Luis
Mediavilla
Cantabria
ha celebrado esta semana una de sus mas tradicionales fiestas, entre la
nostalgia, la defensa de las raíces y el olvido de una parte de la población.
Impulsada por las autoridades, grupos marceros han hecho las rondas en la tarde
noche del viernes, por instituciones (como el parlamento regional) asilos, y
centros culturales.
Es la
bienvenida adelantada a la primavera, una costumbre agrícola, propia de otros
tiempos, pero que reafirma en estos nuestro compromiso con la naturaleza.
El nombre
de marzas proviene del latín Kalendae Martiae, y es una tradición probablemente
pre romana.
Consiste en
una serie de cantos realizados por rondas de hombres que se celebran en el
último día de Febrero o primero de Marzo), aunque también se dan en algunas
zonas en la noche de Nochebuena, Año Nuevo o Reyes, esto es, en días
significativos de los calendarios solares, agrícolas o religiosos.
Los grupos
que tradicionalmente cantaban estas rondas estaban formados por varones
solteros que se organizaban en cuadrillas o comparsas llamadas marzantes o
marceras. Solían recorrer al anochecer una por una todas las casas de los
vecinos pidiendo el aguinaldo a cambio de los cantos que entonaban (vamos como
Halloween pero en castizo).
Avisaban al
pueblo de su ronda, para que nadie se fuera a la cama sin oírles. Al llegar a
una casa, cuando el dueño abría la puerta, se preguntaba: "¿cantamos,
rezamos o nos vamos?" por si en la casa había un enfermo grave o luto
reciente. A cambio de sus cantos, los marzantes recibían el dao o limosna,
donativo en especie o en metálico que la familia de la casa daba a los mozos.
Si los dueños habían sido generosos, se les daba el "buen dao" a base
de vivas al vecino donante. Sin embargo, los más tacaños recibían las marzas
"rutonas", dándoles una cencerrada con los campanos que llevaban.
En la
actualidad, aunque gran parte de esta fiesta se ha perdido, todavía quedan
jóvenes que salen a cantar las marzas en pueblos como Torrelavega, Polanco,
Piélagos, valle de Soba y otras localidades cántabras, incluso en la capital.
En Reinosa se celebra desde hace más de treinta años el único concurso de
marzas de nuestra región.
Una de las
grandes concentraciones de mozos suele darse en la capital, donde el parlamento
autónomo y el ayuntamiento apoyan decididamente esta celebración.
La
celebración, en parte perdida, también tenia un sentido solidario, pues los
mozos solían ayudar a los más ancianos o a las viudas en trabajos como las
labores en los prados, la recuperación de las reses de ganado extraviadas o la
reposición de las tejas en las viviendas de los mayores.
La
consejeria de cultura, en la actualidad se esfuerza en recuperar esta tradición
a través de tres instrumentos. La tradición oral, la literaria con los textos
de autores cántabros, y la geográfica, con el foco principal del valle del
Besaya.
Incluso el
gobierno autónomo ha intentado sacar la tradición fuera de Cantabria, en sus
casas regionales o en actos como el que ha tenido lugar en Getafe. En
Torrelavega, la ronda concluyo, como es tradición con un jugoso ágape servido
en la fuente de cuatro caños por el dueño del Bar Cabrero.
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