Y os preguntareis… ¿que son las marzas? Gracias a la colaboración de Juan José Crespo, el director del coro marcero de Torrelavega y como dice Charo Bedia “Uno de los que más sabe” hemos querido profundizar un poco más sobre este tema.
Las marzas son cantos petitorios, es decir, son cantos que a favor de cantarle al pueblo, este da dinero, en definitiva podemos decir que son cantos de pedida que se hacen el último día de febrero o el primero de marzo para dar la bienvenida a la primavera o al nuevo año. Las marzas tienen su origen en las invasiones romanas, ya que los romanos y los griegos eran muy dados a estos cantos.
Los primeros vestigios que tenemos escritos en Cantabria son a través de los escritos de José María Pereda. A mediados del siglo XIX empieza a haber gráficos. Las marzas están escritas por Demetrio Duquin Merino, Jesús Cancio es un poeta que murió a principios del siglo XX, Emilio Alcántara del Rio, otro historiados cántabros , García Lomas , Menéndez Pelayo , Tomás Maza y Solano, Amós de Escalante… Si tenemos la creencia de ciertos detalles que datan de las guerras púnicas en Cantabria y a esto le añadimos lo que dicen los eruditos, hay que pensar que tratan de ese tiempo. Algunos dicen que dan la bienvenida al nuevo año porque en tiempos de Rómulo, el calendario que existía era solar y el año comenzaba en Marzo.
Otros dicen que dan la bienvenida a la primavera. Originalmente eran cantadas por los mozos de 15 o 14 años hasta 25 como máximo, todos solteros, no podía haber nadie casado. En el momento en el que pasa a cantar las marzas pasa a ser un joven acto para casarse, las muchachas ya sabían que ese joven podía ser casado, para esto los mozos cuando ya tenían novia le ponían un ramo de laurel en la casa si los padres le daban permiso, sino no se podía.
El mozo pasaba a otro estatus que es una ley que se da en los pueblos, cuando uno nace pasa a formar parte de los vivos, cuando tiene 14 años es un niño pero en el momentos en el que pasa a cantar las marzas ya se puede casar. La gente les da el compango, que es todo el producto que se saca de la matanza del cerdo, las morcillas, el chorizo, el jamón… Se dedicaban a hacer sus propios productos ya que uno vivía de la matanza del cerdo .Normalmente quien era más rico podía matar una novilla o una vaca pero no se solía dar porque las vacas eran algo más preciadas que los hijos, “se lloraba más por una vaca que por un hijo”, no por el afecto que le pudieran tener si no por lo que pudiesen darles. La gente vivía todo el año de eso, “echándole colesterol a la vida pero sin darse cuenta”.
Los mozos cantan y reciben el compango y castañas ya que sirven todos los productos de la tierra, también vino y en alguna ocasión dinero. Las marzas son cantos de pueblo que se cantan principalmente en Cantabria pero también se cantaban en Palencia y en Burgos e incluso en una parte de León. Los cantos son muy litúrgicos, están relacionados con la Iglesia, como decíamos aquí cuando no nos gustaba algo “esto parece un gorigori”, algo que es muy repetitivo al igual que las marzas que son muy monótonas.
Hoy en día tienen bastante menos importancia que cuando se cantaban en los siglos XVIII, XIX, y principios del XX, porque en las marzas se da lo que se llama “interrelaciones”, pero las mozas no cantaban porque había un machismo típico de la época, cuando oscurecía, una moza tenía que irse a casa, pasar una callejas que por un lado estaban bordadas de zarzas y por el otro lado también, las cuales dividían las viviendas de cada persona. Entonces la interrelación, ahora llamada sociabilidad, se encomendaba solo a los mozucos. En los pueblos las mujeres duraban más que los hombres, 6 o 7 años era lo normal. Con lo cual había más viudas que viudos, y una mujer viuda no tenía ningún recurso para salir adelante, por lo que acudían a los mozos que les realizaban las labores para las que no estaban capacitadas. Aquí de 1989 a hoy, de cantarse en 10 lugares ha pasado a cantarse en más de 110 pueblos. Lo que pasa es que las marzas las cantaban mozos y ahora las cantan viejos porque los mozos no colaboran, ya que el ordenador hace que la juventud prefiera vivir individualmente a vivir en grupo.
La magia de las marzas está en que no hay enemigos, todos los que las canta son amigos. Jamás se da un enfado por parte de nadie. Pero había veces que un mismo pueblo estaba dividido en dos partes, que solían ser rivales. Los mozos a la hora de cantar las marzas no podían juntarse los de arriba y los de abajo porque había mucha rivalidad. Se solían dividir en el “pueblo” y los “señoritos”, que venían del comercio o sus padres tenían un empleo mixto, ganado y trabajo en una empresa, y ahí sí que había rivalidad pero no entre los propios de cada grupo sino entre un grupo y otro. A veces llegaban a un lugar en el que decían “no, nosotros venimos a cantar aquí” “y nosotros también”, se pegaban entre ellos y el que más podía le quitaba todo lo que les habían dado a los otros, pero establecieron un código de honor por el que si no podían limitar las casas en las que tenían que cantar, hacían una raya “la raya del honor”, de la cual no podían pasar ninguno de los dos grupos.
Según Juan José, “el estar juntos una serie de personas para alegrar a los habitantes de las casas” es realmente la magia de las marzas.
Alba Campo, Sonia Fernandez, Adriana Ruiz, Elena Calleja, Alba Gutierrez, Ana Reguilón, Lorena SainzColegio La Paz, Torrelavega (Cantabria)Imagenés Torrelavega me entretiene
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