La crisis de Ucrania ha reiniciado el debate sobre el costoso aprovisionamiento energético de nuestro país, y de Europa en general. Costoso en términos monetarios, medio ambientales y políticos. Fukushima queda ya en un lejano recuerdo, pero la posibilidad de un desabastecimiento de gas es una amenaza muy cercana. Ante ello, políticos y economistas de varias tendencias defienden el impulso nuclear como una alternativa más barata y madura que las renovables. No es el caso de Cristina Narbona.
Economista de profesión, la madrileña fue corresponsal de Radio Nacional de España desde 1964 hasta 1975. Su estancia en Italia, donde se doctoró, marcó su compromiso con la construcción de una España democrática, igualitaria y moderna. A su regreso a nuestro país, Narbona tomó el camino del servicio público, en el que ha desempeñado cargos en la Junta de Andalucía y en el gobierno central, casi siempre en el área de medio ambiente y vivienda.
En 2012 publicó con el periodista Jordi Ortega, el libro “La energía después de Fukushima”, en el que defiende la necesidad del fin de esta energía y denuncia la, a su juicio, lamentable situación de las renovables en España.
Pregunta. ¿Qué hace una ex ministra de Medio Ambiente en el Consejo de Seguridad Nuclear?
Respuesta. Es inédito, pero no extraño si comprendemos que este organismo tiene como única misión garantizar la seguridad en el uso de la energía nuclear. El CSN no es la agencia de promoción de la energía nuclear, por lo tanto los que estamos aquí no debemos ser ni pro ni antinucleares. Yo soy antinuclear, profundamente convencida, y creo que esta energía debería ir gradualmente desapareciendo por los riesgos asociados a ella, y porque no es ético dejar a nuestros hijos y generaciones futuras un legado de residuos radiactivos extremadamente peligrosos. Pero ese punto de vista crítico favorece una postura global del Consejo acorde a lo que se espera de él.
P. ¿Qué pretende una consejera “verde” en esta institución?
R. Contribuir a reorientar la filosofía del Consejo. En el debate sobre Garoña, el gobierno estaba dispuesto modificar la legislación para conceder a la central las mejores oportunidades para que reabriese. Pero nuestro papel es regular pensado más en la seguridad ambiental que en los intereses económicos.
Tampoco es admisible, como ocurrió antes de verano, que se nos pida un informe en cuatro días, eso no son maneras.
Ya en el famoso megaplan nuclear de los años 70, se pretendían poner en marcha más de 30 centrales, algunas de ellas previstas para sitios con una sismicidad en ese momento ya muy conocida como Tarifa o Lorca. Controlar eso es nuestra labor. Pero mi labor aquí no es solo en vigilar que las centrales tengan más garantías de seguridad, sino, como ocurre a nivel internacional, prepararnos para prevenir y mitigar efectos, no solo sobre cada país sino sobre los países del entorno. Ya sabéis que Fukushima emite ahora radiactividad que de una manera gradual avanza por el océano. En Estados Unidos el gobierno tiene compradas 14000000 de pastillas de yodo, que en el caso de que la contaminación llegue a sus costas tiene preparado.
Un último aspecto es para mi relevante. En el caso de Japón había una muy mala gobernanza de todo el proceso, tanto de la empresa Tepco como del regulador, hasta el punto de que Japón ha tenido que crear un nuevo regulador porque estaba capturado por las empresas privadas. En todos esos campos puedo aportar mi experiencia como ex ministra de medio ambiente.
P. Al hilo de todo esto, ¿por qué cree que un asunto que se cree tan seguro y controlado como es el de los residuos radiactivos causa tanto debate?
R. Los residuos que se generan tienen una capacidad para ser un peligro contaminante durante cientos de miles de años, en el caso de algunos isótopos. Para que esos residuos sean seguros hay que mantenerlos en unas condiciones de enorme control, pese a lo cual no podemos garantizar la seguridad.
Desde los atentados terroristas de las torres gemelas en EEUU empezó a desarrollarse un programa en el que también trabaja España, sobre prevención de riesgos terroristas no solo ante centrales nucleares sino también antes depósitos radiactivos. Para que todo eso este bajo control hay que invertir muchísimo dinero, no solo de entrada, sino a lo largo de siglos donde efectivamente habrá que seguir vigilando si hay, por ejemplo cualquier modificación de los terrenos donde se colocan los almacenes de residuos. Estamos ahora empezando el estudio aquí del almacén temporal centralizado que va a haber en Cuenca, en Villar de Cañas, y la parte más sensible e importante de analizar es la caracterización de los suelos. Es muy difícil encontrar un suelo ajeno a cualquier sismicidad o a cualquier riesgo de filtración de aguas. Por ello debemos usar grandes cantidades de cemento, muchas capas de materiales que eviten que no haya nada desde el suelo que pueda afectar a donde depositan los residuos. Cuando comparas fuentes energéticas diferentes, cada una tiene asociado un coste por su seguridad o sus riesgos, el coste de la energía nuclear es simplemente incalculable.
Por eso cuando se dice “la energía nuclear es barata”. Barata, ¿midiendo qué costes? Primero si hemos llegado a que pueda ser utilizada con criterios de exigencia de seguridad, ha sido después de más de 50 años en los que ha habido muchísima inversión pública y privada, para que una energía que nació para destruir la tengamos controlada para que no destruya sino que genere energía. Si todo ese dinero se hubiera aplicado al desarrollo de la energía solar, no me cabe la menor duda de que no tendríamos el menor problema energético en el planeta, porque con todo ese dineral se podría haber desarrollado a un coste y con unas condiciones tecnológicas una energía que no tiene el menor riesgo comparada con la energía nuclear. Ahora vamos a investigar aquí, la incidencia de los tornados sobre nuestras centrales nucleares. En España ha empezado a haber tornados pequeños hace pocos años, pero van a más. Los tornados vienen del mar, tenemos dos centrales en Cataluña al lado del mar, Ascó y Vandellos, tenemos ahora que pensar en riesgos que hace unos años ni se concebían, incluso de tsunami
P. Cuando usted fue ministra de medioambiente, ¿recuerda alguna tipo de presiones para que cambiara su política de parte de algunas empresas en vez de defender su papel como ministra?
R. Muchísimas. Todavía recuerdo a los cazadores disfrazados con arcos y flechas manifestándose por la Castellana. Llegaron incluso a presionar a la Casa Real para que me presionaran a mí. En eso no comprendemos que muchas de las leyes ambientales españolas son puramente la incorporación a España de normativa ambiental europea. No es una cuestión de devoción, si no de obligación.
P. Ya sabemos que todas las políticas medioambientales no son iguales. ¿De que distinta manera se ve desde la izquierda este tema?
R. Siendo yo ministra aprobamos una ley sobre responsabilidad por daño ambiental que el gobierno acaba de cambiar, en un sentido de retroceso. El gobierno actual ha cambiado leyes como la ley de costas, que era anterior a mí, pero que en mi etapa hicimos un esfuerzo por agilizar la definición del dominio público, precisamente para evitar que el espíritu de la ley de costas se incumpliera. Había presiones de constructoras, promotoras, ayuntamientos, comunidades autónomas de todos los signos políticos, que no querían que se aplicaran determinadas normas ambientales que eran la transposición de directiva europea. En el año 2006 modifiqué ley de montes para que se prohibiera durante 30 años la recalificación de los suelos quemados, porque había habido en España casos, algunos muy conocidos como Terramitica, de incendios que habían sido intencionados para recalificar suelos forestales como urbanizables. Y yo busqué la manera de blindar esos terrenos. Pues eso se ha cambiado en la legislación de montes, ya se dice que aunque existe esa restricción, si el proyecto es de gran interés para la comunidad autónoma… Es que no hay suelo disponible en nuestro país, es que tenemos mucho suelo en este país. ¿Tenemos que ir justo a hacer Eurovegas en un espacio forestal?
Quizá el PSOE ha perdido ese espectro ecologista que pudo tener y que ha ido modificándose y avanzando hacia posiciones más izquierdista como izquierda unida.
Es un voto que está muy fragmentado. Sabéis que hay incluso un partido verde que tiene al frente a quien fue director de Greenpeace, López de Uralde. Yo diría que el caso de España es bastante singular en la Unión Europea porque somos el único país importante que no tiene un partido verde que tenga un 10% del voto.
P. ¿Cual es la razón por la que en España el tema ambiental ha quedado fuera de la agenda política?
R. Yo creo que hay una razón principal y es que nuestro país se ha desarrollado muy rápidamente en muy poco tiempo y eso ha tenido unas consecuencias culturales, como el hecho de pensar que el bienestar y el crecimiento económico necesariamente conllevan contaminación y destrucción del.
Porque es lo que nosotros hemos hecho, hemos sembrado de viviendas la costa, hemos tenido mucha actividad industrial sin tener en cuenta los vertidos… pero es que si eso no se hacia así no había creación de empleo. Yo creo que hay un cierto imaginario colectivo que asocia el éxito económico, o el aumento del PIB o del empleo, a la destrucción del medio como algo inevitable.
Cuando se construye una casa tienes una incidencia sobre el territorio, si lo haces además sobre un lugar de especial valor ecológico peor, pero generalmente un edificio utiliza materiales, energía, ocupa espacio. En esa burbuja inmobiliaria ha habido mucho de no considerar los impactos sobre el territorio. Incluso hemos sido el país que más hemos usado el coche para trayectos cortos.
Hay una forma de educar en la que cuanto menos espacio ocupes y menos contamines más ciudadano digno eres. Decidme aquí donde se ha educado para que seamos conscientes de que nuestro comportamiento incide sobre la calidad de vida los demás. Lo podemos llamar educación para la ciudadanía, educación para la responsabilidad, educación comunitaria. Parafraseando una campaña contra el tabaco, no contamines y no dejes que te contaminen, sé proactivo.
Pero tendríamos que ir un poco más allá y revisar el modelo económico que tenemos. No es solo una cuestión de ensuciar o de no malgastar, también de elección de tecnologías de uso o de saber valorar el coste de un producto por algo más que el número que pone en una etiqueta
P. Y ya la última pregunta, usted como antigua miembro de la ejecutiva de Zapatero, ¿También le podemos acusar a Zapatero de daño medio ambiental?
R. He trabajado con él y he desarrollado una relación personal de mucho cariño y mucho respeto. Pero me pareció, y así se lo dije, un error que empezáramos a retroceder en el apoyo a las energías renovables en el 2010. Y lo digo y lo dije porque creo que la lealtad no es decirle al jefe siempre que si, sino darle argumentos de por que discrepas si crees que esos argumentos tienen sentido. Él ha antepuesto siempre el interés de España incluso a sus propias convicciones políticas. Yo creo que ningún momento quiso engañar a la ciudadanía cuando no hablaba de la crisis y que intentaba no reconocerla. Lo que creo es que le rodeaban personas que le daban sus opiniones y que él escuchaba, y que él realmente estaba convencido de que la crisis iba a ser mucho menos grave para España de lo que fue.
David San Juan / María G. Campero / Araceli Barategui
Colegio Ntra. Sra. de la Paz, Torrelavega (Cantabria)
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