Carlos Gómez
Siempre
protagonistas, cada uno por las cualidades que les han hecho ser reconocidos a
nivel mundial. Iconos dentro y fuera del campo; Pep Guardiola y José Mourinho.
Como dice
el dicho, cada maestrillo tiene su librillo y el de estos entrenadores es
diametralmente opuesto. Sus entrenadores han sido muy distintos, nada tienen
que ver Cruiff y Robson. Uno convive con el halago continuo y demostrando una
educación exquisita, que le impide chocar con los obstáculos que le pone el
otro. Uno ha nacido en el club de su ciudad aunque sus ganas de conocer mundo
le llevaron a jugar en Oriente e Italia, para volver a entrenar al club de su
corazón tras un fugaz paso por el filial del mismo. El otro, jugador mediocre,
encontró la fama mundial por ganar en todos los países (España como excepción)
y por ganarse el respeto de todo el mundo por su carácter y forma de trabajar.
Su método ha conquistado a los diferentes futbolistas que ha entrenado. Sus
formas de proceder son totalmente distintas, dependiendo de con quien trate.
Su, personalidad es totalmente contraria aunque es común la competitividad y la
capacidad de motivar a plantillas Su método ha conquistado a los diferentes
futbolistas que ha entrenado.
Sus formas de proceder varían dependiendo de con
quien trate, la plantilla o con los medios, mientras que uno mantiene un
discurso parecido con la prensa y con sus jugadores, el otro parece el malo de
Batman: Harry Dos Caras. Los jugadores dicen que es un buen tío, incluso
gracioso, que te conquista en el cara a cara. En las ruedas de prensa parece
altivo, socarrón, chulo y grosero; es decir, lo contrario a la excelencia que
predica su propio club. Toda la humildad que irradia uno, no la quiere el otro.
La experiencia mundial de uno contrasta con la poca experiencia del otro, que,
apenas lleva tres temporadas. Sin embargo, se necesitan mutuamente, aunque uno
busque más al otro, por eso sus comparecencias de prensa son tan vistas y
oídas. En parte esto favorece a una cultura que no existe en nuestro país,
escuchar al entrenador. En esta liga tan desigual son el ying y yang, el alfa y
el omega y la cerveza y el cava. La inexperiencia de uno que a penas lleva tres
años al frente del equipo, choca con el otro que se ha recorrido más de medio
mundo ganando en todos los lugares posibles (faltándole España). Sus clubes los
defienden como si de un título se tratase, e incluso tragan con el capricho de
turno, aunque sea traer a jugadores bastante corrientes. Ahí se corre el riesgo
de que el entrenador se crea un mago, pensando que puede hacer cracks a
jugadores limitados. Son dos entrenadores valientes que no tardarán mucho en
irse a probar nuevas aventuras, pero mientras uno renueva año tras año para no
caer en la comodidad, el otro asegura el pan de cada día firmando cuatro años
que amenaza con no cumplir. Los dos son entrenadores de club, Pep ha estado
toda su vida en Can Barça, por contra Mourinho es el mejor pagado y por eso su dedicación
es superior a la del resto. Uno es condescendiente y se queja poco pero cuando
lo hace, lo hace en voz baja.También es verdad que no tiene motivos de de
queja, su barco va viento en popa. Mou es agresivo y manda continuamente
dardos
envenenados a la ciudad Condal, para intentar desestabilizar el único escollo
que le queda para ganar todo en España. Que si hay delanteros que tampoco meten
goles, que si el calendario nos perjudica, que juegan bien y ganan y, si juegan
mal también ganan, que si juegan contra diez, que si a la estrellita de turno
la pegan menos que al otro, que si los árbitros nos perjudican (hoja de errores
incluida) y un sinfín de quejas que seguramente no han hecho más que empezar.
Esta última lista de errores trajo polémica, como casi todo lo que hace Mou. La
sucesión de fallos puso en el disparadero al colectivo arbitral. Estas quejas
propiciaron la queja de numerosos entrenadores de Primera División. Para enfado
de Mourinho, estos alabaron a Guardiola. Uno va a los campos rivales y casi le
ponen la alfombra, para él todos los campos de primera son hostiles. Por
contra, coinciden en varias cosas, como la relación con sus presidentes es
especial. Ellos les convierten en portavoces y nadie les puede desautorizar,
han sido fichados para ganar, sobretodo Mourinho, y se les permite utilizar los
métodos que crean necesarios para ello. Futbolisticamente que aunque a algunos
se les olvide, es lo que cuenta: uno aboga por el fútbol que ha visto toda la
vida, incluso de recogepelotas en una semifinal de Champions, el otro
desarrolla fútbol de contacto y pressing con gente que generalmente su
capacidad pulmonar es superior a la técnica, su fútbol organizado y táctico que
oportunamente se confunde con defensivo. En el Inter jugaba con tres delanteros
y en el Chelsea usando mucho las bandas, ya lo dice él: “cuando una mentira se
dice muchas veces parece verdad”. Son conceptos distintos pero igualmente
atractivos y válidos. Su infinita superioridad. Creo que se debe a todos sus
millones. Yo me quedo con lo mejor de cada uno, y que estos enfrentamientos
sigan siendo así durante mucho tiempo, por el bien del fútbol español y sus
aficionados.
Que el
espectáculo continúe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Queremos saber tu opinión. Se respetuoso y enriquece a la comunidad