Candela
Marcos, Marta Ingelmo, María Sánchez /
EPE 2013. Tu Que Pías
EPE 2013. Tu Que Pías
Continúan
las protestas por los afectados cántabros por las preferentes, que se muestran
disconformes con las soluciones plateadas por las entidades bancarias y la administración
Todo el
mundo sabe de la engañosa venta de estos productos, pero pocos conocen las
miles de historias de las familias afectadas. Azucena Aguirre, portavoz de la Plataforma de Afectados
por las Participaciones Preferentes en Cantabria, nos cuenta su forma de vivir
la difícil solución.
"¿Que
qué excusa me pusieron? Que era un plazo fijo, o que equivalía a un plazo fijo.
Que podía retirarlo cuando quisiera y que no habría ningún tipo de
inconveniente"
Lo que
Azucena nos cuenta podría ser lo mismo que nos diría cualquiera de los más de
5000 afectados por las participaciones preferentes y subordinadas de Caja
Cantabria que hay a día de hoy. Estos productos, vendidos mediante esta colosal
estafa en múltiples cajas de ahorros y bancos en toda España, con excusas
parecidas a esta, han causado daños tanto económicos como personales a cientos
de miles de ciudadanos en nuestro país.
Pero, ¿y
qué demonios son realmente las participaciones preferentes? Se trata de una
herramienta de inversión de altísimo riesgo, en la que el capital no está
garantizado, de modo que si quieres recuperar tu dinero, tienes que ponerlo en
venta en un mercado secundario. Además, no quedan cubiertas por el Fondo de
Garantía de Depósitos y así, si quiebra el banco, pierdes toda tu inversión. Y,
como son a perpetuidad, tienen muy baja liquidez. Prácticamente, te conviertes
en un inversor en bolsa.
Para esta
mujer, todo comenzó con una llamada telefónica de la directora de su sucursal,
una persona de total confianza. “Bueno,
vale, como tú veas” fue lo único que Azucena repuso a la propuesta de cambiar
su antiguo plazo fijo por las famosas
preferentes, que según la directora “eran igual que lo otro, no existía ninguna
diferencia”. Meses más tarde, volvió a oír aquella palabra en un artículo de
prensa -no precisamente bueno-, y al preguntar en la sucursal le aseguraron que
a principios de 2012 “todo quedaría solucionado”. Y les volvió a creer.
Es ahí
cuando comienza su lucha, tanto la suya como la de miles de cántabros
estafados. Escritos de atención al cliente, quejas a la Comisión Nacional
del Mercado de Valores y denuncias en el juzgado; junto con las manifestaciones
y concentraciones a pie de calle, han sido las vías utilizadas por los
afectados para hacerse oír, con un objetivo claro: recuperar todo el dinero perdido.
Un año y
medio después, continúan al pie del cañón, la mayoría de ellos sin recibir
respuesta alguna. La vía judicial es larga y cara, y aunque en las calles
muchos ciudadanos, ajenos al problema, se solidarizan con ellos, siguen sin
tener ninguna clase de apoyo por parte de bancos y autoridades. “Todo son
buenas palabras, de todo el mundo. No os preocupéis, os ayudaremos... Pero al
final nadie hace nunca nada”.
En ese
tiempo, la crisis económica se ha recrudecido y, por ello, muchos de los
afectados están atravesando ahora por aún peores circunstancias laborales.
“Ahora estoy en el paro, y no tengo prestación”, se lamenta Azucena. “El
abogado, el procurador, las tasas... Todas esas cosas cuestan un dinero,
imaginaros”, dice.
A la
indignación por la pérdida de los
ahorros que, en muchos casos, eran de toda una vida, se suman los problemas
personales y psicológicos que les han
acarreado. “Psicológicamente estamos todos muy “pa llá” nos cuenta Azucena. “Pero intentamos
tomárnoslo con humor, porque si no, ya estábamos todos en el psiquiátrico.
Hemos grabado incluso un disco” El
sentido del humor no les ha faltado para versionar varias canciones pop-rock
españolas, adaptando las letras al lenguaje fraudo-financiero, “Como Yo Te
Estafo” en lugar de “Como yo te amo” o “Había una vez un banco” han sido
algunos de sus mayores éxitos.
Pese a ello, Azucena nos habla de un compañero
que “en un año ha adelgazado más de diez kilos, y a otros, el médico les ha prohibido
ir a las manifestaciones por problemas de corazón”. El problema se agrava aún
más, tal y como ella nos cuenta, en los casos en que las participaciones llegan
a manos de personas realmente incapaces de manejar productos tan peligrosos
como estos. Hay casos tan sangrantes como el que ella misma nos explica “Los
suegros de un compañero, Fernando, también las tienen, lo que pasa es que no lo
saben. Tienen 90 años, y son invidentes. Y no se lo va a decir, porque prefiere
perder el dinero a darles ese disgusto”, apunta con rabia la portavoz de la Plataforma Cántabra.
“No tenemos nada que esconder, nosotros no hemos robado a nadie.”
A pesar de
todo lo pasado durante este tiempo, cuando le preguntamos si piensa rendirse,
su respuesta es firme: “No, por supuesto que vamos a continuar. Y el objetivo
va ser el mismo, queremos nuestro dinero. No vamos a quedarnos en casa
tranquilitos”
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