Tony Isbert es miembro de una de las sagas de artistas más relevantes de España. Ha visitado en las últimas semanas para impartir un curso en la UNED de Cantabria y aprovechamos para charlar y reflexionar con él sobre la importancia del teatro y la cultura en nuestra sociedad
¿Quién es Tony Isbert?
Pues un aprendiz de bueno y un meritorio del malo. No, al revés, un meritorio de bueno y un aprendiz de malo y un aprendiz de bueno, yo que sé. Te lo voy a decir, a ver si me explico: soy una nada con relación a un todo. Luego un todo con relación a una nada. Es decir, una nonada. Así de simple.
¿Qué piensas de la actual situación del teatro con el nuevo tema del IVA cultural?
Pues que iba y cada vez viene más abajo. Quiero decir, lo quieren quitar porque ese 21% es una barbaridad y dejarlo en un 7%, que es como estaba antes, con el fin de promocionar el teatro, para que sea más accesible y la gente tenga más posibilidades. Sobre todo la gente joven, que hoy en día, y para mi sorpresa (grata sorpresa, todo hay que decirlo), parece que les gusta mucho ir al teatro. Pero pagar veintitantos euros para ver a un cómico haciendo el indio no merece la pena. Sin embargo yo creo que de verdad el teatro tiene futuro como lo ha tenido siempre. Soy optimista y seguirá por encima de todo. Seguiremos los cómicos haciendo teatro.
¿Tiene algún proyecto en mente?
Mi mente está llena de proyectos, el problema está en que esos proyectos se hagan realidad. Tengo una escuela de teatro en Torrelavega, acabo de rodar una película con Tarantino, empiezo otra película con otros americanos, de vez en cuando colaboro con alguna obra de teatro. Tengo en mente muchas cosas y proyectos muchos, están en el aire, en la nube que se dice ahora, porque hoy en día el cine es muy caro y los proyectos ahora están buscando financiación para hacerlos realidad. Si luego se hacen realidad, perfecto, y si encima acabo cobrando, eso ya será un milagro.
En el centro de la UNED Cantabria donde nos concedió la entrevista
Hablando de la escuela de teatro en Torrelavega, ¿por qué Torrelavega?
Tengo una en Madrid y querían que hiciera otra aquí. Torrelavega es casi una institución por sí misma dentro de Cantabria, porque hay una gran preocupación por el teatro. Se celebran festivales de teatro, de cine y se hace mucho teatro de aficionados y de meritorios, e incluso cuenta con un grupo de gente que se llama Amigos del Teatro de Torrelavega. Esta ciudad tiene una inquietud teatral en todos los aspectos, y quizá por eso mi interés es el fomentar y colaborar para que siga manteniendo sus festivales, sus proyectos teatrales y su afición.
¿Qué es AMITE?
Es la asociación de los teatros históricos de España. Por un lado, luchamos entre todos para conservar los teatros. Por ejemplo, ¡el Zorrilla de Valladolid lo querían comprar los chinos! Para hacerlo un bazar, tu fíjate que historia. Estamos luchando para eso, para la recuperación de los teatros históricos, que vuelvan a tener vida y que no se conviertan en bazares. Por otro lado, AMITE otorga un premio a aquellos que han dedicado más de cincuenta años al teatro, es decir, que llevan toda su vida dedicada al teatro. No es un premio, es un reconocimiento, por eso tiene de alguna forma tanto prestigio, porque es un reconocimiento a la labor de un actor o una actriz que lleva toda su vida dedicada al teatro. Antes tenía el privilegio de hacerlo con mi madre, pero ahora esta con todas las santas, así que ahora me toca hacerlo a mí.
En relación a lo que nos ha comentado sobre el premio de su abuelo José Isbert. ¿Cómo interpretas tú los premios? ¿Es algo que te ayuda a seguir, motivador?
Yo no me merezco ningún premio, a mí no me ayuda a seguir, para mí es un privilegio poder entregárselo a esos compañeros que conozco desde que nací, porque yo nací en este oficio, nadie me pidió permiso para traerme hasta aquí, no es culpa mía. Los conozco, los admiro y los respeto a todos y tengo el privilegio de entregarles un reconocimiento a toda una vida dedicada al teatro en un acto entrañable e imitando con osadía la voz de mi abuelo.
¿Cómo le han influido sus padres y su abuelo en lo que a teatro se refiere?
Si me han influido ¿Qué culpa tengo yo? si nací ahí. Soy el mayor de once hermanos y mi madre me tuvo muy mayor, estaba haciendo una obra de teatro de Pedro Muñoz Seca en teatro Lara de Madrid y no llevaba bien las cuentas. De repente rompió aguas en mitad de la escena y entonces salí yo, encima estaba al revés que es lo más gordo. Tuvo que acabar la función sentada y sacarme con forcex. Nací con el pie, claro, calzo un 46, entonces nací de pie en el teatro. ¿De dónde me viene? Nadie me pidió permiso, he nacido ahí, y ahí está. Tengo la figura de mi madre y de mi abuelo que son irrepetibles y ahora yo me tengo que ganar un cierto reconocimiento, pero nunca llegare a su altura.
¿Piensa bajarse de los escenarios algún día?
¿Qué si pienso bajarme de los escenarios algún día? Mi madre estuvo en los escenarios hasta los 94 años. Yo solo tengo 61, si puedo llegar hasta los 94 lo haría, pero los hombres duramos muy poco. La ilusión no falta y pienso morirme con las botas puestas, que sea lo que Dios quiera.
¿De qué forma los errores de la juventud nos pueden beneficiar o perjudicar?
No lo sé, yo todavía no he madurado y cada vez que he querido madurar, como vivo en una nube, me he pegado un batacazo. ¿Sobre mi juventud? Pues cuando yo empecé en el teatro era muy joven, alto, rubio y dicen que mono, ¡Yo qué sé! yo no me gusto nada. Aquí la cosa andaba fatal, mi voz no estaba bien, ya que era adolescente, con el tiempo fui poco a poco aprendiendo el oficio y el uso de nuestro instrumento, la voz. Es importante el aprender lo que es el arte de interpretar porque a la larga se trata de darle vida a un personaje real que no tiene nada que ver con nosotros. Nosotros ponemos nuestro granito de personalidad a ese personaje pero hay que vivir ese personaje.
¿Y quién nos enseña eso?. La gente de la calle. Todas las escuelas son buenas, todos los caminos son buenos, pero en definitiva estamos solo para hacer que la gente vaya al teatro, para olvidarse de sus problemas cotidianos y que pasen un rato entretenido. Nos dedicamos a que los demás disfruten. Los aplausos vienen bien como protocolo al igual que en la tele cuando alguien dice, ¡aplausos!, y la gente aplaude. Y encima, ¡a veces cobramos y todo! Esto es nuestro oficio y es nuestra ilusión. Vivimos y disfrutamos mientras interpretamos y después se nos olvida.
Tony Isbert en el teatro de Santoña, foto EcoRegional
¿Qué piensas sobre el futuro del cine y el teatro español?
Soy un optimista de los que los pesimistas dicen, ¡vaya una mierda de optimista! Desde el Siglo de Oro y la época contemporánea el teatro sigue vivo y sigue presente. En toda España hay teatros, en las casas de cultura sigue habiendo teatros, sigue habiendo pequeñas escuelas de teatro y pequeñas compañías que hacen teatro. El teatro tiene el mismo futuro de siempre o incluso más que antes. ¿Y el cine? El cine de la época de mi abuelo que era en blanco y negro tenía uno guiones, unas historias muy buenas y unos intérpretes mejores, ya que eran de teatro. Hay un algo especial que engancha y eso es el cine. En aquel entonces era casi una industria, ahora ya no es una industria como lo era antes ya que una industria se considera algo que tiene una difusión que lleva consigo una recuperación económica. Hoy en día yo soy optimista porque hay una cantidad de gente joven con unos valores increíbles, con una forma de explicar y de contar las historias que resultan creíbles y originales. Yo apuesto por el cine español, por la juventud y por los valores que tienen, por la intuición que tienen y la sensibilidad que demuestran. En fin, que yo apuesto por el cine español a ciegas.
Carlos Edilla, Candela Marcos
Estudiantes de bachillerato, Colegio La Paz, Torrelavega (Cantabria)
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