpretar, pero todos lo superaron con creces. Carlos Tarque me alucinó con ¨A medio camino¨, creía que no era el mejor tema para él, pero como buen rockero hizo que fuera una de mis favoritas esa noche, ¡una pasada!, o como el siguiente invitado, que el cantante de M-Clan presentó como “un chico que está comenzando en esto de la música”: Miguel Ríos, que se atrevió con ¨Tesoros¨, nunca mejor dicho, un gran tesoro que nos dejó Antonio es esa canción. Hablando de buenos momentos….Rosario con ¨El sitio de mi recreo¨, dando ese punto de energía que siempre da esta gran artista; Y es que aquellos que vienen del flamenco hicieron algunas versiones más sentidas de la noche. Fue el caso también de Ketama, que se juntaron para recordar a su amigo con un precioso ¨Se dejaba llevar por ti¨, y Enrique Morente con ¨Ángel caído¨. Por último, Manolo García con ¨Esperando nada¨, que la hizo completamente suya, como todo lo que trabaja: sus giros, su fuerza y su humilde cariño.

Destacar también ¨Atrás¨, interpretado por los compañeros de Antonio en Nacha Pop. Me encanta esa sensación de estar en plena Movida, es realmente genial. Nombrar también a La Unión, Tam Tam Go, Pau Donés y muchos más amigos que estuvieron allí.

Es cierto que hubo rock, con todas sus letras. No podía faltar…Pero también hubo momentos íntimos de los que te hacen recordar profundamente a uno de tus músicos favoritos, y te hace pensar que, aunque no esté, te sigue cantando desde el cielo, ahora acompañado de la persona a la que más ha amado durante toda su vida. Un homenaje tan impresionante te hace recapacitar y pensar que no hay lugar donde esté mejor, que Antonio ahora es feliz, y en los últimos momentos en la tierra, no lo era.

Santi Alcanda, amigo de Antonio y su querida Marga, fue el encargado de leer unos textos que le había escrito Antonio durante una entrevista que le hizo hacía años, en los que jugaba con versos de sus canciones, y un texto hablando de Marga que superó al propio locutor, el cual rompió a llorar.

Cierto es que eché muchísimo de menos la presencia de Los Secretos y de Aute, pero como es lógico, por problemas de agenda no pudieron asistir. Pero este vacío lo llenó por completo Carlos, hermano de Antonio, quizás fuera la cara menos popular del cartel, pero seguramente era la voz más conocida. Estoy segura de que Carlos Vega esa noche hizo llorar a más de un fanatico rockero de chupa de cuero, con su versión de ¨Lucha de Gigantes¨, esa canción que esa noche sonó mucho más triste que nunca y que nos recordó a la voz de Antonio, quien la defendió tantísimas veces con esa mirada escurridiza.

El presidente de la Academia de Cine, Alex de la Iglesia, dio la bienvenida a Nacha Pop como aperitivo del fin de fiesta, en el que todos los participantes se juntaron sobre el escenario para cantar la ¨Chica de Ayer¨.

 

El momento de la noche….sin ninguna duda, ese en el que Nacho García Vega miraba al cielo diciendo: ¨Antonio, te necesitamos aquí abajo¨. En ese mismo instante aparecía una imagen de su rostro en la gran pantalla, un escenario vacío con un solo micrófono en el centro y la voz de Antonio en directo con ¨El sitio de mi recreo¨, todo ello acompañado de la oscuridad del Palacio de Deportes de Madrid abarrotado.

Antonio estuvo allí, escuchando el interminable aplauso que le dedicamos todos los que cada día nos acordamos de él.