Tamara
Cicero
Los cambios
que se están produciendo en los últimos años en el mundo, cada día son más
evidentes. Estos cambios se ven particularmente reflejados en las economías de
los países, y destacan, de una manera más significativa, cuando estos entran en
crisis.
Después de
dos décadas de fuerte crecimiento en las economías occidentales, así como en
Japón, China, La India ,
Australia y algunos países latinoamericanos, a partir del año 2008 y debido a
factores como los altos precios alcanzados por las materias primas,
principalmente el petróleo y el cobre, y sobre todo, al estallido bursátil a
nivel mundial que produjo la bancarrota del banco de inversión Lehman Brothers
en EE.UU, y que, actuó como detonante para el hundimiento de algunas de las más
importantes entidades financieras relacionadas con el mercado de las hipotecas
inmobiliarias, el término “crisis económica” empezó a sonar en todo el mundo.
La mayoría de estas entidades habían asumido
riesgos crediticios nunca vistos hasta ahora y obligó a los bancos centrales de
los países occidentales a inyectar enormes sumas de dinero en los mercados para
proporcionar liquidez al sistema bancario, que estaba al borde de la quiebra, a
este punto se llegó con el desplome de la enorme burbuja inmobiliaria, que se
había creado en algunos de estos países. Hay que destacar que en la CEE algunos de los países con
las economías más débiles como Grecia e Irlanda han tenido que ser rescatados,
debido a su enorme endeudamiento, evitando así su salida del EURO y sobretodo
su quiebra. Esta nueva situación internacional ha dado lugar a la aparición de
nuevas potencias económicas, que vienen a demostrar que algo en el mundo está
cambiando, la más destacada es la economía china, que ya está comprando deuda
española y portuguesa.
Si reflejamos
la situación económica en España, veremos que nuestra economía es una de las
más afectadas por el fin del “boom” inmobiliario debido a que ha basado su
enorme crecimiento de la última década en la construcción. Ante una situación
económica tan inestable la facilidad con que los bancos prestaban su dinero a
los ciudadanos se ha terminado, por lo cual, la venta de viviendas tanto nuevas
como de segunda mano se ha hundido y ha hecho que ante unas perspectivas tan
negras muchas de las obras en ejecución se hayan parado y como consecuencia
millones de personas se han quedado sin empleo, lo cual es otro agravante para
la economía nacional que genera muchos menos ingresos y a su vez tiene que
destinar enormes sumas de dinero para cubrir el subsidio de desempleo de todas
ellas. Como consecuencia más inmediata de este fuerte desempleo está el menor
consumo que pueden realizar las familias al ser menores sus ingresos, además
nuestra producción disminuye y esto hace que nuestras exportaciones lo hagan
también, generando menos divisas. Otro factor preocupante de nuestra economía
es el enorme endeudamiento exterior, al cual hemos llegado porque en estos
últimos años, nuestro modelo productivo no se ha orientado a la exportación
sino que ha ido dirigido a los sectores ligados al ladrillo y hemos optado por
políticas de endeudamiento en vez de políticas productivas. Un aspecto muy
importante que hay que considerar es que los países que, como España, necesitan
colocar más deuda están viéndose obligados a pagarla mucho más cara y este será
otro lastre para salir de la actual crisis. Ante una situación tan negra a
corto plazo, España , aconsejada por sus socios comunitarios, principalmente
por el llamado club de los ricos (Alemania y Francia), ha emprendido duras
reformas económicas que han dado lugar a unos severos recortes en inversiones
en el sector público (hay que destacar principalmente la paralización de casi
todas las autovías en construcción) así como la congelación de algunas
pensiones y la reducción en el salario de los funcionarios, también la subida
del IVA ; además están entrando en escena otras medidas de orden laboral como
son la disminución del número de días para la indemnización por despido y las
más que probables reformas en la edad de jubilación y el tiempo cotizado
necesario para cobrar dicha jubilación, sin olvidar que hay previstas varias
medidas nuevas para flexibilizar el mercado laboral. Estos drásticos ajustes
tienen un objetivo fundamental que no es otro que la reducción del déficit,
aunque al tomarlos, lo primero que se consigue es que aumente el número de
parados y con ello, aparece la economía sumergida que no genera recaudación de
impuestos directos y si, por el contrario, competencia desleal. El consuelo que
nos puede quedar a los españoles si nos comparamos con nuestros vecinos del
arco mediterráneo es que somos una economía mucho más grande y menos endeudada,
aunque también tenemos una altísima tasa de desempleo que puede lastrar
nuestras pretensiones de salir de la crisis a corto plazo, y si queremos
colarnos en la “Europa de primera velocidad” tenemos que considerar algunos de
los siguientes puntos:
-España no
es todavía un país muy tecnificado ni automatizado en su producción si la
comparamos a los mejores países europeos o a los EE.UU
-El sistema
de producción español incentiva mucho las horas trabajadas y no remunera lo
suficiente los logros obtenidos ni los objetivos alcanzados.
-Seguimos
teniendo en las grandes empresas estructuras jerárquicas obsoletas con mucha
burocracia y también mucha inoperancia.
Según el
catedrático de estructura económica Santiago Niño Becerra esta es una crisis
sistémica, lo cual, nos permitiría pensar que podemos estar ante el fin de un
modelo productivo tal y como le conocemos hasta ahora y que quizá pierdan
fuerza los estados y la ganen las grandes multinacionales que al asociarse
entre ellas crean enormes imperios económicos capaces de desestabilizar a los
gobiernos de estos países, sin embargo, nada tiene que ver la macroeconomía
mundial con la falta de control que ha habido sobre el derroche que se ha
producido en el sector púbico tanto a nivel autonómico como nacional y mucho
menos sobre el derroche que se producía en las familias que en gran medida se
han endeudado sin ningún tipo de miramientos.
Lo importante
es que no se puede equivocar deuda con morosidad, porque se puede estar
endeudado y no ser moroso. La morosidad empieza cuando no se paga la deuda.
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