Todos
sabemos que, desde hace tiempo, se instalan en la calle máquinas expendedoras
que ocupan suelo público (a veces convirtiéndose en una barrera arquitectónica
que impide el libre transito). Pero lo que muchos no saben es que algunos de
los productos se venden en una dudosa legalidad.
La verdad
es que nos hemos acostumbrado tanto a ver nuestras calles tan repletas de
guetos de tabaco, veladores de cafetería y barras de pinchos en las fiestas, y
todo ello para ayudar a nuestra maltrecha economía, que no solemos reparar en
todo ese amplio catalogo de negocios en vía pública que nos rodean
En el caso
de una ciudad como Torrelavega, podemos hablar de dos casos; el primero de
ellos, corresponde a una máquina expendedora de bebidas alcohólicas y papel de
liar, situada junto a un kiosco del pueblo de Tanos, en las afueras de la
ciudad.
El otro caso, corresponde a una céntrica calle de Torrelavega, donde la
máquina, situada en plena calle peatonal, ofrece una amplia gama de productos
destinados al disfrute sexual, como consoladores, lubricantes, lencería erótica
y demás placeres mundanos, justo a veinte metros del parque infantil
“Torreaventura”, y a 10 de una concurrida terraza, donde los niños retozan
alegremente, ante la desatenta mirada de sus progenitores, ensimismados en los
placeres habituales de un adulto (un cafetito y su cigarrillo).
La pregunta
es obvia. ¿Cómo es, que estando prohibida la adquisición de bebidas alcohólicas
y ciertos productos eróticos a menores de edad, estos se puedan adquirir en
plena calle, y por cualquier persona, sin discriminar edad?. De hecho, cuando
dos redactores de enredados pretendieron acceder al comercio, propietario de la
maquina expendedora de utensilios de disfrute, su responsable nos invito a no
traspasar el umbral del comercio, dado nuestro carácter de menores, a la vez
que, en su presencia, ojeábamos la maquina y su contenido y echábamos unas
moneditas (por motivos estrictamente periodísticos).
Lo cierto
es que en esta cuestión existe un importante vacío legal. Como nos explicaba el
abogado torrelaveguense Leopoldo Pérez del Olmo, la ley prohíbe la adquisición
de ciertos productos a menores de edad (por ejemplo alcohol), pero la
legislación reguladora de los productos que pueden ser vendidos en las máquinas
expendedoras, únicamente restringe productos de carácter alimentario y de
tabaco, no aclarando las condiciones de lo que aclaramos. Es más, la mayoría de
las normativas sobre usos de la vía pública son municipales. Ordenanzas que
determinan el uso de las vías y plazas para vados, carga y descarga, paradas de
servicios públicos u ocupación (andamios, por ejemplo), pero en muchos
municipios, tampoco existe regulación de estas maquinas. Ello genera un fraude
de ley, al permitirse la adquisición de ciertos productos, mediante estas
maquinas, en el quicio de un local, cuando un metro más allá, en el comercio
del dueño de la maquina, no esta permitido.
Un aspecto
destacado es el de la salud. Para el sexólogo Carlos San Martín, está bien este
tipo de prácticas si están acompañadas de un progreso en el tema de la
sexualidad, que a día de hoy sigue siendo tema tabú entre muchos padres e
hijos. Puestos así, la curiosidad de un niño ante una de estas maquinitas puede
despertar una reacción de cabreo parental que afecte a la visión que el niño
adopta sobre la sexualidad, de igual manera que convertir a sus ojos, esa
sexualidad, en un elemento mercantil, tampoco es muy formativo. “Puede que
favorezca el acceso a consumidores a los que entrar en una tienda y pedir,
según que productos les resulta violento, pero es que el punto de venta de
preservativos son las farmacias y no los parques infantiles”. De igual forma
que a la lucha contra el consumo abusivo de alcohol, la venta libre de bebidas
en maquinas de libre acceso, 24 horas, no la ayuda mucho.
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