Nacido en
Carabanchel y formado para abogado, Lorenzo Silva Amador es uno de los
escritores de éxito de la actualidad. Especializado en novela políciaca, su
obra está asociada, para muchos lectores, con la pareja de la Guardia Civil
formada por el sargento Bevilacqua y la cabo Virginia Chamorro. Pero poco es
trivial en su obra, y nada es superficial en sus relatos aventureros y de
intriga. Lorenzo Silva presenta un perfil comprometido y sensible hacia el
mundo en que vive, como deja cada semana de manifiesto en el papel de cartero,
en la sección de cartas de los lectores del XL semanal. Ganador de un Nadal en
el año 200, con El Alquimista, esta obra le abrió los caminos del cine de la
mano del director Manuel Martín Cuenca. El año pasado ganó el Premio Planeta
2012 con la novela La marca del meridiano. Y esta es su entrevista
Ya te lo
habrán dicho muchas veces, quizá ya te habrás planteando tu mismo, pero ¿es más
Lorenzo Silva con un premio como es de Planeta 2012 en sus estanterías que sin
él?
En absoluto
es más, aunque puede que a ojos de alguno parezca más. Lo que le aporta el
premio, a fin de cuentas, no es más que lo que ya contenían las 400 páginas del
libro por el que se lo dieron. Estas cosas pasan deprisa, son los libros los
que permanecen o no.
Para el
joven, para la madre de familia, para el adulto de la esquina de la Calle Preciados , ¿Qué
hace para que alguno de ellos, con diferentes percepciones y gustos en la vida,
hayan leído alguno de sus libros?
Buena
pregunta. Me intriga, y es a la vez mi gran alegría. Nunca quise ser escritor
para una cofradía o para un segmento. Creo que el escritor que de veras siente
su oficio y tiene la vocación de llevarlo a cabo lo que desea es ser capaz de
escribir libros que puedan pertenecer a cualquier persona con sensibilidad e
inteligencia. Esta diversidad de mis lectores es uno de mis principales
activos. Lo único que se me ocurre para
explicarlo es que no he pretendido darles lecciones jamás.
Dicen que
el escritor no es escritor si no deja huella en algunos de sus libros, ¿En qué
tipo de novela Lorenzo se diferencia del resto?
Dejo huella
en todas, todas tienen que ver conmigo aunque ninguna hable de mí. Que los
protagonistas de mis libros sean guardias civiles, ejecutivos hastiados,
soldados de la guerra de África y voluntarios apátridas en la segunda guerra
mundial, legionarios suicidas, historiadoras desubicadas o chicas adolescentes
de Getafe tiene que ver con mi personalidad, me gusta mirar la vida desde los
márgenes, allí donde no suelen apuntar los focos.
Lo llevaré
con la máxima dignidad posible y sin excesiva soberbia. Con otro jurado, en
otro contexto, pudo haberlo ganado otro.
Muchas
veces creemos que el escritor debe recibir premios para ser considerado bueno.
¿Crecemos en un mundo donde la cultura de la lectura se valora más por nombres
que por calidad?
Crecemos en
un mundo, no nos engañemos, donde la cultura se valora muy poco, prevalecen
otros valores, como el del dinero o el de la notoriedad, y eso también se
traslada a la cultura. He podido notar cómo personas que seguramente
desdeñarían como irrelevantes mis más de treinta años de trabajo y mis cuarenta
libros se sentían en cambio impresionados por la dotación económica del premio,
como si eso fuera lo que me hace estar ahí. Pero yo soy consciente de que mi
credencial es lo otro, y en esa convicción pienso seguir.
Lo ha
dejado claro, su vida cotidiana es muy
monótona; desayunar, escribir, dar un paseo en bici, comer, escribir, leer y
dormir. ¿De dónde saca Lorenzo el ingenio para sus obras?
Soy
observador, y también me gusta leer y escuchar. El mundo está lleno de
historias, y muchas suceden a nuestro lado, aunque no nos sucedan a nosotros.
Oscar Wilde
decía que cualquiera podía hacer historia; pero sólo un gran hombre puede
escribirla. Lorenzo Silva a día de hoy se ha convertido en ese gran hombre que
a muchos lectores les hace evadirse de su vida por unos instantes. ¿Al Silva
escritor le queda algo por cumplir ya? ¿Ha renunciado a algo por amor a la
escribir?
Muy necio hay
que ser para considerarse a sí mismo un gran hombre (o a sí misma una gran
mujer). Ninguno (y ninguna) de los pocos a los que he conocido tenía esa
conciencia. Y siempre hay una tarea por delante. En mi caso, el próximo libro,
que afronto como recomendaba Chandler: con pasión y humildad.
La sociedad
intenta evadirse de sus problemas muchas veces leyendo libros como el tuyo,
pero… ¿la sociedad perdona al criminal antes que al soñador?
Depende del
criminal y depende del soñador. Lo que si es verdad es que los criminales
suelen integrarse mejor en la maquinaria social que los soñadores. A veces
incluso llegan a estar en la sala de máquinas.
Le conocí
leyendo uno de sus libros llamado Nadie vale más que otro, y me ganó con La
estrategia del agua, pero salió de mí, nadie me impuso leer un libro suyo, ¿la
lectura obligatoria no es dañino para los deseos de un niño? Quizá acabe
odiando leer y nunca más vuelva a tocar un libro.
Yo creo en
la libertad del lector, pero creo que también hay que ayudarle a formarse,
darle pistas, para que no se quede en los libros superficiales o de consumo
rápido. Eso sí, también creo que en ese proceso de proporcionarle pistas, donde
puede caber una dosis mínima de lectura obligatoria, es importante ir
fomentando desde el principio la libertad de elección. Uno sólo amará lo que
sea acorde con su propia inclinación, eso ya lo dijo Spinoza hace muchos años y
no solía decir tonterías.
Para
conocer al Lorenzo, antes hay que investigar al Silva padre, ¿Recomendaría sus
hijos la profesión de crear historias? No es final de su carrera, pero echando
la vista atrás, ¿valió la pena ser escritor?
Por qué no,
si la sienten como propia y les hace disfrutar. Mi hija mayor escribe desde
pequeñita y lo sigue haciendo. Hay noches que lo prefiere a la tele o el móvil.
Incluso hicimos y publicamos juntos una historia, "El videojuego al
revés". Los otros son más perezosos, por ahora, aunque también tienen
bastante cuento. Ellos decidirán. No me parece un oficio peor que otros, aunque
es más incierto en lo económico, quizá les recomendaría lo que hizo su padre,
buscarse otro oficio a la vez para además tener otro ángulo desde el que mirar
la vida.
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