domingo, 21 de octubre de 2012

Una ciudad San Petesburgo


San Petesburgo es una ciudad de la Federación Rusa situada a orillas del Mar Báltico, en el Golfo de Finlandia, en el distrito Federal Noreste y, curiosamente, se llama igual que una ciudad norteamericana del estado de Pensilvania. Es la segunda ciudad de Rusia, aunque fue durante casi dos siglos la capital del imperio. Primero se llamó San Petesburgo, en honor a su fundador, luego Petrogrado, al estallar la Revolución Rusa, y luego Leningrado (en honor a Lenin) durante la época soviética. Hoy se vuelve a llamar como al principio.


La ciudad esta formada por más de 100 islas que forman en su desembocadura los rios Neva (el más importante), Moika y Fontanka, así como las decenas de canales que se han ido construyendo para facilitar la navegación y el acceso a las grandes mansiones de la nobleza rusa.

Situada sobre el paralelo 60 º N (concretamente en el 59°56′00″N) San Petesburgo, a 635 kilómetros de Moscú),  ocupa casi 1,5 kilómetroscuadrados, está habitada por más de 4.600.000 personas y disfruta de un clima continental húmedo, por los ríos y la costa, que suele ser bastante extremo, con temperaturas bajo cero y grandes nevadas en invierno y veranos secos en los que (doy fe) se pasa de los 40º fácilmente.

Si se visita desde España hay que adelantar el reloj dos horas, y al comienzo del otoño es un lugar ideal para ver auroras boreales. Aunque la mejor época es mayo, donde, además de que no hace tanto calor, se celebran las grandes fiestas de San Pedro y las de Santa Xenia, la patrona local.





La ciudad fue fundada por el rey ruso (zar) Pedro el Grande, que quería convertirla en la puerta de Rusia a Europa. Para su construcción contrató a cientos de alemanes, que le pusieron su nombre (la ciudad de San Pedro), el patrón del rey, junto a arquitectos y artistas de media Europa, que la construyeron como si fuera Ámsterdam o Venecia.

En esta ciudad han nacido personajes tan importantes como el poeta Alexandr Pushkin, el músico Dmitri Shostakóvich, el novelista Fiador Dostoievsi o la bailarina Anna Pávlova.

En San Petesburgo han tenido lugar las guerras entre suecos, prusianos y rusos por el control del Báltico, la revolución de los liberales rusos contra el absolutismo en 1824, luego los inicios de la Revolución Rusa, con el asalto de los comunistas al Palacio de los Zares en 1917 y más tarde una de las grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial, en la que los alemanes sitiaron la ciudad durante 29 meses.



El número de palacios, iglesias y monumentos es muy grande. La mayoría se sitúan en torno al Rio Neva. A la derecha, atravesando el Puente de la Trinidad se encuentra la Fortaleza de San Pedro y San Pablo, que protegía antiguamente la ciudad, situada en un islote donde también se levanta la catedral de San Pedro y San Pablo. Frente a ella se encuentra anclado el crucero Aurora, el barco de guerra donde se amotinaron contra los zares los marineros de la flota imperial en 1900.



En el centro se encuentra la isla de Vasilevski, con sus palacios y cúpulas.
En la orilla izquierda está el casco antiguo, atravesado por la avenida del Nevski, uno de los grandes héroes rusos, que es un lugar de tiendas y bulevares. En esta zona se encuentran el Palacio de Invierno, con el Ermitage, uno de los 3 museos más importantes del mundo, y que para visitarle hacen falta varios días.  Muy cerca se encuentra la Iglesia de la Sangre Derramada o de la Resurrección, una de los grandes templos ortodoxos. También cerca se encuentra la catedral de San Isaac, una de las más grandes del mundo construida por el francés August de Montferrand en 1818.



Más hacia el sur podemos encontrar el Teatro Miinski, donde han actuado la mayoría de los grandes ballets rusos.

San Petesburgo cuenta con uno de los metros más bellos del mundo, aunque lo mejor (si te entiendes, por que allí casi nadie habla inglés) es viajar en cualquiera de los barcos que atraviesan el Neva, de isla en Isla. Una de las cosas más curiosas de la ciudad (donde los coches circulan a gran velocidad entre los tranvías, con poco orden) son sus bodas. Los sampeterburgueses alquilan grandes limusinas para moverse junto a sus invitados, con los que paran en cualquier plaza, para consumir grandes cantidades de vodka. Sus mercados están llenos de artesanía, sobre todo de joyas de oro, plata y ámbar. También son de gran belleza los iconos y las cámaras fotográficas “Lomo”. Por último, no te olvides de cambiar euros, porque allí la moneda local es el rublo, del que darán 40 por cada euro.







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