Manuel Rueda..
Gracias a los recientes avances efectuados por el CERN en Ginebra, se espera que en 2012 se pueda descubrir y probar la existencia del bosón de Higgs; Desde que se puso en funcionamiento el colisionador de partículas en 2008, se ha progresado exitosamente en el estudio del que podría ser el mayor descubrimiento científico de este siglo. El bosón de Higgs es la última partícula subatómica que queda por descubrir; todas las demás partículas ya han sido descubiertas en laboratorios de física.
Todas las partículas fundamentales que existen se dividen en dos categorías, fermiones y bosones. Los primeros son los constituyentes íntimos de la materia, mientras que los segundos transportan las varias fuerzas de la Naturaleza. El boson de Higgs fue nombrado por primera vez en 1960, cuando Peter Higgs propuso la existencia del campo de Higgs; dicho campo envolvería a todo el universo e implicaría la masa de todas las partículas existentes. El bosón de Higgs surgiría para explicar la existencia de este campo. La masa de las diferentes partículas estaría causada por una “fricción” con el campo de Higgs. Las más livianas se moverían fácilmente por el campo de Higgs, mientras que las más pesadas lo harían con mucha mayor dificultad. Si no existiera el campo de Higgs, todas las partículas, sin importar su masa, se moverían a la velocidad de la luz.
El Instituto de Física de Cantabria es parte activa del proyecto desde 1995, bajo el liderazgo de la catedrática de la UC Teresa Rodrigo. Además de contribuir a la construcción de un instrumento del detector CMS, las diez personas implicadas en la colaboración trabajan en el análisis de datos junto a investigadores de Estados Unidos e Italia.
Lo único que se sabe con exactitud actualmente, es que el bosón de Higgs no se puede detectar, puesto que una vez se produce se desintegra instantáneamente para dar lugar a otras partículas más comunes. Lo que se pretende es saber si las partículas que se producen provienen del bosón o no.
Si no se llegase a descubrir o se probase su inexistencia, habría que replantearse todas las teorías que tenemos sobre el origen de las partículas, y supondría el fin de muchas investigaciones físicas realizadas el último siglo.
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