M.
Reguilón, A. Reguilón, E. Berrazueta, A. Gutierrez, E. Calleja
Tras
protagonizar una de las mayores gestas del deporte femenino, superar todos los
ocho miles del planeta, la escaladora vasca Edurne Pasaban se ha visto en el
punto de mira de quienes han acusado a ella, y a Juanito Oyarzabal, de
convertir este deporte en un show mediático. Pero ella no es así. En esta
entrevista, concedidad a eolapaz en una reciente visita a Cantabria recuerda
con nosotros una vida de sacrificios, y un futuro lleno de retos. Así es, de
verdad, una frágil y gran mujer, Edurne Pasaban.
¿Quién es
Edurne Pasaban?
¿Edurne
Pasaban? Creo que una mujer sensible, familiar y amiga de sus amigos. Emotiva
con todo lo que la rodea, impresionable y frágil, a pesar de la imagen que la
gente que no me conoce profundamente pueda tener de mí. Transmito una sensación
de mujer fría e insensible, pero es todo lo contrario. Soy una chica más, una
chica normal que se desvive por su familia y todos aquellos que quiere y que la
rodean en su vida, pero sin dejar de lado para ello su verdadera pasión, la
montaña.
¿Qué se ve
de uno mismo a 8.000
metros , que no se encuentra a ras de suelo?
Es una
experiencia distinta. En ella se ve la resistencia que tiene uno mismo e
incluso sirve como método para marcar una dirección a tu vida. Allí encuentras
valores y sentimientos que a ras de suelo no tienes oportunidad de sentir.
¿Por qué
hubo un primer reto, una primera escalada?
Mi inicio
en la escalada fue con 14 años. Todo empezó debido a que tenia una personalidad
tímida y gracias a la escalada descubrí un mundo que me abría otros campos en
los que me encontré a gusto conmigo misma, en los que hice amigos y con lo que
empezar a crecer como persona.
¿Cuál es el
peor momento de un ascenso?
El
descenso. Sabemos que nos podemos encontrar situaciones difíciles pero tenemos
que enfrentarnos a ellas. Quizás una de las situaciones más complicadas y duras
sea cuando te encuentras en el campamento base con mal tiempo; esto crea cierta
desmotivación en el grupo al estar recluido allí sin poder avanzar. En esos
casos se hace complicado ser el líder y tener que motivarles. Sin duda esa es
para mí la peor parte. Lo demás, es deporte
Tu eres una
mujer, alpinista y aventurera, ¿cuántas miradas de incomprensión, se te han
cruzado?
La verdad,
bastantes. El hecho de ser mujer en un mundo como este hace que no te vean
igual y al principio se muestre cierta incomprensión. Por otro lado es un
deporte difícil que necesita mucha dedicación y para llegar a ser profesional
tienes que trabajarlo mucho. Además yo no empecé joven, he llegado a la cumbre
de mi carrera con la treintena; una época en la que las mujeres supuestamente
estamos volcadas en otra historia, tener hijos, formar una familia… Y en cambio
para mí eso aún no ha sido posible. Mucha gente me llega a decir, “eres una
persona afortunada, mira hasta donde has llegado”, pero no llegan a comprender
que todo este esfuerzo hace que no hayas alcanzado cosas que también deseas.
Su próximo
reto es ascender al Everest sin oxigeno, ¿cómo te estas preparando?
La
preparación para un reto como este hace que se convierta en algo que requiere
mucho esfuerzo y dedicación. Normalmente el entrenamiento que llevamos a cabo
antes de este tipo de ascensos suele rondar los cuatro meses. Es un proceso que
hemos de tomar muy en serio aunque en algunas ocasiones tienes que compaginarlo
con tu vida diaria y ciertos compromisos con los que no cuentas de antemano.
Esto hace que tengas que ser constante a la hora de entrenar y para ello
terminas necesitando un preparador físico que te controle y te marque los
tiempos.
¿Qué se ve
en los ojos de los que más te quieren cada vez que te despides camino a una
nueva aventura?
Entre las
lágrimas, miedo y alegría. Miedo, porque la gente que te quiere, como son tus
padres, no quieren que te pase nada en la montaña, porque cuando tu te vas es
duro pensar, que cuando te despiden en un aeropuerto, cuando ves a tu hija
irse, no sabes si habrá un regreso. Pero también hay alegría, porque al final
los padres quieren lo mejor para sus hijos y aunque en ocasiones tú mismo
puedas llegar a pensar que lo que haces no les gusta, una vez que te ven feliz
aunque sientan cierto temor, van a compartir contigo esos mismos sentimientos.
En mi caso, yo estudié ingeniería, guiada en parte por el ambiente familiar y
me dedique junto a mi padre a ello tras terminar mis estudios hasta que
finalmente decidí dedicarme por completo a la escalada, mi gran pasión. Creo
que fue en este momento cuando yo sentí esto que os relato, y es donde he visto
que a pesar del miedo que les puede causar mis aventuras, se sienten felices
por mí.
¿Alguna vez
has tenido deseos de estrangular a una coreana?
No, que va.
Mira, cada uno, tiene que tener claro que lo que vayas a hacer, hazlo para ti,
no lo hagas para los demás, ni en contra de ellos, ni para ser el primero o el
segundo, porque sino, no te va a salir nada bien en la vida, sino vas a estar
lleno de ansiedad y de ganas de matar a alguien. Es mucho más sano que todo lo
que hagas, sea para que tu te superes a ti. Yo termine los catorce ochomiles y
fui la primera, pues que bien, genial, la primera ¿no?, yo voy a salir en todos
los libros de historia. Pero primero he intentado, que todas las cosas las haga
para mi, porque yo ya he sufrido mucho por mi, ahora no voy a sufrir por cosas
añadidas que me vengan, que tengo que competir con una coreana, o tengo que
decir A o B a un periodista. Sé tu, y cuando lo seas, todo lo demás no importa.
Climatología,
montañas, rivales, ¿dónde has encontrado el mayor enemigo estos años?
El mayor
enemigo, esta en uno mismo, en no creer que vayas a ser capaz de hacer eso. En
2005-2006 caí enferma, en una depresión muy grave, estuve en el hospital y
tomando antidepresivos hasta no hace tanto.Pero todo, todas las cosas tienen
solución, seguro. El no controlar tus sentimientos, tu confianza, tu
autoestima... hace que esto se convierta en tu peor enemigo o por lo menos en
mi caso.
Y después
de la montaña, ¿qué habrá?
No lo sé,
yo creo que la montaña nunca terminará, bajará el ritmo, pero nunca
desaparecerá de mi vida. Ahora, me he dedicado durante diez años a la escalada
de más alto nivel, pero ¿quién va estar cuidándome y queriéndome cuando esto
caiga?¿A quién voy a poder dar todo mi cariño?. La realidad es que he tenido
que dejar mi vida personal de lado, no tengo pareja, no tengo novio, no tengo
hijos… Tengo 37 años y quiero tenerlo; quiero que me cuiden y me quieran, y yo
también quiero hacer lo mismo. Por lo tanto se que para que esto ocurra, tendré
que bajar mi nivel y compaginar mi amor por la montaña con el amor por mi
familia, pero nunca como ya os he dicho abandonaré una cosa por la otra.
Y tras el
último reto, ¿qué nuevos desafíos tiene en mente?
Pues mira,
tengo muchas cosas en mente, una deportiva, quizás el Everest, en el año 2011.
De entre los Catorce ochomiles, fue el único que subí con oxígeno artificial,
en 2001. Fue mi primer ochomil y por aquel entonces no conocía como funcionaba
y creo que es una de las razones que me anima a hacerlo. Pero tengo muchos más
sueños y aspiraciones en mi vida.
Actualmente
estoy dando un gran número de conferencias en lugares diversos sobre
motivación, liderazgo, trabajo en equipo… Me gustan las personas, hablar con
ellas y creo que en un futuro no muy lejano me dedicaré al trabajo como
entrenadora personal de manera que pueda trasmitir todo aquello que he
aprendido a lo largo de mi vida y de mis experiencias a muchos otros.
Publicado
en el número 420 de eolapaz, el 4 de junio de 2011, esta entrevista formó parte
“enredados” 2011, finalista regional del concurso de periodismo de El País. La entrevista
se realizó en el Palacio de Festivales de Santander tras una conferencia
organizada por la Consejeria
de Cultura de Cantabria
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