Javier Ruiz Vila, Maria Campero, Maria Muñiz, Lucia
Ruiz Vila /
EPE 2013. Enredados
EPE 2013. Enredados
Un estudio
sobre el terreno de alumnos de formación profesional desvela un uso de
transgénicos en Cantabria muy superior al conocido, en gran parte prohibidos
Hace unos meses
el profesor torrelaveguense Fernando Portal planteó a sus alumnos del CFGS de
alimentación y dietética del IES Gutiérrez Aragón, un trabajo práctico sobre
análisis estadístico y de laboratorio de las variedades de maíz presentes en
Cantabria, un cultivo muy extendido y orientado a la alimentación de la amplia
cabaña ganadera de la región. Portal es uno de los profesores cántabros más
reconocidos, por su iniciativa, rigor y capacidad de innovación. Premiado
reiteradamente en certámenes como el de Jóvenes Investigadores de Mollina, los
premios de Investigación de San Viator o los Santillana de innovación, Portal
comenzó su trabajo sobre el maíz con el planteamiento de otros proyectos.
Estudio riguroso de campo, minucioso trabajo de laboratorio, estricto compendió
estadístico y conclusiones constructivas.
Cantabria
es una región donde, en teoría, más se ha apostado en los últimos años por la
defensa de una agricultura natural y sostenible. La consejería ha apoyado la
introducción de cultivos comerciales (como el arroz negro o más reciente el
arándano), pero siempre con estrictos controles y demarcación de las áreas
cultivadas, aisladas por amplias franjas de terreno de otros cultivos
“autóctonos”. Junto a ello, certificados de calidad, denominaciones de origen,
mercados ecológicos, cooperativas agrarias como Arco, que difunden directamente
productos de cultivo tradicional y sistemas de trazabilidad de productos son
habituales.
Aunque
Cantabria no es una comunidad declarada libre de transgénicos (como Asturias y
País Vasco), los datos del ministerio de Medio Ambiente y de la consejería
afirman que de las 67.626 hectareas que se cultivan con trasngénicos en España,
solo 14 se encuentran en Cantabria (menos de un 1% del total cultivado en la
región). En el caso del maíz, la única variedad transgénica permitida para su
cultivo es el MON 810, que produce una toxina fabricada por una bacteria, el
Bacillus thuringiensis, la cual codifica la proteína Cry1Ab, con lo que
convierte al maíz en resistente a la plaga de un tipo de lepidópteros
(insectos) muy dañinos. Otro transgénico existente en el mercado es el MON 863,
una variedad transgénica no permitida en nuestro país, que protege al maíz
contra las larvas del coleóptero Diabrotica, que dañan la planta alimentándose
de las raíces, convirtiéndose en una plaga. Para ello, la semilla contiene un
gen del Bacilus thuringiensis, que codifica la proteína Cry3Bb1, pero sus
efectos colaterales son tan intensos que la UE lo mantiene fuera del mercado. Para determinar
que semillas se empleaban en Cantabria, Portal propuso a sus alumnas un intenso
estudio de campo tomando muestras de 98 explotaciones de diferentes municipios
de Cantabria, representativos del mercado agrario. Las muestras tomadas con la
colaboración de los propios ganaderos, fueron analizadas mediante la técnica de
inmuno ensayo cromatográfico de flujo lateral, para detectar la presencia de
las proteínas transgénicas Cry1Ab y Cry3Bb, que manifiestan los transgénicos
MON 810 y MON 863, respectivamente.
De las 760 HA estudiadas por el
grupo de Portal, 638 (84%, 45 veces más que las registradas en el ministerio y
la consejería) contenían maíz transgénico. Pero lo más inquietante no era eso.
Un 77,6% de las muestras dieron positivo al transgénico prohibido MON863. En el
46,9% de las muestras analizadas, los dos transgénicos estaban presentes a la
vez.
El grupo de
alumnos que preparaban el proyecto, no se creían los resultados. Portal pidió a
sus alumno, como el mismo hizo, la revisión del procedimiento (reactivos,
custodia, registros y procedimiento seguido). Tomando una nueva muestra
almacenada se repitió el análisis. Y con él el resultado. Sin seguir un patrón,
los transgénicos estaban presentes en la misma proporción en casi todas las
áreas estudiadas.
Había que
rastrear las fuentes y encontrar una explicación. Los ganaderos habían
adquiridi las semillas, en igual proporción, en tiendas agrícolas os ganaderos
(en un 98%) habían obtenido las semillas de cooperativas o de tiendas
especializadas (al 50%), no eran semillas, como se denuncia ahora, de segunda
cosecha o compradas en el mercado “negro”. Una encuesta entre los agricultores
que habían dado las muestras reveló dos datos más de interés. Las semillas
empleadas eran diferentes a las utilizadas por los productores en sus huertos
particulares, orientados al autoconsumo. En estos, el 100% de las muestras eran
naturales, no transgénicas. La respuesta
a esta división era simple, “para el consumo de casa preferimos la de siempre,
más natural”. ¿Qué ventaja tenia la otra?. Cuando los reporteros de “enredados”
han seguido la noticia han comprobado que las cooperativas agrarias compran
desde hace años estas semillas, porque las multinacionales las han introducido
en el mercado, desplazando a las tradicionales dada su mayor resistencia y
productividad. Sin embargo, estas semillas (transgénicas en su mayoría)
protegen contra la plaga del taladro, inexistente en Cantabria.
Los alumnos
de IES Gutiérrez Aragón no se arredraron. Un informe completo con todas las
pruebas se entregó a la
Consejería de medio ambiente, y otro a los grupos ecologistas
regionales (ARCA). Pero, curiosamente, no hubo respuesta, ni alarma. Todos
sabían que algún Monsanto prohibido circulaba por ahí, Tan seguro como que no
en la cantidad revelada, “los chicos de Portal habrían cometido algún error”.
Pero ese supuesto error de procedimiento ni se ha encontrado.
Han pasado
unos meses. Fuentes de la consejería han confirmado la existencia de dicho
informe, al igual que los ecologistas, hoy integrados en una amplia plataforma
para defensa del medio ambiente en Cantabria (Cantabria no se vende). Pero
nadie conoce que se ha hecho después. “Creo que se repitieron las pruebas, pero
no consta que ocurrió con la denuncia de los alumnos”, señala portavoces de
CNSV.
Desde 2009,
diversos informes científicos han revelado el deterioro para la salud y el
medio ambiente del Mon810, lo que llevó a la prohibición de uso por el gobierno
alemán, al que han seguido siete gobiernos más. La razón la descubrió en 1999
la universidad americana de Cornell, que ofreció datos de que el polen de este
transgénico afectaba a especies protegidas de insectos, muy especialmente la
mariposa monarca, muy amenazada en nuestra región. Junto a ello, la permanencia
de las toxinas en los suelos provoca resistencias de los cultivos a los
plaguicidas, como demostraron en 2004 Andow y Hilbeck. Este estudio demostraba
que estas resistencias, al ser selectivas, iban a permitir que ciertas especies
de insectos desplazaran de su hábitat a otras, creando grandes desequilibrios
entre especies, como planteó el 2010 el profesor G. Pérez Fariños y previamente
lo había hecho un trabajo de Velimorov patrocinado en 2008 por el ministerio de
Agricultura austriaco, que la propia comisión europea tomó en consideración. Lo
más curioso es que todos estos riesgos se asumen para hacer frente a la plaga
del insecto taladro, el cual no sta presente en las zonas de siembra de
Cantabria, tal como ha reconocido en un informe la propia multinacional
Monsanto.
En el caso
del maíz Mon863, detectado en el estudio de las alumnas de Portal, su uso para
alimento humano está permitido, pero no así su cultivo, pese a que los estudios
de Seralini en 2011 han ofrecido la primera evidencia científica de efectos
tóxicos de un transgénico en órganos internos.
La
investigación de Portal también tenia un importante componente estadístico.
Todos los ganaderos que aportaron muestras completaron una amplia encuesta que
ofrecia datos relevantes sobre el problema. Solo un 12% mostraban tener
conocimientos acertados sobre el tipo de maíz que estaban cultivando y su
carácter transgénico. Un 70% no sabían realmente que tipo de maíz estaban
cultivando o presentaba respuestas confusas y solo un 25% estaban a favor de
este tipo de cultivos, fuese cual fuese el efecto, mientras un 13% estaban en
contra, pese a que algunos poseían explotaciones donde se había detectado el
maíz alterado.
Todo el
maíz cultivado para usos ganaderos, el que se encontraron las muestras
transgénicas prohibidas, se destina a la producción de alimentos animales, y su
trascendencia en la alimentación humana no está confirmada. Lo que si es
seguro, es que la presencia de este transgénico es devastador en especies de
insectos contra la que no está pensada (es un arma contra el taladro). ¿Qué
ocurrió con aquel informe?. ¿Qué efectos provoca en la cadena trófica de los
campos de Cantabría?. Esa es la investigación pendiente
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