Luis Abarca, Nacho Saíz de Quevedo, Javier Ruiz Vila / EPE 2013. Enredados
Epifanio Fernández se convierte en el último rostro de las consecuencias medio ambientales de las actividades mineras y de extracción de agua en Cantabria.
El 26 de
noviembre de 2010, el ayuntamiento de Polanco exigía a la empresa Solvay una
acción rápida para paliar los daños provocados a los vecinos por los
hundimientos de terrenos en el municipio. La empresa química llevaba décadas
extrayendo sal para sus procesos industriales en la zona de Posadillo. En esa
fecha, los escapes de aguas de algunos pozos de sondeo y la fractura del
terreno se había convertido en un problema grave que llevó al teniente de
alcalde, Luis Barrero a intervenir. Empresa
e instituciones llegaron posteriormente a un acuerdo y Solvay reparó los
desperfectos y se comprometió a informar periódicamente al ayuntamiento y a la Dirección General de
Industria de los estudios sobre el comportamiento del terreno. Pese a todo,
Cesareo Lavín había perdido su casa.
Desde 1992,
un estudio del Ministerio de Obras Públicas alertaba que los hundimientos
reiterados en el Valle de Camargo estaban provocados por las extracciones de
agua de los pozos de la zona. Extracciones que han ido aumentando desde 2003,
para abastecer al municipio y a diversas actividades mineras. De poco han
servido los informes técnicos del Instituto Geológico, de la Confederación
Hidrográfica del Norte o del Gobierno autónomo. En una zona
caliza, de relieve carstico, la extracción continuada y desmedida vacia grandes
oquedades que ceden, arrastrando casas, animales y personas. Mª Jesús Diego
pone cara a una asociación de un centenar de perjudicados y 53 viviendas
afectadas que el pasado 16 de abril
denunciaba los incumplimientos medio ambientales aprobados por la
administración, puesto que nos encontramos, como nos explica Mª Jesús, “a un
problema del territorio provocado por la acción del hombre, no a un problema
individual fruto de la mala suerte”.
Tras una
sentencia firme, que condena a la administración regional y al CHN, lo único que
se ha conseguido es el desalojo de varias viviendas. Pero el proceso continúa.
El subsuelo está formado por arcillas arenosas que rellenan las cavidades
calizas. La presión y el soporte lo realizan los acuíferos, el vaciado de estos
esta derrumbando el valle, transformando el paisaje y con él la vida de decenas
de familias.
2012, un
informe técnico elaborado por el Centro de Investigación del Medio Ambiente
(CIMA) de Torrelavega demuestra la relación entre las continua filtraciones de
agua en las casas del barrio torrelaveguense de La Turbera y la progresiva
inundación de la mina de Azsa en Reocin, cerrada desde hace nueve años. “Es
como vivir sobre un manantial, el agua brota, se cuela en nuestras casas y
estropea todo lo que sea eléctrico”. Lo dice desesperado Epifanio Fernández, de
69 años, uno de los vecinos más afectados, y que cada día recibe en su casa a
periodistas técnicos, geólogos y políticos sin que nadie le de solución. “Esto
era una mina grandísima, bombeaban continuamente el agua de las galerías y todo
estaba bien. Pero desde que cerraron la mina solo hay unas pocas bombas de
achique, la mina se ha inundado y el rio no es capaza de coger tanta agua, es
como un vaso que se desborda, y yo estoy en el borde del vaso”.
Varias
obras de emergencia para la consolidación de suelo no han surtido efecto (entre
ellas un canal de drenaje de cuatro metros de profundidad). Incluso el alcalde,
Ildefonso Calderón, ha solicitado un informe a la universidad para intentar
comprender la causa y el remedio. Lo que muchos ven claro, entre ellos los
movimientos vecinales, es la relación entre la mina y las filtraciones y sobre
todo, la falta de un estudio que hubiera previsto esta situación antes del
cierre.
Pese a que
existe un plan de Restauración de la
Mina , y relación causa efecto es cada vez más clara, la
compañía ha rechazado cualquier responsabilidad. Y el arquitecto municipal,
José Luis Esteban Gavín, determinaba que la administración carecía de
responsabilidad y desestimaba la petición de los vecinos de acometer obras de
estudio y refuerzo de las cimentaciones, muy minadas por estos meses de
inundación continua, en un informe de 8 de febrero al que ha tenido acceso
“Enredados”.
El alcalde,
sin embargo ha manifestado reiteradamente que “todo apunta a una relación
directa entre las filtraciones de agua en La Turbera (por ejemplo el alto contenido en zinc
del área filtrada) y el cierre de la explotación minera, por lo que se que requiere de la intervención
de los organismos públicos y una mayor efectividad del Plan de Restauración de
la mina”.
Todo ello
nos desvela un peligro latente en el subsuelo y una cierta falta de previsión y
capacidad de intervención de las empresas y las administraciones. Mientras,
Epifanio, con su casa cercada por el agua, y a pocos metros de una central
eléctrica de Eon, se desespera. “No se cuanto hace que no puedo dormir una
noche, sin estar alerta, de un derrumbe o de un incendio en la central.
Inquieto sintiendo el peligro, bajos sus pies.
Imagen El
diario Montañés
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