“Curiosa,
inquieta e insaciable”, así se definió al entrar en la facultad de periodismo
Rosa María Calaf, y así lo sigue haciendo 50 años y 183 países después.
“Siento un
interés extraordinario por todo, tengo una curiosidad enorme, una inquietud
tremenda por conocer y por hablar con la gente, por moverme, entender qué pasa.
Y aún soy incansable, es decir, que aún tengo una energía extraordinaria. Todo
esto te conduce a desarrollar una capacidad de comprender lo diferente, a
acercarte a lo distinto. Y esto te da una personalidad dada a absorber todo lo
que tienes alrededor”. Es Rosa María Calaf. Periodista, casi diplomática,
doctora honoris causa por dos universidades, más de veinte premios a sus
espaldas y una mujer con ansia de seguir viviendo aventuras.
Pregunta.
¿Cuándo le vino su vocación?
Respuesta.
Fue una casualidad total, porque realmente no tengo ningún antecedente familiar
que tenga que ver con comunicación o periodismo. Y, realmente, mi voluntad era
hacer una carrera diplomática. Lo que pasa es que tuve la enorme suerte de
nacer en una familia que en aquel momento era una suerte.
En los años
50, cuando yo tenía 13 años en España nadie viajaba, y mis padres sí. Así que,
siendo una adolescente, me enviaron a estudiar francés primero, en la Escuela Internacional
en Francia. A los años siguientes, a Inglaterra, y al año siguiente, con 17,
fui a EE.UU. Todo muy inusual en aquella época y, en una niña, muchísimo más.
Eso despertó en mí una tremenda curiosidad en una España cerrada con cero
libertades.
Para
satisfacer esa curiosidad y esa fascinación por el exterior, decidí junto con
mi padre, hacer una carrera diplomática y me decanté por derecho. En radio Barcelona
nos dejaban una hora a la semana para que los estudiantes hablásemos, y yo
hablaba sobre el cine, algo que me encanta. Terminé la carrera de derecho y me
fui a EE.UU. a hacer lo que ahora sería el master, y me fui ya con el gusanillo
de la radio.
Estuve
durante tres meses en unos cursos para entrar a la escuela diplomática, no me
gustaba nada el ambiente, era tremendamente sexista y elitista. Para que te
hagas una idea, en la facultad, cuando mi profesor de canónico hablaba de las
causas sexuales, nos mandaba a las pocas chicas que estábamos allí, salir fuera
de clase.
Eso me hizo
ver que yo quería ser periodista internacional. Yo hablaba francés e inglés,
eso era algo que en este país no hablaba nadie, además también había viajado. Y
empecé.
P. ¿Cómo es
la vida de un corresponsal?
R. Es un
médico de guardia informativo, tienes que estar siempre en permanente
seguimiento y alerta. Es alguien que esta instalado en una zona del mundo con
los ojos abiertos. Aunque todo ha cambiado. Cuando yo estuve en Nueva York,
éramos 14, había un periodista, un corresponsal, documentalistas, cámaras,
técnico iluminador…. Todo esto ha desaparecido, con una o dos personas tienes
toda una oficina.
P. ¿Dónde
queda el papel del periodismo, en una sociedad donde cualquiera puede colgar
información?
R. Eso es
muy peligroso, porque se ha hecho creer a la ciudadanía que se puede estar
informado en cualquier momento, y que cualquier información vale. La gente cree
que está informada, pero en realidad está entretenida, eso en el mejor de los
casos, ya que muchas veces se intenta desinformar, se intentan vender falsas
ideas.
Si alguien
está enfermo va a un médico, no busca en Internet el remedio. Los datos que
aportan los ciudadanos son muy importantes, pero hay que comprobarlos, hay que
verificarlos, hay que contrastarlos, hay que construir el significado de ese
dato. Esa es la utilidad del periodismo y la necesidad de que volvamos a tener
el control de la información. Lo contrario es pretender que leemos y estamos
comunicados sin comprobar, sin confirmar. Eso es lo que está ocurriendo, sobre
todo, desde la crisis en 2008.
Es una
situación parecida a la de las tertulias, tan de moda, en las que se hace creer
que se informa y se debate, algo que es mentira. Un periodista está para
preguntar, no para debatir con los políticos. Un periodista no tiene que
discutir con nadie, solo hacer preguntas y esperar la respuesta.
P. ¿Los
informativos actuales informan o solo se dedican a entretener?
R. Con
excepciones la tendencia es a crear información y no dar información, es decir,
no se busca la información. En estos momentos, hay más periodistas trabajando
en gabinetes de comunicación creando información que periodistas buscándola.
Esto es como si hubiera más médicos dando charlas que cuidando a gente o
investigando para curar.
Esto es una
distorsión. En general, hay una tendencia a querer conformar un modelo de
sociedad que se ajuste a un pensamiento único que dice que lo que hay ahora es
lo mejor que puede haber y eso no es verdad. Cuando dices esto, te acusan de
anti sistema, que quieres cargarte el sistema, aunque tu intención para nada es
hacer eso.
Creo
sinceramente que el sistema capitalista y el democrático son los menos malos,
pero no son perfectos y el periodista debe velar para que se desarrollen con
garantías y eso es lo que se ha perdido. No es el sistema lo que hay que
cambiar, hay que reformar lo que ha hecho que el sistema se deteriore, que la
democracia se esté vaciando de contenido. Porque da igual que se vote cada
cuatro años si no sabemos lo que votamos, si votamos cosas que después no se
cumplen.
Esto
significa que hay que reconsiderar todo lo que estamos haciendo y pensar qué
tipo de mundo que estamos construyendo. Debemos hacernos preguntas ante una
noticia, como quién lo manda, quién está detrás de eso y una pregunta clave en
la vida en general, a quién le beneficia esto.
El caso
típico en la actualidad, es el tema de las armas químicas, el incidente de
Asad. Por sentido común, a Asad es al último al que le interesa usar armas
químicas para matar porque sabe que esto le va a dar el pretexto a Estados
Unidos y a Rusia para aumentar la presión.
Es el único
que no tiene ningún motivo para hacerlo, entonces para que va a hacer esa
chorrada. Eso es lo primero que hay que preguntarse, ¿a quién ha beneficiado? A
Estados Unidos mucho, y a Rusia también, el que más se ha beneficiado, de
manera inmediata, ha sido Estados Unidos, o mejor dicho, Trump, porque le ha
dado la excusa para atacar y ha distraído a la gente de lo que ocurre en su
país, como el muro de México o los inmigrantes que no pueden entrar. Ha hecho
también algo que, supuestamente, no iba a hacer, intervenir en el exterior. Por
último, ha hecho algo de manual, cuando tienes un enemigo en el exterior, la
gente se une en el interior del país, los que están a favor tuyo y los que no
lo están, porque si no, no eres patriota. Son mecanismos emocionales. ¿Todo eso
por qué no se cuenta?
No se puede
categóricamente decir que todos entretienen todo el tiempo, porque no es
cierto. Pero lo que está claro es que la tendencia es más a entretener que a
informar y, por lo tanto que la sociedad de hoy en día crea que está informada,
cuando realmente no lo está. Y eso la hace más dócil y manipulable.
P. En este
sistema en el que cada vez los medios están más vinculados al poder político,
¿un buen periodista es aquel que se rebela ante esta situación?
R. Una de
las características básicas de un periodista es ser rebelde, ser escéptico.
Hacer visible lo que es invisible. Ir a donde está el silencio. Saber por qué
algo se calla, por qué no se quiere que algo se vea.
Así que en
este mundo en el que el poder político ha sido fagotizado por el poder
económico y ya prácticamente es lo mismo, se trata de dar a la sociedad lo
necesario para que las personas sepan tomar una opinión y tomar decisiones.
Cuando hacemos eso quiere decir que lo hacemos en busca del bien común, no que
se sepa solo una parte, que a ti o a tu grupo conviene y, probablemente, no al
ciudadano.
Algunos
ejemplos muy claros son el Brexit o Trump, temas en los que ha habido una
manipulación enorme de las personas importantes hacia la ciudadanía. Hay
republicanos que votaron a Trump porque es su partido, pero también hay una
gran masa de votantes a los que se convenció de que él iba a luchar contra el
sistema, ese sistema que había provocado la crisis, los cierres de las
fábricas, la deslocalización, la desregularización de la economía. Sin embargo,
esta masa de gente no se para a pensar qué ha hecho o quién es Trump. Un
producto de ese sistema, el zorro al que hemos puesto a cuidar el gallinero. En
definitiva, eso es a lo que los periodistas tienen que dedicarse, a buscar y
desvelar.
P. ¿Cuál es
el mayor reto del periodismo actual, la defensa de la igualdad de género en la
profesión o el mayor compromiso en la defensa de los derechos civiles?
R. Las dos
cosas. La clave esta en volver a poner a las personas en el centro de interés.
Debemos contribuir a crear mundo más justo, un mundo con una mejor distribución
de la riqueza y un mundo donde, efectivamente, el sistema capitalista y la
democracia funcionen al servicio de las personas, no al servicio de
determinados intereses. Ese es el gran reto.
El gran
reto es, para los periodistas, recuperar el control de la información,
acercarse lo máximo el oyente y darle los elementos de conocimiento que le
permitan tomar decisiones. Explicarle de una manera objetiva la información,
acercarse a la verdad con todo el esmero en contrastar la información y
verificarla y toda la honestidad y la imparcialidad posible.
Rosa Mª
Calaf junto a nuestra compañera Gabriela Abascal, presente en la entrevista
P. Nos ha
dicho que el periodismo tiene que ser honestidad y acercarse a la verdad,
¿entonces por qué existe la posverdad?
R. La
posverdad es la mentira y existe por lo que hemos hablado, porque en este
periodismo que se hace ahora hay quienes tratan de confundir a la gente y claro
las redes lo propician muchísimo. El mentir a la ciudadanía y el uso de los
eufemismos no es inocente, el cambio en el sentido de las palabras busca
manipular las ideas.
Lo más
grave es que estamos aceptando que nos están mintiendo, así de sencillo. Y hay
muchos medios para que triunfe. Periodistas que no comprueban y solo
transmiten, contenidos curados en los medios, confianza en las redes sociales o
algoritmos que te dirigen a aquellas informaciones que interesa que leas y no
otras que te podían facilitar crear criterio. Las grandes compañías de Internet
son capaces de evitar que veas a un niño refugiado desnudo en una playa. Si el
sistema tiene capacidad para eso, ¿por qué no se aplica para que no entren esos
vídeos de propaganda del estado islámico o las columnas de opinión manipuladas
para apoyar a una empresa? ¿Por qué no se hace lo mismo? ¿Por qué no utilizar
todo el progreso informático para este propósito? Los avances de la
inteligencia artificial tienen que estar a disposición de las personas, no de
intereses limitados.
Todos los
engaños que abundan en nuestros días deben estar sobre la mesa del debate y el
periodismo debe contribuir a ese debate. El reto es recuperar la esencia del
periodismo, servir a la sociedad y que el periodista pueda recuperar la esencia
de su función que es tener la responsabilidad del compromiso social, manejar
ese bien tan frágil que es la información para que la ciudadanía tenga la mejor
información posible y de mejor calidad de manera que se construya una
democracia consolidada y no vacía de contenido y un mundo mucho más justo.
La igualdad
de género es otra de las falacias que la gente dice que ya está conseguida y es
mentira. De hecho, no solo hay que hacer algo, sino mucho más, porque se está
retrocediendo porque hay unas encuestas tremendas que indican que en edades
jóvenes hay un retroceso brutal. Y hay que pelear por contar la verdad, no la
posverdad ni el posmachismo, que es el machismo mejor hecho, porque es más
sutil, más difícil de detectar, porque ha tomado la forma viscosa del
micromachismo, que te va penetrando y, cuando te quieres dar cuenta, ya estás
pringada. Es muy grave el querer vender la idea para desacreditar la lucha
feminista, decir que el feminismo quiere atacar a los hombres y echarlos. Todo
eso es incorrecto, el feminismo lo que hace es defender los derechos de la
mitad de la población que son las mujeres. Pero no a favor de las mujeres, sino
construir una sociedad mejor para todos, no solo para las mujeres. Lo que
ocurre es que tenemos los derechos, pero no las opciones. Si tan iguales son
los derechos, ¿por qué hay diferentes salarios? Como ese hay muchos datos
objetivos, por lo que no es justa la distribución de poder en el mundo y, para
eso, no tiene que contar el género, sino las capacidades, los talentos los
esfuerzos y ya está. ¿Eso quiere decir que tenemos que ser?
Pero para
extender una mentira muchas veces no es necesario extenderla, basta con desprestigiar
a quien dice la verdad. ¿Por qué el PP ha facilitado la caída de TVE? Para
privatizarla. Y qué mejor para defender esa idea que desacreditarla, luego se
defiende que no se puede gastar dinero en algo sin valor y se deja el campo
libre a manipuladores.
Ocurre
igual con la UE.
Desprestigiar a la Unión Europea es una manera de servir a los que
no quieren a una Europa fuerte, a los que no quieren una Europa tal y como
tiene que ser, que es la que legisla y protege los intereses de los ciudadanos
europeos. ¿Eso a quién no le interesa? Los chinos, Estados Unidos, es decir,
los grandes bloques económicos y las corporaciones no quieren eso para nada.
Entonces, ¿qué pueden hacer? Pues vamos a ir colocando caballos de Troya, es
decir, políticos que van a ir en contra de la Unión Europea.
Vamos a hacer que la UE
funcione mal y entonces la propia ciudadanía va a pedir que nos la carguemos.
Mª Carmen
Cerro, Mario Pisano
estudiante
de bachillerato, Colegio La Paz ,
Torrelavega (Cantabria)
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