Andrea
Pérez
Hace tiempo
mi padre me hablo admirado de un hombre que había rechazado un premio muy
importante por haber resuelto un problema matemático. Me lo enseñó como un
ejemplo a seguir. Me olvidé de aquel hombre hasta que hace poco un profesor me
habló de él, también admirado, ninguno de los dos me le presentó como si fuese
un chiflado ni nada parecido.
Pero cuando
me puse a investigar sobre él encontré algo más que simple admiración, he visto
descripciones sobre él como un tipo andrajoso, que si las uñas como garras y la
barba ni te cuento, que no era la alegría de la huerta, ermitaño y tiene
cucarachas en su casa, lamento avisar de mi falta de pericia en la prensa rosa, así que en vez de hablar de si prefiere vivir con fulano o con fulana, hablaré
de lo que me parezca (a mi) más interesante.
Tampoco
haré suposiciones respondiendo a la pregunta ¿por qué le volvió la espalda al
mundo? de la periodista Masha, por supuesto sobre eso también he oído de todo,
que si está loco, que si puede padecer una enfermedad extraña o que tiene
complejo de superioridad, bueno:
Grigori
Perelman (San Petersburgo, 1966) comenzó a trabajar como investigador en el
instituto Steklov y paso un tiempo en la universidad de Nueva York,
coincidiendo con el derrumbe de la Unión Soviética , cuando muchos matemáticos rusos
se quedaban sin ingresos y los norteamericanos les pasaban dinero para poder
sobrevivir. Después de esto se fue a una Universidad de California, donde
encontró teorías que le inspiraron para resolver la conjetura Poincaré (aunque
no fue el único problema en el que se centro). Pero prefirió volverse a Rusia
donde estuvo varios años dándole vueltas al problema que al final logro
resolver, y trabajar en su demostración de la forma del universo.
Intentaré
explicar lo que pueda del problema. (Para más información: “la conjetura de
Poincaré” de Donal O´Shea). Éste trata de la geometría de los espacios
multidimensionales y es muy importante para la topología (estudio de las
propiedades de los cuerpos geométricos que permanecen inalteradas cuando son
doblados, estirados o comprimidos). Perelman ha resuelto (“hasta que se
demuestre lo contrario”) una versión general del problema, llamada “la
conjetura de la geometrización de Thurston”, del que la conjetura de Poincaré
es un caso especial.
¿Es el
universo abierto o cerrado? Si el universo es finito pero no tienes paredes,
será que esta curvado de alguna forma. Henri Poincaré (Francia, 1854) llegó a
la conclusión de que todo objeto tridimensional cerrado es una esfera
topológica. Es decir, que cualquier curva cerrada se puede deformar hasta un
punto. Asique propuso la conjetura de Poincaré (1904). Perelman demostró que
ocho geometrías bastan para nuestro espacio de tres dimensiones.
Lo habitual
es que hubiese publicado la demostración en una revista especializada, pero en
vez de esto Grigori envió tres manuscritos (el primero a finales del 2002 y el
último al verano siguiente) a un archivo en Internet de textos matemáticos.
Una prueba
matemática suele cumplir una serie de normas. Primero comienza con unas
verdades aceptadas y se aplican unos pasos lógicos con el fin de llegar a una
conclusión. Si no hay fallos esto pasa a ser un teorema, el cual tiene que ser
revisado por expertos.
La
demostración de Grigori era muy breve, compuesta de una serie de secuencias
lógicas que ocupaban cuatro páginas cuando podían haber sido desarrolladas a lo
largo de cientos (el documento más reciente en el que se resuelve su
demostración tiene 473 páginas). El ahorrarse Grigori desarrollar lo que ya daba
por sentado dio lugar a que dos matemáticos chinos no muy honrados, Cao Huaidong y Zhu Xiping
se quisieran llevar el mérito limitándose a completar lo que faltaba. Costo su
tiempo aclarar esta trama.
Las
aplicaciones prácticas de su hallazgo se irán viendo en las próximas décadas.
De momento, ya han servido para ejecutar un modelo en el tratamiento contra el
cáncer frenando la proliferación de las células malignas. Pero solo es el
principio de una revolución de la geometría.
Hace cuatro
años le ofrecieron la medalla Fields, que no fue a recoger y hace dos meses le
premiaron con el millón de dólares que se ofrece por resolver uno de los 7
problemas del milenio establecidos por el instituto Clay, tampoco lo recogió.
Su recompensa es la solución del teorema y su ofensa la mercantilización de las
matemáticas.
“el humilde
razonamiento de uno vale más que la autoridad de miles”
Galileo
Galilei
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