La adolescencia es una etapa crucial para el ser humano. Es el paso de la niñez hacia la edad adulta, en la que se producen cambios importantes en la estructura y función del cerebro, y cambios en la producción de hormonas. Aquí se experimentan los mayores cambios físicos, emocionales y sociales. Diversos estudios llegan a la conclusión de que para educar a un adolescente, hay que equilibrar la firmeza y la libertad y usar la regla de ``las tres Ces´´: Confianza, Conexión y Control. La etapa más complicada es hacia los catorce años, en la que la rebeldía surge como mecanismo de defensa de una personalidad insegura que necesita autoafirmarse.
A lo largo de
los tiempos los adolescentes se van enfrentando a nuevos retos. Actualmente en
los países desarrollados está el uso abusivo de las pantallas, causante de la
falta de atención, la falta de memoria, el aumento de irritabilidad, falta de
control sobre los contenidos inadecuados que visionan, problemas de sueño,
conflictos de autoestima, alteraciones en las relaciones sociales y de amistad,
anomalías de vínculos afectivos, trastornos patológicos en la comprensión de la
sexualidad y mayor riesgo de violencia sexual, ciberacoso, ludopatías, etc.
Entre los
muchos factores que inciden en el bienestar y la salud mental de los
adolescentes están: La violencia, la inseguridad, la desesperanza, el rápido
cambio social, el mal manejo del estrés, la pobreza, la estigmatización, las
propias experiencias familiares, escolares y laborales, la exclusión, problemas
de salud, y la vida en entornos frágiles o de crisis humanitaria, que pueden
aumentar el riesgo de que surjan problemas de salud mental.
La Organización
Mundial de la Salud (OMS), define a la salud mental como un estado de bienestar
en donde el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar
las tensiones de la vida diaria, además de ser productivo y contribuir con su comunidad.
Hay señales que
nos pueden ayudar a detectar que un adolescente está teniendo dificultades de
salud mental como: Cambios en el estado de ánimo, sentimientos de tristeza,
pensamientos confusos, capacidad reducida de concentración, preocupaciones o
miedos excesivos, sentimientos intensos de culpa, cambios radicales de humor, Irritabilidad,
Ira, llanto, alejamiento de la amistades y
de las actividades en grupo, cambios notables en el sueño, también en el
peso, cambios en los hábitos alimentarios, cansancio importante, poca energía.
Los
adolescentes son el sector de la población más vulnerable. En el mundo, 1 de
cada 7 jóvenes de diez a diecinueve años se enfrenta a un trastorno mental, y
sin embargo la mayoría de ellos no son diagnosticados ni tratados adecuadamente.
Este año las
causas más frecuentes de hospitalización de adolescentes fueron: El abuso de sustancias (drogas, alcohol, etc.),
trastornos de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia), los síndromes de
ansiedad/estrés, el déficit de atención/hiperactividad y la depresión.
La preocupación
por la salud mental de nuestros adolescentes es creciente.
La frecuencia
de trastornos psiquiátricos y el suicidio van en aumento entre la población
juvenil.
La “ideación
autolítica” o presencia persistente en el adolescente de pensamientos o ideas
encaminadas a cometer el suicidio, se ha multiplicado en la última década, y el
75% de los casos se da en chicas.
¿Qué hacer ante
este problema?
Hacer que los
jóvenes sean conscientes de lo que es la salud mental y cuáles son los riesgos.
La información es crucial.
A los
adolescentes se les puede ayudar inculcando una educación que incluya la
adopción de patrones de sueño saludables de al menos 8 horas, el ejercicio
regular, tener bueno hábitos alimenticios, el desarrollo de habilidades que le
permitan mantener buenas relaciones interpersonales, habilidades para la
resolución de problemas, enfrentamiento a soluciones difíciles y aprender a
gestionar las emociones. Así mismo, tanto la información, como la educación
deben ir encaminadas a evitar el consumo de tabaco, el alcohol y otras
sustancias nocivas.
Muchos
estudios recomiendan para mantener una
buena salud mental, realizar actividades sociales, recreativas y culturales:
Realizar clases desafiantes y participar en actividades creativas como el arte
y la música pueden fortalecer los circuitos
cerebrales y ayudar al cerebro a madurar. También recomiendan fomentar
el hábito de la lectura: Leer enriquece la capacidad de atención e incrementa
la memoria, aumenta la motivación y reduce el estrés.
Los problemas
emocionales en los adolescentes son un problema social en el que todos, padres
y educadores, podemos ayudar:
Podemos animarlos a compartir sus
sentimientos. Hacerles sentir seguros y acompañados. Utilizar la empatía,
comprenderlos. Resolver juntos los conflictos, explicándoles que las
situaciones difíciles son algo normal a lo que nos enfrentamos todos y que hay
que aprender a resolver. Y cuando no tienen solución tenemos que aprender a
aceptar la situación. La aceptación es muy importante.
Las fuentes que
he utilizado son las siguientes:
·https://www.bbva.com/es/que-es-la-salud-mental-y-como-cuidarla/
·https://www.imss.gob.mx/salud-en-linea/salud-mental
· https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2023/10/10/6524f4d4fdddff110c8b45a2.html
· https://www.who.int/es/health-topics/mental-health#tab=tab_1
· https://www.healthychildren.org/Spanish/healthy-living/emotional-wellness/Building-Resilience/Paginas/healthy-mental-and-emotional-development-in-children-key-building-blocks.aspx
· https://www.unav.edu/web/instituto-cultura-y-sociedad/grupos/mente-cerebro
· https://ciencia.unam.mx/leer/1412/como-afecta-la-salud-mental-en-el-rendimiento-escolar
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