martes, 14 de febrero de 2012

Velazquez

Diego Velazquez
Diego de Silva y Velázquez fue un genio de la pintura que nación en Sevilla en 1599. Su madre era Jerónima Velázquez, de la que tomó su nombre artístico. Su padre era un burgués, judío converso de origen portugués.

Vivió en el siglo XVII, también llamado de oro, por la importancia de la cultura española en el mundo, gracias a escritores como Calderón de la Barca o Góngora, escultores como Gregorio Ordóñez o pintores como Murillo o Zurbarán. Vivió bajo los reinados de Felipe III y Felipe IV. Dos reyes de la dinastía de los Austrias bajo cuyo gobierno comenzó la decadencia de España. Con Felipe IV, el rey para el que trabajó y con quien más relación tuvo, España perdió la Guerra de los 30 años, tras la cual se firmó el tratado de Westfalia, por el que España perdía sus posesiones en Holanda y Alemania, así como territorios en América e Italia.


Con diez años empezó a pintar con Francisco Herrera “el Viejo”. Pero pronto pasó al taller de Francisco Pacheco, con el aprendería a leer, escribir y pintar, al tiempo que se relacionaba con importantes aristócratas e intelectuales.
Su gran maestro fue Rubens, al que conoció en un viaje de este a la capital de España. Tras ello, Velázquez viajó Por Italia, entrando en contacto con el arte del renacimiento y con la obra de grandes maestros como Tiziano o Miguel Ángel, que marcaron su pintura.

Velázquez no hacia normalmente bocetos, dibujos o estudios previos de sus obras. Tenia la obra en la cabeza y hacia el cuadro directamente, retocando la composición según pintaba su obra.
Usaba un numero de colores reducido. Al principio de su carrera seguía las técnicas el tenebrismo y el naturalismo italiano, con fuertes contrastes de color. Desde 1630 su técnica fue cambiando. Extendía con pincel colores transparentes, dando mucho color en lugares concretos, como caras y manos, que era lo que trabajaba con más detalle. Sus viajes a Italia y sus trabajos en la corte le hicieron seguir cambiando. Tomó la costumbre de extender a espátula blanco plomo, lo que daba mucha claridad, que completaba con pinceladas muy transparentes. Tenia la costumbre de retocar continuamente sus cuadros, a  veces mucho después de terminarlos, y según cambiaba de ideas.

La  fábula de Aracne o las hilanderas
Sus temas son muy variados. En sus primeros años, en Sevilla, pintaba bodegones y cuadros sobre la gente de la época, con mucho contraluz, como “El Aguador de Sevilla”.
Son muy importantes sus cuadros religiosos, como “La Adoración de los Magos”.
Algunas obras retratan a personalidades de su tiempo como el gran poeta Luis de Góngora y Argote. Y también de su primera época son famosos mitológicos o clásicos, como “El triunfo de Baco”, conocido como “Los borrachos”, “La fragua de Vulcano” o “La fabula de Aracne”, conocido como “Las hilanderas”.

Pero sus temas más conocidos son los cortesanos. Él era pintor del rey Felipe IV y trabajaba, además en diversos oficios de la corte, lo que se llamaba cortesano. Así que muchos de sus cuadros eran encargos del rey para decorar habitaciones, salas y palacios. Por ese trabajo, el rey Felipe IV la ennobleció con la cruz de la orden de Santiago, que el muestra en su ropa con gran orgullo.
Por ese motivo pintó a muchos miembros de la familia real como “El Príncipe Baltasar Carlos”, el rey “Felipe IV”, en varios retratos, el primer ministro “Conde Duque de Olivares”, infantas como “Margarita de Austria”, papas como “Inocencio X” o incluso enanos y personal de la corte.


Las Meninas 
Entre esos cuadros de corte destaca “las Meninas”, una obra llena de magia donde el pintor retrata a la infanta Margarita, a sus doncellas y Ayas, a los reyes, reflejados al fondo del cuadro, al primer ministro Olivares, en la escalera del fono, y a si mismo, pintado la obra que vemos.

Otro de los más famosos es “La rendición de Breda” o “las lanzas”. Forma parte de una serie de 12 cuadros de batallas que representan el poder español y que pintó para decorar el Palacio del Retiro. En este se cuenta la rendición de las tropas de Holanda ante el general español Espínola, tras tomar este la ciudad holandesa de Breda.

Sus cuadros se encuentran en los museos más importantes del mundo. La mayoría de los cuadros están en El Prado, pero también en Nueva York, Viena o Moscú.

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