Poco más de
un mes falta para que el cono sur americano viva su gran semana de la moda. Un
evento para reivindicar que en esto de las telas, el sur también existe.
Uno de los
proyectos que más nos ha llamado la atención es el de la diseñadora uruguaya
Natalia De Lilla la creadora de la marca Banana Split.
Sus
comienzos fueron en el mundo del diseño gráfico, de donde dio el salto al
diseño textil, donde sigue formándose en la Escuela Universitaria
Centro de Diseño (EUCD). Fue el año pasado cuando su amiga Belén Nieves la
animó y la ayudó a introducirse en el mundo empresarial poniendo en marcha su
propia marca de ropa, Banana Split.
De Lilla
representa a una generación de jóvenes latinoamericanos formados en el mercado
del trading, grandes empresas donde los diseñadores trabajan para diferentes
marcas que generalmente confeccionan en China ropa para hombre).
Lilla se
encuentra ahora en la fase inicial de muchos diseñadores, encargándose de todo
el proceso de la ropa, desde diseñar, cortar, confeccionar y coordinar a otros
talleres donde, en ocasiones, se externaliza la fase productiva. Belen sigue
siendo una pieza importante en BS, asesorando en las tendencias, colores e
ideas que provienen de otros mercados sudamericanos (especialmente de Brasil).
Otro elemento clave en BS es el novio de Natalia, Nicolás Ovalle, encargado de
la planificación de mercado.
De Lilla ha
comenzado este año la experimentación con telas y materiales no uruguayos lo
que se ha transmitido en una imagen más innovadora de la marca, menos limitada
que su primera colección Liberdade.
El reto de
Banana Split, sin embargo, no es creativo, si no de competitividad. Los
usuarios de América del Sur, como los europeos, tienen una gran facilidad para
acceder a las coleciones europeas y estado unidenses, lo que la obliga a
competir con una oferta muy diferenciada, por calidad y por ser un producto
nacional. Eso ha hecho que Banana Split no responda al concepto de marca
fast-fashion (como las grandes multinacionales tipo Zara) sino del
slow-fashion, esto es, que las prendas no sean descartables, que sean prendas
que la gente pueda usar en un ciclo más largo.
Es una de
las concepciones de los nuevos diseñadores como De Lilla, la globalización es
un reto, no es solo un problema. “Países como Uruguay están experimentando un
gran cambio, por lo que es un buen momento para el diseño local, que puede
ofrecer al consumidor propuestas variadas, contextualizadas y de muy buena
calidad.
De Lilla
ofrece un estilo minimalista, de cortes simples y aptos para todo tipo de
mujer. Uno de sus rasgos es el talle. En Banana Split la ropa se caracteriza
por ser la cintura lo que marca el cuerpo y lo estiliza, con cortes que llegan
a ser arriesgados, pero de un coste asequible.
Un coste
que está influido por sus sistemas de comercialización, a través de canales
multimarca y con un gran uso de las redes sociales y la venta por Internet.
Este
verano, bajo el nombre Liberdade, De Lille puso en las perchas su primera gran
colección, surgida en Sao Paulo y con muchas influencias brasileñas.
Hoy estrena
La Splendeur ,
una nueva propuesta creativa llena de referencias al París neoclásico y a la
obra de los grandes arquitectos uruguayos del siglo pasado, como Juan Alberto
Capurro o Carlo Zucchi. Una colección con formas, siluetas, colores y texturas
que podríamos asociar a la elegancia de las grandes divas de Hollywood como
Vivien Leigh y Audrey Hepburn.
Estamos
ante una diseñadora con mucha proyección, llena de fuerza visual, que ofrece
ropa cómoda, femenina y versátil.
Sofía Gómez
Arrate
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